Rusia, una aproximación histórica De la Rus de Kiev a los Romanov

Rusia, una aproximación histórica De la Rus de Kiev a los Romanov
SINOPSIS: El presente artículo pretende ofrecer una breve visión de la génesis de Rusia, desde la llegada de los pueblos eslavos hasta el comienzo de la dinastía de los Románov, quizás el período más desconocido de su historia. Si se quiere responder al enigma: ¿Quiénes somos? Se debería preguntar entonces: ¿De dónde venimos? Por esa razón, es necesario concretar, focalizar en tal período histórico; en definitiva, acudir a los antecedentes. Rusia es el país más extenso del planeta y como su territorio, su historia es muy variada y amplia, pero muy inexplorada para el gran público, por ello, se debe profundizar en sus orígenes.
SYNOPSIS: This article tries to offer a brief vision of the birth of Russia, from the arrival of the Slavic peoples until the beginning of the Románov´s dynasty, probably the most unknown period of its History. If you intend to answer the enigma: Who are we? Then it should be asked: Where do we come from? For this reason, it is necessary to concrete, to focus on such a historical period; In conclusion, to go to the beginning. Russia is the largest country of the planet and as its territory, its history is very varied and wide but very unexplored to the great public, thus, it is necessary to analyze deeply into its origins.
Los pueblos eslavos

En el siglo VI d.c, se estableció un número de pueblos indoeuropeos hacia el norte de la cordillera de los Cárpatos, ulteriormente se expandirán por la parte oriental del continente europeo e incluso alcanzarán las costas del Mediterráneo meridional. Estas tribus se instalaron en aquellos territorios que habían sido anteriormente abandonados por los pueblos germánicos, que previamente se habían desplazado hacia la Europa occidental, cruzando las fronteras del Imperio romano. De las diferentes tribus eslavas, asentadas sobre las estepas de Europa, se distinguen tres grandes ramas en una elemental clasificación, que se ha mantenido hasta la actualidad:
-los eslavos occidentales formado por checos, eslovacos y polacos (Color verde claro en el mapa adjunto).-los eslavos orientales integrado por rusos, bielorrusos y ucranianos (Color verde oscuro en el mapa adjunto).-los eslavos meridionales o «Yugoslavos» (Eslavos del Sur) formado por eslovenos, croatas, serbios, macedonios y búlgaros (Color azul oscuro en el mapa adjunto).

Mapa de las tres ramas eslavas en la actualidad

«Los eslavos se dispersan en tres direcciones: al noroeste, a través de la taiga, hacia la cuenca del Volga y del lago Ladoga; al oeste, por la gran llanura del norte, en dirección al Báltico y al Elba, pero también hacia los montes de Bohemia y los Alpes orientales. El siglo IX marcará en esas regiones la extensión máxima de los pueblos eslavos; y por último hacia el sur, en los Balcanes, donde forman grupos que los bizantinos llaman Esclavonios».

Se han encontrado numerosas crónicas romanas y bizantinas, que hacen referencia a los mismos, denominándolos de diferente manera (Vénetos, Esclavonios o Antes). Los pueblos eslavos estaban estructurados en clanes patriarcales, vivían de la agricultura, ganadería, la caza y también de la pesca en los grandes ríos; además poseían una artesanía rudimentaria. En materia religiosa, rendían culto a sus antepasados y tenían a las fuerzas de la naturaleza por sobrenaturales.

