El peligroso piñón fijo del PSOE

Así como Ciudadanos, a pesar de sus cambios de humor, parece que va a acabar facilitando la gobernabilidad del país, el PSOE de Pedro Sánchez mantiene tras su comité federal del pasado día ocho su posición de rechazo. Con este tipo de decisiones el socialismo puede ir más lejos de su enfrentamiento con el PP para acabar siendo un instrumento perjudicial para la estabilidad del sistema, siguiendo la estela de ruptura que otros partidos menores surgidos en la Transición, como el PNV o CiU, han protagonizado.
No se trata tan sólo, en el caso del socialismo, de que la enajenación que todo partido padece ante la realidad, le empuje a decisiones erradas. Que no se dé cuenta de que el panorama político tiene cuatro protagonistas y no dos, de la amenaza de desaparición que sobre él pende ante las fauces del populismo izquierdista, y de otras cuestiones, no es la causa de su empecinamiento para negar una solución. Es, por el contrario, el mantenimiento de la línea política, iniciada por Zapatero y que forma hoy parte de su idiosincrasia, consistente en un rotundo enfrentamiento con el PP, lo que le aleja de cualquier coincidencia con éste, y, por supuesto, de toda decisión de estado. Esa fobia de rasgos irracionales frente a la derecha, una especie de juramento primitivo impropio de la política liberal, le atrae a una estrategia de tierra quemada, y con ella el rechazo de la política, siendo la consecuencia más inmediata la desaparición del propio socialismo en España. Sencillamente, al PSOE le va a costar encontrar una salida digna y racional a la necesidad de constituir gobierno porque hacía tiempo había empezado a dejar el papel que el socialismo histórico juega en Europa.
La desaparición del PSOE daría lugar definitivamente a un panorama bipolar, que era lo que arriesgadamente había impulsado, esperando que él fuera el polo que capitalizara toda una izquierda más amplia y radicalizada, cosa que no ha sido, pero que produce en todo caso un peligroso escenario para la estabilidad política. La estrategia de la bipolarización total, lo que favoreció fue la irrupción triunfal de Podemos, no el triunfo para sí mismo del socialismo, pues era mucho más acorde esa estrategia con una formación surgida para la ruptura que para una, como el PSOE, surgida en su día para el encuentro. Simplemente observando el proceso seguido por CIU en Cataluña, era suficiente para provocar cierta reflexión en el seno del socialismo. Porque desde el momento en que CiU inició su distanciamiento del sistema, la hegemonía política se le ha ido entregando a Esquerra Republicana y a las CUP. Este ejemplo cercano, debería ser suficiente para que las mentes pensantes del PSOE se dieran cuenta de a dónde les ha ido conduciendo su radicalismo izquierdista.
Para mantener la enajenación hacen falta discursos que la sostengan. Ahora resulta que ir a la oposición es el papel, casi histórico, que le aguardaba al PSOE de Sánchez -en una parodia de la fábula de la zorra y las uvas-. Liderar la oposición, lo vende ya como un objetivo, cuando es conformarse con lo que hay, pero que busca evitar la dura crítica por el rotundo fracaso de su secretario general, ya que la oposición se presenta por éste como el papel al que estaba llamada su formación. Liderar la oposición y aprovechar el tiempo para rehabilitar al partido, que falta le hace, se ofrece como tarea muy importante.
El sofisma no está mal para incondicionales, vender la oposición como un logro, manteniendo, además, la decidida voluntad de hundir al PP como sea, puede sonar bien a los adeptos, pero esto es más complicado que lo que parece. Nunca es fácil salir airoso de la oposición, de hecho, la oposición nunca gana unas elecciones en España, las pierde el que está en el gobierno, y mucho más en un partido como el PSOE, que siempre ha buscado en el poder su gran palanca de supervivencia más que ningún otro partido. De lo que se trata es evitar cualquier reflexión que pudiera concluir en un fracaso ganado a pulso, y proseguir a piñón fijo en la estrategia de enfrentamiento fóbico con la derecha. Hasta que el PSOE no reflexione, cuestión más que dudosa, su deslizamiento hacia la liquidación se va asegurando.
Dejando a un lado aquella célebre frase de Giulio Andreotti referida a que la oposición desgata mucho más que el gobierno, el PSOE no se ha enterado todavía de que hacer oposición con Podemos a su lado le va ser muy difícil. No sólo porque los muchachos populistas van a presentar las más alucinantes propuestas, van a llevar los más espectaculares numeritos al hemiciclo y a la calle, sino porque la oposición por antonomasia es el antisistema, y si el PSOE la quiere ejercer llamando un poco la atención se verá abducido por Podemos. Así que la oposición en el actual contexto es más que difícil. Les podría contar yo mi experiencia en la oposición en el Ayuntamiento de Bilbao estando HB también en la oposición. No había manera, y aunque puntualmente les robara algún instante de protagonismo, la oposición era ellos, que estaban por la revolución, la independencia, el socialismo, las banderas, los presos, la justificación de ETA, el no a los toros y el reciclaje de las basuras en tu propio domicilio. Qué me van a contar al respecto.
