De otro lado, la coalición electoral entre Podemos e IU, podrían mejorar los resultados de la izquierda moderada y la extrema izquierda por concurrir en una sola lista con los efectos de la regla D’Hont. De producirse así, la situación volvería a ser muy similar a la que ha acabado en este fracaso por la necesidad de contar con partidos independentistas y minorías anti sistema. Fracaso que volvería a repetirse si algo sustancial no altera estas previsiones y volveríamos al punto de partida. Dicho escenario preocupa a la clase empresarial y a los inversores, pues podría ocurrir que no hubiera entendimiento inmediato para formar gobierno, prolongándose la incertidumbre hasta otoño, fecha en la que se debería de abrir otra prórroga de los presupuestos generales del Estado.
Los daños que ello produciría a la economía serían inmensos, además de retrasar el modesto repunte y, sobre todo, aumentarían las cifras del desempleo con las consecuencias sociales. Todo ello, y en su más benévola interpretación, indica la necesidad inaplazable de una reforma de la Ley Electoral que permita abordar estos problemas con eficacia y rapidez dentro de la garantías legales y constitucionales.
Entre tanto, parece que, en este sainete de juegos e intrigas, nuestros políticos no perciben el cansancio, el hartazgo y el asco que produce esta situación de bloqueo. De percibirlo, estarían ya en el análisis sincero de su fracaso, de sus muchos errores y de su manifiesto egoísmo y, tal vez, podrían pedir perdón por tanto tiempo y dinero perdido. Tiempo y dinero que los muy sacrificados españoles volverán a poner sobre la mesa para costear las nuevas elecciones. Los cálculos más rigurosos estiman en 187 millones de euros el coste electoral. De ese dinero, 42 millones serían para subvencionar a los partidos políticos por votos y escaños conseguidos. Y todo ello cuando en estos cuatro meses diputados y senadores han percibido ya 14,3 millones de euros en concepto de salarios, aún cuando su labor legislativa ha sido nula llegando finalmente a este gran fracaso.Por todo ello, resulta inútil el cruce de acusaciones y reproches de unos a otros en un vergonzoso ejercicio de ambigüedad y auto exculpación. El fracaso es de todos sin excepción ni excusas. Así que sobra la soberbia y el cinismo porque los ciudadanos perciben una realidad de insufrible mezquindad política, donde destaca la incapacidad y escasa preparación de muchos dirigentes. Al parecer la cosa no da para más.
Estamos esperando las declaraciones de responsabilidad porque es momento de ajustar los tiempos y acortar las interminables, costosas y aburridas campañas, los mítines, los carteles y toda esa parafernalia electoralista que está superada por la realidad de las redes sociales y todas las herramientas de internet. Si algo hemos de aprender y rectificar, es momento de aplicarlo efectivamente, y de utilizar todos los recursos del siglo XXI, en vez de abordar las viejas técnicas del siglo XX. Viejas a la par que muy costosas en momentos de crisis. Si algún partido fuera capaz de trasmitir este mensaje es probable que merecería la simpatía y el afecto de millones de españoles, que no entienden el por qué se ha de volver a gastar en seis meses semejante dispendio.
Asimismo, podrían renunciar todos los partidos a la percepción de la subvención de 42 millones de euros por votos y escaños por la razón de que ya la han percibido hace apenas seis meses. Dichas partidas podrían apuntalar el gasto en Sanidad y Educación, los grandes agujeros por donde se cuela la mayor parte del gasto social. Sería ejemplo de que las cosas pueden cambiar y de que la clase política y los partidos son capaces de asumir la realidad social que asola a millones de españoles asombrados del espectáculo bochornoso que ofrece la política española.
Si de todo este enredo se puede obtener soluciones razonables, se podrá decir que la democracia es capaz de renovarse y salir reforzada en los vínculos de representatividad que dan valor a cada período electoral. En definitiva, es una magnífica ocasión para que los políticos manifiesten su grandeza y para que podamos confiar en ellos.
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