Del Principado de Novgorod al nacimiento de la Rus de Kiev

Hacia el siglo IX los Vikingos (Hombres del Norte) llevaban a cabo numerosas incursiones por toda Europa. Estas razzias tenían como objetivo primordial el pillaje y debido a ello, tales acciones provocaban sobre todo el pánico en los pueblos costeros y en aquellas poblaciones cercanas a los ríos navegables. Los vikingos no sólo eran fieros en el combate, sino que dominaban el arte de la navegación; así, fueron los primeros europeos en pisar el continente americano (Expedición de Erik el Rojo a Groenlandia a finales del siglo X); asaltaron ciudades en el Atlántico, formando incluso algunos reinos como el Danelaw en el sureste de Inglaterra; también actuaron en el Mediterráneo, con la expedición a Sevilla (844), pero también, los Varegos (Vikingos procedentes de la actual Suecia) se dirigieron hacia la región más oriental de Europa, en el Mar Báltico y con sus barcos de pequeño calado (Drakkards y Snekars) penetraron por los grandes ríos navegables como el Dvina o el Neva y los grandes lagos como el Ládoga, tomando los primeros contactos con tribus finesas y eslavas.
Se originaron pequeñas escaramuzas y conflictos entre los recién llegados y los pueblos que ya estaban asentados, pero poco a poco los primeros se impusieron, no militarmente, sino exportando sus estructuras político-sociales más avanzadas, lo que conformará un clima de estabilidad entre las diferentes tribus. De esta manera, se fundaron recintos fortificados (Goroda) que suponen los primeros asentamientos pre-urbanos en la vasta llanura. «La proliferación de factorías a lo largo de su ruta, que pronto se convertirían en pequeñas villas llamadas a tener, más adelante, una importancia considerable» , pues posteriormente, serán el embrión del cual, surgirán los diferentes pequeños Estados (Pskov, Nóvgorod y Kiev).
La llegada del varego Rurik a finales del siglo IX, encarnó un cambio trascendental en la región, pues éste unificó bajo su persona toda el área septentrional, dando lugar a la Rus de Novgorod y abriendo la puerta así, al inicio de la dinastía Ruríkida o Rurikovich. Los vikingos comenzaron a expandir su zona de influencia hacia el sur, llegando hasta Kiev, enclave fundamental en la ruta hacia Constantinopla, la cual, fue escenario de varios intentos de conquista.
Un paso más hacia la estabilidad vino de la mano del monarca, Oleg el Sabio (879-912), quien unificó en 882 el norte y el sur del primitivo asentamiento varego, convirtiendo a Kiev en la capital de la nueva Rus. Se le considera el primer estado eslavo oriental, con una situación geográfica privilegiada, pues dominaba las rutas comerciales bálticas, originando un destacado desarrollo comercial y urbano. Se fue ensanchando el predominio de Kiev, controlando las rutas comerciales hacia Bizancio y entre los siglos X y XI, se conoce como la Edad de Oro del Principado de Kiev.

Auge y caída del Principado de Kiev (XI-XIII)

En el siglo XI, Vladimiro I (978-1015), se convirtió al cristianismo (988) con su bautismo y su casamiento con la princesa bizantina Ana, hija del emperador Basilio II. Ya hubo antecedentes a la conversión al cristianismo por parte de algunos pueblos eslavos a finales del siglo IX, con la acción misionera de los monjes Cirilo y Metodio en la zona conocida como Gran Moravia. Kiev pasa a ser un centro religioso independiente de Bizancio (sede metropolitana); en tiempos de Yaroslav El Sabio (1019-1054), tataranieto de Rurik, se desarrolló una política efectiva, que significó el florecimiento cultural y la adquisición de un gran poderío militar. Además, fue patrocinador de la cultura y artífice de la creación de la primera compilación legislativa (Russkaya Pravda), que sería publicado pocos años después de su fallecimiento.

Facsímil de la primera página del Código Legal (Russkaya Pravda)