Salvo que el PSOE se decidiera y dejara tajantemente claro desde un primer momento, que existe otro tipo de oposición constructiva, civilizada, de impulso y abriera un foso con Podemos, es muy difícil no quedar supeditado a la estrategia populista. Pero para crear esa imagen de oposición constructiva y de diferencia con los antisistema, posiblemente el primer gesto debería ser favorecer la investidura del candidato de la formación más votada, es decir, del PP, y tener la responsabilidad de justificarlo con un discurso democrático, lo que supondría, de paso, un rudo viraje en su actual línea política. Si no, si prosigue el PSOE el juego que ha ido practicando, se verá engullido en el seno del populismo, sin trauma, porque al fin y al cabo él lo ha favorecido y lo sigue favoreciendo. Sólo existe una barrera a sus ansías de darle fuego a la pira, una razón, si no hay más remedio, para favorecer la investidura del candidato de la derecha, y si se repiten unas nuevas elecciones, el PSOE va a salir todavía más perjudicado. El hecho de que Felipe González salga a la palestra, supone que ve que las cosas en su partido andan disparatadas. Mal detalle.
No hay otra solución.
Tras la visita de Urkullu a la Moncloa, hubo comentaristas que creyeron descubrir en las propuestas de éste todo un recital de moderación, que podría facilitar la investidura de Rajoy. Nada más falso.
Es cierto que para descubrir lo que cualquier nacionalista quiere decir, hay que hacer un continuo seguimiento de sus discursos y observar sobre la marcha la paulatina falsificación de los conceptos o el uso que de ellos se realiza. Hay que llegar hasta acabar descubriendo lo que se esconde tras las palabras, que suelen ser correctas, junto a unos modales que también lo son, entre otras razones para esgrimir el victimismo en cuanto se les dice que no. No hay posibilidad de apoyo del nacionalismo vasco a Rajoy, y el hecho de que en el próximo otoño haya elecciones en Euskadi es en todo caso una excusa.
No se trata tan sólo de que el PNV y C’s sean incompatibles en el apoyo común al PP, sino que una vez puesto al descubierto lo que significa el respeto exigido por Urkullo a «la agenda vasca» -el traslado de los presos de ETA a las cárceles vascas-, es decir, la transferencia de las prisiones -cuestión que no quisieron en el año ochenta porque era, decían, una transferencia envenenada cuando ETA no paraba de matar-, la negociación con ETA de su disolución, y la entrega de las armas, supone la vuelta al soberanismo atrayendo al primer plano de la política Vitoria-Madrid, todos los aspectos sensibles de éste.
Incluyendo la resurrección de ETA, a la que llama a participar en una negociación al más alto nivel con la foto de su final, presentación de armas inexistentes, que tendrán que buscar, porque las habrán vendido y el resto se han oxidado, para la vuelta al gran discurso de la independencia. La propuesta de Urkullu no sólo supone el planteamiento de la agenda rupturista del nacionalismo, es también la de la resurrección de ETA. Si el PNV ha estado tranquilo y modosito, es porque no se le ha hecho el mínimo caso, y sospecho que Urkullu respira tranquilo porque no le hacen caso. Sería un error de Rajoy buscarlo como apoyo, como lo sería buscar dicho apoyo entre las filas del nacionalismo catalán. Sería el resurgir del soberanismo vasco cuando bastante problema ya existe con el catalán.
Si algunos esperan que el PSOE no tenga que dar un cierto apoyo a la investidura del candidato de la derecha se equivocan. El PSOE va a ser decisivo para la gobernabilidad del país. Sin alguna iniciativa por parte socialista, Rajoy no será investido como presidente. Salvo que prefiera continuar la estrategia de tierra quemada, lo que le arrastraría al suicidio como organización. El PSOE está obligado, si efectivamente no quiere otras elecciones, a ofrecer cierto apoyo. Este puede darse de dos maneras, de forma vergonzante, lo más probable -ya le costó dar cauce normal a la sucesión de Juan Carlos- o aprovechar la ocasión para mostrar a la ciudadanía la diferencia entre una fuerza responsable ante los problemas de Estado, y una horda antisistema. La deseable, es la segunda opción, que no llevará a cabo, porque sería quebrar su trayectoria izquierdista y fóbica con la derecha. Se excusará, simplemente, en el hecho de que unas nuevas elecciones serían perjudiciales -lo que no va evitar la crítica desde Podemos-.
Decía el viejo Marx en La lucha de clases en Francia, que un partido que no sabe en los momentos decisivos qué hacer, se merece acabar en «el muladar de la Historia».
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    Acerca de Eduardo Uriarte Romero

    Eduardo (Teo) Uriarte Romero nació en Sevilla en 1945, trasladándose a Vitoria en 1953. Es doctor en periodismo por la Universidad del País Vasco. Militó en ETA en 1964, estando en busca y captura desde 1967. Fue condenado en el Proceso de Burgos en 1970 a dos penas de muerte. Amnistiado en 1977 formó parte del núcleo que constituyó Euskadiko Ezkerra (EE). Participó en el desmantelamiento de ETA pm, fue parlamentario vasco por EE en las dos primeras legislaturas y posteriormente concejal por el PSOE-PSE en el ayuntamiento de Bilbao, dónde finalizó su carrera política como teniente de alcalde. Posteriormente fue gerente de la Fundación para la Libertad. Periodista colaborador en diferentes publicaciones, ha escrito "La Insurrección de los vascos en 1833" (1978), sus memorias, Mirando Atrás (2002) y "Tiempos de Canallas" (2013). Ostenta la medalla al mérito Constitucional.