Nadie duda a estas alturas de que el desafío sedicioso y frontal al Estado español y a España que se está produciendo en Cataluña es un golpe de Estado, y el problema más grave a que se enfrenta un Gobierno desde aquel otro intento fallido de golpe de Estado de 23 de febrero de 1.981. La cuestión es que con ser de extrema gravedad, produce cansancio emocional y profesional a los que escribimos de esto. La sesión dura ya demasiado sin que nadie se haya atrevido a interrumpir el grotesco esperpento en que se ha convertido el Parlamento de Cataluña y el bochornoso espectáculo que diariamente proporciona el Gobierno de la Generalitat.
Es cierto que el bloque jurídico y cautelar que conocemos, y que se está haciendo efectivo en estas últimas horas, hacen ver que finalmente se ha producido una reacción del Gobierno de la Nación y de las más altas instancias de la Justicia para tratar de impedir el desafuero que se pretende perpetrar el próximo 1 de octubre. Por estrictas y severas que se muestran tales medidas en relación a funcionarios, altos cargos y políticos electos, no parece inquietarles demasiado la actuación de la Fiscalía del Estado ni de los Tribunales competentes. Los rebeldes hacen lo que dicen y dicen lo que hacen al margen de las Leyes, de los Tribunales y de la Constitución. Una insubordinación en toda regla al estilo añejo de otras épocas pasadas donde tanto hay que lamentar. Se trata de conducir a prisión a los insubordinados aplicando sin titubeos las leyes vigentes, porque ya no hay margen para otras dilaciones.
Hay en Cataluña un fermento que viene de lejos y que enraíza con la negra tradición anarquista que tan fuerte se hizo a finales del XIX y a comienzos del pasado siglo. la violencia fue un arma que sembró el terror en la propia ciudad de Barcelona y que hizo eco en la prensa mundial con el célebre atentado terrorista del Liceo de Barcelona. la violencia se extendió como un reguero en todo el territorio y hubo saqueos, asesinatos, venganzas personales y un estado extendido de anarquía donde el Estado español hubo de aplicar medidas extremas que culminaron con la dimisión del Presidente del Gobierno, D. Antonio Maura. Para desgracia nuestra y de nuestros hijos, este fermento se hace ver ahora mismo en ciertos grupos y partidos anti sistema que día a día provocan al Estado, a las fuerzas de seguridad y a los Tribunales en forma desafiante y en dimensiones inauditas. No se trata en el fondo del independentismo, esta sería una causa transitoria que en el caso de lograrse, culminaría en la consecución de una República de izquierda radical alienada con Corea del Norte, Cuba, Venezuela y los pocos regímenes totalitarios que quedan en el mundo. Ahí quieren conducir a Cataluña los nuevos anarquistas encubiertos en siglas de reciente cuño.
Hasta aquí ha llegado la avaricia de una burguesía decadente que en tanto ha podido seguir la tradición centenaria de privilegios y latrocinios ha mostrado su perfil más conciliador y a la postre ha preferido pactar con el diablo para lograr impunidad total y repartirse parcelas del infierno. En esta danza macabra nos tienen a todos los españoles en estado de zozobra. Insultados, despreciados, amenazados y agredidos, sin poder ofrecer una sola razón o un motivo sostenible para ello . Y en esta dinámica de los fuera de la ley, los rebeldes políticos y activistas de toda ralea, vulneran a placer las legislación civil administrativa y penal haciendo pedorretas a la justicia española. Humillan al Estado, al Rey de España y nos humillan a todos.
Y con probabilidad llevaran a cabo algún montaje que les sirva para darle naturaleza de consulta. Lo mismo sería si ganara el sí o ganara el no porque además de ilegal y antidemocrático no tendría eficacia jurídica ni política alguna, según promete y anuncia con gesto grave el Presidente del Gobierno. Pero la firme actitud, aunque tardía , de D. Mariano Rajoy , de D. Cristóbal Montoro, de D. Carlos Lesmes y de D Jose Manuel Maza, claramente democrática y basada en la aplicación de la Ley no parece importar a estos mismos que se mofan de la Constitución y del Estado, y ya han avisado que no va a hacerles caso alguno. No reparan los sediciosos que la desobediencia contra las normas no es un acto heroico sino totalitario y que las organizaciones internacionales, y singularmente la Unión Europea, vetarían formalmente a Cataluña como Estado independiente de España.
Todo esto lo conocen perfectamente los rebeldes, pero queda ya muy claro que buscan la confrontación directa y la violencia del Estado y azuzar con ella la revuelta popular que les salvara de esta situación sin salida que ellos mismos han diseñado para horror de los catalanes que sufren esta situación y para los españoles que hemos de lamentarla en la distancia. Son momentos de agobio y de tensión, y en Cataluña de miedo a las consecuencias próximas de este drama que afecta ya de forma irreversible la convivencia y la paz social. Pocas salidas habrá que convenzan a todos, algunos habrán de perder en este duelo donde la Ley no existe para un parte en clara rebeldía. Sería entonces la Ley del más fuerte como en otras situaciones que describe nuestra desgraciada historia. Es un circulo terrible que se repite y que deja rastros de dolor, de sangre y duelo por un presente que no es y por un futuro que ya no será lo que debiera ser.
Concluiré con palabras sentidas del mejor poeta e intelectual brillante del pasado siglo. Dejó escrito D. Antonio Machado,; «De aquellas personas que dicen ser gallegos, madrileños, vascos o catalanes antes que españoles, desconfiad siempre y sin duda ya que suelen ser españoles incompletos, insuficientes y de quien nada grande ni nada bueno puede esperarse».
Y ahora sabemos que la abuela materna del innombrable Puigdemont era oriunda de Cuevas del Almanzora (Almería). O sea sangre catalana de mayor pureza.