Al tiempo, desplegó una política exterior intensa, asentada sobre sólidas alianzas matrimoniales de sus descendientes, para consolidar sus fronteras: alianza con Enrique III (Imperio germánico), victoria contra los Pechenegos (por tal victoria, patrocinó la construcción de la catedral de Santa Sofía en Kiev), pero fracasó en la toma de Constantinopla. Kiev se transformó en la capital intelectual de la monarquía y se desarrolló una cultura mixta, con elementos eslavos y escandinavos. La voluntad de estos dos monarcas será de gran importancia, pues son considerados la piedra angular del posterior Estado unitario ruso.
A principios del siglo XII se confirmaba el declive político, económico y cultural del principado o Rus de Kiev, causado por el ocaso de Bizancio y de sus ricas rutas comerciales establecidas entre Kiev y Constantinopla, lo que provocó la desintegración del territorio en varios principados. La debilidad del Imperio bizantino minimizaba la resistencia que obstaculizaba el deseo expansionista de persas, árabes y mongoles, tanto es así, que el Imperio mongól de Gengis Kan hizo gala de su fuerza en la batalla del río Kalka en1223.
Otra amenaza al Principado de Kiev acechaba por el norte, protagonizado por los Caballeros Teutones, que habían fundado Riga en 1201, creándose la Orden Teutónica. Hacia 1230, la Órden conquistó Livonia y Curlandia, amenazando Novgorod y ansiando que tales territorios adquirieran la conversión al cristianismo occidental; pero en 1242, Alexander Nevsky, príncipe de Novgorod y Kiev venció en la batalla del lago Peipus a los Caballeros Teutones, frenando la penetración hacia esta región. Sin embargo, el peligro que provenía del sur será más amenazador y terminará por imponerse durante dos siglos.
Ya en 1235 las tribus mongolas comenzaron la decisiva invasión destruyendo la ciudad de Riazán; posteriormente, derrotaron a los príncipes rusos del norte en el río Sit (1238). En 1241 Batu Kan asentó el centro de su poder en la ciudad de Sarai, en las orillas del río Volga, en la que tenía su «orda» o tienda de campaña, donde almacenaba el oro; de ahí el nombre por el que se conocía a su extenso dominio: la Horda de Oro. Sarai llegó a convertirse en una gran urbe, pues se ha estimado que albergaba a más de 500.000 habitantes y con una gran actividad comercial, en el que se establecieron lazos mercantiles con genoveses y venecianos. Su territorio abarcaba aproximadamente las estepas meridionales de la actual Rusia, Ucrania y Kazajistán. Bajo el yugo mongol, se introdujo un censo de población para pagar los altos tributos, se creó una leva forzosa y se puso en marcha la deportación de mano de obra. Aunque en teoría los principados aparentaban tener una independencia política, a cambio de pagar fuertes tributos, en la realidad los príncipes rusos quedaban bajo dominio político de un lugarteniente del kan o bastak.

Territorio que ocupaba la Horda de Oro hacia el siglo XIV

El resultado de la conquista mongola no estuvo acompañada sólo de saqueos a las ciudades o ataques indiscriminados (razzias) efectuados por unas huestes muy disciplinadas y consideradas feroces en el combate, sino que «los conquistadores respetaban, además, la administración civil preexistente, por razones tanto de comodidad como de inexperiencia, mientras tenían en sus manos el poder militar, la fiscalidad, los servicios de postes e información, y el ejercicio de la justicia en lo criminal».

La invasión mongola va a dejar una profunda huella en el estilo de vida rusa, teniendo como una de las consecuencias más impactantes, la interrupción de relaciones con occidente y el aislamiento de Rusia. «De este modo, la expansión de Occidente y la organización de la «Paz mongola» en el transcurso del siglo XIII tuvieron como efecto principal la división de Europa en dos entidades políticas, económicas y culturales hostiles, separadas además por su adscripción religiosa: al oeste, la zona de influencia católica y romana; al este, la zona de influencia ortodoxa».

Tal particularidad se convirtió en santo y seña de una identidad propia y con carácter, tratado por los intelectuales rusos de principios del siglo XIX y que llega hasta nuestros días, como se demuestra en el siguiente párrafo, extraído de una de las misivas que Alexander Pushkin (Padre de las letras rusas) al intelectual y escritor Pyotr Chaadiev: «Teníamos nuestra propia misión. Rusia fue quien contuvo la conquista de los mongoles (…). Los Tártaros (…) se retiraron a sus desiertos, y de ese modo se salvó la civilización cristiana. Con ese fin nos vimos obligados a llevar una existencia completamente separada gracias a la cual, si bien seguimos siendo cristianos, pasamos a ser casi unos desconocidos para el mundo cristiano».

El Principado de Moscú (S. XIV)

