La expresión con intención alegórico-satírica en Bunyan y Thackeray viene al pelo, a mi juicio, para describir la presente fase de las Elecciones Presidenciales USA-2016: las «primeras primarias» USA-2015.Efectivamente hay mucho de vanidad y de exhibicionismo en esta gran feria política pre-electoral americana. Pero al mismo tiempo hay que reconocer que hay una legítima y democrática ambición de individualismo político en ella, admirable, porque es un fenómeno que está ausente en los sistemas parlamentarios partitocráticos que padecemos en la vieja Europa.
Las elecciones primarias oficiales en EEUU comienzan con el caucus de Iowa y las elecciones de New Hampshire y South Carolina en Febrero de 2016. A continuación se sucederán las primarias (caucus o elecciones) en los diferentes Estados, culminando con las Convenciones de los partidos en los meses de verano. Pero en el presente año 2015 estamos ya inmersos en lo que un politólogo denominó las «primeras primarias», significando la competencia de los distintos candidatos individuales, al margen de sus partidos y sin necesidad de avales, de conseguir el máximo dinero para financiar sus futuras campañas. El 6 de Agosto se ha celebrado el primer debate entre los candidatos republicanos en Cleveland (Ohio), promovido por la cadena Fox y Facebook. Hasta hoy son 17, aunque solo participaron los 10 primeros destacados según la media de las encuestas. Acaba de conocerse la fecha para el primer debate entre los candidatos demócratas: el 13 de Octubre en Nevada, organizado por CNN (hasta hoy son 5: Clinton, Sanders, O´Malley, Webb, y posiblemente Biden). Por tanto, solo entre los dos grandes partidos para las elecciones presidenciales abiertas de 2016 (en las que el actual presidente Barack Obama no puede presentarse a una tercera elección), ya tenemos en torno a una veintena de aspirantes a habitar la Casa Blanca.
Las «primeras primarias», aparte del importante índice del éxito en recabar y acumular fondos para la financiación de la campaña (en este sentido –principios de Agosto- las van ganando Jeb Bush en el campo republicano y Hillary Clinton en el demócrata), se han convertido de momento en una batalla de las encuestas de opinión sobre el perfil, el carácter, las ideas y la percepción pública de los diferentes aspirantes a conseguir la «nomination» en sus respectivos partidos. Aunque ha surgido el «Factor Trump» (por Donald Trump) que ha descolocado al resto: un candidato republicano que últimamente va en cabeza en las encuestas, que posee una fortuna personal estimada en más de 10.000 millones de dólares, y que presume de no necesitar donaciones para su campaña.
En el primer debate de Cleveland participaron (por orden de mayor éxito en las encuestas): Donald Trump (empresario), Jeb Bush (ex gobernador de Florida), Scott Walker (gobernador de Wisconsin), Mike Huckabee (ex gobernador de Arkansas), Ben Carson (neurocirujano), Ted Cruz (senador de Texas), Marco Rubio (senador de Florida), Rand Paul (senador de Kentucky), Chris Christie (gobernador de New Jersey), y John Kasich (gobernador de Ohio).
Se han quedado a las puertas Rick Perry (ex gobernador de Texas), éste injustamente ya que está igualado en las encuestas con Kasich, y Carly Fiorina (empresaria, exCEO); y más alejados, Bobby Jindal (gobernador de Louisiana), Rick Santorum (ex senador de Pennsilvania), Lindsey Graham (senador de South Carolina), George Pataki (ex gobernador de New York) y Jim Gilmore (ex gobernador de Viginia).
Todos los candidatos tienen sus méritos, pero a mi juicio el juego se va a reducir entre los dos primeros (Trump y Bush) y el quinto (Cruz). Walker y Huckabee representan a Estados pequeños (con pocos votos en el Colegio Electoral), y Carson no es un político, en el buen o mal sentido. Por el momento la contienda se concentra en el populismo derechista anti-Establishment de Trump «versus» la moderación centrista del Establishment GOP de Bush.
Bush tiene un talón de Aquiles con varios «issues» inaceptables para el voto conservador en las primarias: su debilidad con la inmigración, su apoyo al «Common Core» (una especie de «Obamacare» para la educación pública), y presuntamente su oscuro trabajo para Lehman Brothers antes de la quiebra en 2008. Además existe una especie de «Bush fatigue» en el electorado general.
En mi opinión, Trump va a agitar el árbol y Cruz puede recoger los frutos, es decir, es muy plausible un tándem Trump-Cruz o bien, si el primero se desinfla, Cruz-Trump (representando a dos grande Estados con muchos votos en el Colegio Electoral: el norteño New York y el sureño Texas). La narrativa anti-inmigración ilegal hispana –central en esta campaña- del millonario Trump puede compensarse con el hispano (cubano-americano) Cruz, inteligente y brillante senador de un Estado donde los hispanos son más proclives a votar al partido Republicano.
Comprendo las serias reservas de mi admirado Thomas Sowell sobre el «Factor Trump» («The Trump Card», Townhall.com, August 4, 2015) y del fino analista Charles Krauthammer (aunque conviene recordar que ambos fueron también, como el mismísimo Ronald Reagan, «progres» antes que «neocons»), pero no son desdeñables los argumentos a favor del empresario neoyorquino de Ann Coulter, Sean Hannity, Sarah Palin y la opinión de un importante segmento del transversal y anti-partitocrático Tea Party, como reflejan las múltiples encuestas populares hasta la fecha.
Veremos qué dicen después del debate. Trump, a mi juicio, no consiguió parecer más presidenciable, y evitó comprometerse a no intentar una tercera candidatura, que sería un desastre para el partido Republicano, aunque yo creo que es solo un movimiento estratégico del neoyorquino. Para mi gusto, el mejor articulado y el más coherente en la tradición reganiana que necesita Estados Unidos fue el tejano Ted Cruz.
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