Tras la decadencia y desintegración de la Rus de Kiev, se alzó Moscú como nuevo centro político y religioso, aunque la ciudad como tal ya había sido fundada por Yuri Dolgoruki en 1147, para convertirse en el aglutinador de un nuevo Imperio. El camino hacia la formación de ese nuevo ente político, lo inició Iván I Kalita (1325-1341) que subió al trono como Gran Príncipe y considerado el reunificador de las tierras rusas, aunque debía de pagar fuertes tributos a los tártaros. En 1325, Moscú se transformó en el nuevo centro religioso cuando se trasladó al metropólita desde Vladimir.
Dimitri Ivanovich (1359-1389) mantuvo las continuas luchas con los príncipes vecinos (Tver) pero firmemente fue imponiendo su autoridad. Sin embargo, su verdadera reputación vino determinada por el triunfo que obtuvo en la llanura de Polikovo Pole en el Don sobre los tártaros en 1380, que ponía de manifiesto la primera derrota del poder mongol, aunque no significaba el final del dominio tártaro. En honor a la gloria en el combate se le conoció como Dimitri «Donskoy» (El del Don), y fue canonizado convirtiéndose en un héroe. De Hecho, los rusos ven a Kuliko Pole como un lugar sagrado.
El Principado de Moscú (S. XV)

Moscú en el siglo XV fue forjándose como la entidad política-religiosa más importante de la vasta región. Sin duda, a ello contribuyó una serie de políticas ambiciosas y de profundo calado, que fueron manejadas por los distintos soberanos. Una muestra de ello se manifiesta con la figura de Iván III «el Grande» (1462-1505), quien se proclamó zar de todas las Rusias, aunque no fue coronado como tal. Muy influenciado por el modelo de su decaído reino vecino, Bizancio, pues de hecho, estaba casado en segundas nupcias con la princesa bizantina Sofia Paleólogo.
Un ejemplo de la prosperidad e importancia del Principado de Moscú serán sus nuevas construcciones, Así se proyectó la reconstrucción del Kremlin a finales del siglo XV, que será emplazado como la residencia de los zares con ayuda de arquitectos italianos, pero levantándose edificaciones de estilo ruso y no italiano. Se alzaron numerosas torres vigía y se elevó una muralla de ladrillo rojo que sustituía a la vieja muralla de piedra blanca de tiempos de Dimitri Donskoy.
Moscú se transformó en un Estado de carácter unitario, cristalizando en un régimen autocrático, en el que el arcaico régimen patriarcal practicado por los boyardos (nobleza terrateniente) cayó en desgracia, y aquéllos se reconocieron en vasallos de las decisiones del soberano, admitiendo el poder hegemónico de la institución monárquica. Además, se adoptaron símbolos (águila bicéfala y ceremonial) de origen bizantino, factor de crucial significación para el posterior devenir ruso, encontrando su germen en la caída de Bizancio en 1453 por la invasión de los turcos otomanos, al constituirse «el mito de Moscú como «tercera Roma» y cuna de la verdadera fe (monje FILOTEO) que son las bases para desarrollar una conciencia de misión en el pueblo (aclamados por la Iglesia ortodoxa como representante de Dios en la tierra)» … Moscú se veía a sí misma como el último centro superviviente de la religión ortodoxa, como heredera de Roma y Bizancio y, por tanto, como salvadora de la humanidad»; aludiendo que ya anteriormente el pueblo ruso había configurado una iglesia propia, separándose de la iglesia griega, al condenar el intento de unión de esta última con la iglesia de Roma en el Concilio de Florencia en 1439.
En cuanto a su política exterior, estuvo caracterizada por un gran dinamismo, pues extendió sus dominios a base de alianzas y conquistas. En 1478 se anexionó definitivamente el Principado de Novgorod, cortando los lazos que ésta tenía con Polonia, imponiéndo un gobernador fiel a su persona, mandando al exilio a las familias más influyentes de la ciudad y expulsando a los comerciantes hanseáticos de la región, provocando la ruptura de toda relación con el Occidente europeo. Posteriormente, se anexionará Tver, Smolensko y Riazan, aunque cabe resaltar el fracaso frente al gran ducado de Lituania por la campaña de Livonia en 1502. Sin embargo, su éxito más recordado fue la victoria frente a las tropas tártaras en el río Ugrá en 1480. El zar Iván III se negó en rotundo a seguir pagando los fuertes tributos al Kan, y éste presentó batalla en el mencionado río, pero frente a las sucesivas derrotas iniciales, decidió retirarse a las seguras estepas, poniéndose casi el punto y final al dominio tártaro sobre Moscú, que si bien es cierto que el poderío mongol había resultado muy mermado tras la desintegración de la denominada Horda de Oro en 1440, quedó dividido en tres Kanatos: Crimea, Kazán y Astrakán.

El Zarato ruso (S.XVI)

La subida al trono de Iván IV (1533-1584), apodado «el terrible», significó el desarrollo de unas estructuras políticas que pondrán las bases para la construcción de un Estado unitario y poderoso, teniendo a Moscú como eje central del mismo. La figura del nuevo zar ha sido «maltratada», pues se ha incidido en demasía en su parte más personal, desplazando al aspecto meramente político. Si bien es cierto, que analizando su faceta más íntima nos encontramos con algunos aspectos verdaderamente reveladores. «A la muerte de su padre, Iván IV el Terrible tenía tres años. Su minoría fue utilizada por la nobleza para recuperar viejos poderes. Las reformas fueron frenadas mientras los regentes dilapidaban el Tesoro real y las rivalidades entre los descontentos sembraban la anarquía» . En su sufrida infancia, tuvo que soportar las más ásperas humillaciones y malos tratos en su confinamiento y asistió a las intrigas políticas a manos de los boyardos, posteriormente, durante la etapa adulta, el tratamiento contra su enfermedad a base de grandes dosis de mercurio, le causaron graves trastornos mentales, cometiendo acciones muy próximas a la locura; baste como ejemplo que en una discusión familiar mató a su propio hijo de un bastonazo.
Sin embargo, el reinado de Iván IV se debe de analizar en una doble vertiente:
En cuanto a su política interior, nació un nuevo tratamiento para la monarquía rusa, puesto que a los 16 años (1547) se hizo coronar y llamar oficialmente «Zar de todas las Rusias», dando lugar al nacimiento del Zarato, al tiempo que contrajo matrimonio con Anastasia Románova. Luego impulsó una verdadera política reformista que abarcó no sólo al gobierno, sino también en materia legislativa y el ejército. Una de sus decisiones más controvertidas fue la creación de la «Streltsi» o guardia del zar, que se convirtió en un cuerpo de élite y de privilegios, cuyo objetivo principal fue la protección de su creador. Su programa de reformas también alcanzó el ámbito religioso con ayuda del patriarca Macario, su preceptor y consejero, quien en 1551 convocó un sínodo reformista, donde se compuso un derecho canónico propio (Stoglav) y se introdujo el santoral ortodoxo.
En un intento de abandonar el aislacionismo de Rusia, en 1553 permitió el comercio con potencias extranjeras, serían Inglaterra y los Países Bajos, quienes surcaron de naves el Mar Báltico. La osadía del nuevo zar le condujo a la instauración en 1565 de la denominada «Oprichnina», considerada como una milicia de carácter político que actuaba de forma contundente frente a todas las voces que se alzaban en contra de las decisiones regias utilizando en la mayoría de los casos la tortura. En franca oposición al carácter despótico del zar surgieron grupos de resistencia protagonizados por algunos boyardos, quienes no tardaron en probar en primera persona la dura represión de este cuerpo despiadado (Represión de Novgorod en 1570).
Una de las medidas que más van a durar en el tiempo y que será protagonista en el campo ruso fue el establecimiento del régimen de servidumbre, por el que los campesinos quedaban atados de por vida a la tierra y por ende, a su Señor.
«En 1556, Iván IV ordenó a todos los propietarios de tierras que prestaran servidumbre al Estado, y esta nueva nobleza de servidumbre, que poseía pequeños patrimonios concedidos por el zar, dependía para su supervivencia del control sobre el trabajo del campesinado. Todo ello se reflejó en una serie de cada vez más rigurosos decretos, los cuales arraigaron permanentemente la servidumbre en Rusia hacia el final de la centuria». Tal situación no se eliminaría hasta 1861 con la llegada del acta de abolición del zar Alejandro II. En su afán de abrir Rusia a nuevas rutas comerciales, cabe destacar la fundación oficial de la ciudad de Novojolmogori (Новохолмого́ры) en el Mar Blanco, aunque se le cambiaría su nombre a Arjanguelsk en 1613 en honor del monasterio del S.XII «San Miguel Arcángel».
En cuanto a la política exterior, «… debido al potencial económico acumulado a lo largo de varias décadas de esplendor, practicó una política que ha sido calificada de «imperial»» . La expansión de Rusia hacia el sur despuntó con la anexión del Kanato tártaro de Kazán en 1552, aquél «le había proporcionado el dominio del medio Volga… Cuatro años después, la toma de Astraján llevó a los rusos a las orillas del Caspio, y durante las décadas siguientes presionarían insistentemente hacia el este. Pero los intereses de Iván no se centraban exclusivamente en el este. También estaba interesado en acabar con la dependencia de Moscovia de los intermediarios de la Hansa asegurándose el acceso directo hacia la Europa occidental por el camino del Báltico». El asalto definitivo al este se llevó a cabo entre 1578 y 1582, cuando se domina el kanato de Siberia, comandado por tropas mercenarias y cosacas al mando de Yermak Timoféyevich, abriendo el paso a la conquista de Siberia.

División territorial en el continente asiático (Finales S.XVI)

La anexión de Livonia en 1558 por las huestes de Iván IV puso el broche de oro a su pretensión expansionista, ya que pasadas dos décadas, casi al final de su reinado, y tras la alianza firmada entre Polonia y Suecia, que eran sus más enconados enemigos, Rusia debió abandonar dicha región por el tratado de Jam Zapolski (1582), cortando así las aspiraciones de adquirir la hegemonía en el Báltico.

El Zarato ruso (Finales S.XVI- Principios S.XVII)

La muerte del zar Iván IV en 1582 privó a Rusia de mantener una personalidad fuerte en el trono, puesto que sus sucesores mostraron una gran debilidad y fueron dominados por las distintas familias de la nobleza, careciendo del liderazgo de sus antepasados más inmediatos. Así, el hijo de Iván IV, Teodoro I (1584-1598) coronado zar, fue rápidamente incapacitado para gobernar debido a su enfermedad y sus pocas luces. De hecho, tuvo que tomar la regencia efectiva el boyardo Boris Godunov, quien recibió la corona entre 1598 a la muerte de aquél hasta 1605, administrando cierta armonía bajo su reinado.
La muerte de Boris Godunov en 1605 fue el punto de partida de un negro período en la historia de Rusia, protagonizado por continuos desórdenes y tumultos entre 1605 y 1613, denominado en ruso «Смутное время». La debilidad monárquica, junto a las guerras intestinas entre las principales familias boyardas, estuvieron muy cerca de hacer desaparecer el Estado unitario. El fantasma de la desintegración volvió a cabalgar sobre las estepas y los enemigos de Rusia aprovecharon tal oportunidad, para intentar ocupar gran parte del territorio. Así, en 1605 tropas polacas entraron en Moscú, y Suecia se anexionó Novgorod y se produjeron numerosas razzias o ataques de los tártaros en la frontera oriental.
Seis años más tarde, un ejército polaco asaltó Smolensk y saqueó despiadadamente Moscú (1611), destruyendo todo a su paso y provocando gran horror entre la población civil. Deseaban reivindicar el trono de Rusia, causa que fue apoyada por algunas familias boyardas, pero la reacción no se hizo esperar y se produjo un gran levantamiento popular en 1612, dirigidos por Kuzmá Minin y el príncipe Dimitri Pozharski, quienes expulsaron a las tropas invasoras. La misma suerte corrió estos últimos en Ucrania, donde un levantamiento similar los liberó del Señorío polaco.
El período de tumultos y anarquía llegó a su fin, cuando una Gran Asamblea Nacional (Zemski Sobor), ya creada por Iván IV en 1549, eligió por mayoría zar a Miguel Romanov, iniciándose la dinastía Romanov, que se mantuvo en el trono de Rusia hasta la caída de Nicolás II en 1917.
Bibliofrafía:

-ÁNGEL, Vicente y PALENZUELA, Álvarez (Coord.); Historia Universal de la Edad Media, Editorial Ariel, 2002-CARPENTIER, Jean; Breve historia de Europa, Alianza Editorial, 1994-FIGES, Orlando; El baile de Natacha, Ed. Edhasa, 2006-KINDER, Hermann y HILGEMANN, Werner; Atlas Histórico Mundial,Ediciones ISTMO, Madrid, 1986, tomo I-Historia Moderna Universal (Dir. Alfredo Floristán), Ed. Ariel, Barcelona, 2005-ELLIOTT, John H.; La Europa dividida 1559-1598, Ed. Crítica, Barcelona, 2010

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