Hemos tenido muy mala suerte, al desastre sin paliativos que fueron los años de ZP, le ha sucedido la legislatura de un político incapaz y mentiroso, que para mayor escarnio alcanzaba el poder con mayoría absoluta. Su incapacidad es manifiesta cuando se analiza la situación por la que atraviesa nuestra nación y el resultado de sus prioridades políticas. Ha saneado la banca, principal causante de la crisis, pero a costa de la subida de impuestos, la precariedad laboral y del incremento del déficit por no redimensionar la función pública. Su tendencia a la mentira se evidencia por el continuismo de las políticas, que tanto criticaba, de su antecesor y por engañar descaradamente en sede parlamentaria.
Nadie sabe lo que realizará Pablo Iglesias en el caso de ganar las próximas elecciones generales, tampoco lo supimos cuando ganaron ZP o Rajoy, pero si ha logrado colocar a la casta corrupta al borde del abismo político. Miren si están corrompidos que a pesar de la amenaza que se cierne sobre sus organizaciones, son incapaces de reaccionar e intentar recuperar la confianza del electorado. No es que no sepan el camino sino que su grado de implicación y complicidad les impide emprenderlo. No debemos olvidar que estamos hablando de «familias» unidas por un interés común: la apropiación consensuada del dinero de los españoles.
Con claros síntomas de oligofrenia, María Dolores de Cospedal trataba de vender la acción política de su partido declarando «se ha hecho lo que se podía…el gobierno no puede meter a nadie en la cárcel». Pero sí puede mantener como cargos públicos a una legión de sinvergüenzas, que en caso de ser pillados gozarán de todo el apoyo del partido, incluso de Rajoy, como cuando le escribía a Bárcenas aquello de «…se fuerte, un abrazo» o que serán indultados si su asunto termina con penas de prisión. Esta señora y su jefe resultan impresentables; empapelen a los subordinados corruptos de los que solamente ustedes son los responsables políticos y utilicen esa mayoría absoluta que tienen en el Parlamento para acabar con los aforamientos de toda la casta. Si de algo ha servido este periodo de corrupción política ha sido para evidenciar el fracaso de los privilegios jurisdiccionales que tienen los políticos. Han sido indignos de la confianza depositada en ellos por los ciudadanos y por ello han perdido la legitimidad en el desempeño de su función política.
El hastío y el asco ante tanto robo protegido desde el Poder es lo que ha dado alas a Podemos, no hay nada más que ver como votantes de PP, PSOE, IU y UPyD han cambiado su intención de voto. Esta dinámica transversal, indica que para muchas personas es prioritario terminar con los ladrones institucionales antes que pensar en un determinado modelo ideológico. Los partidos instalados solo han sido capaces de asustar con las futuras intenciones de los recién llegados y con el populismo de su líder, pero no de acabar con la corrupción porque en realidad la corrupción son ellos.
Rajoy ha tenido poder y tiempo para gobernar. No ha utilizado el primero y ha desperdiciado el segundo, las razones las desconozco pero el resultado es el que nos toca vivir y por ello hay que celebrar que los ciudadanos se movilicen y desalojen de la función pública a todos aquellos que se han aprovechado de la impunidad que les proporcionaban sus propias leyes. Los partidos y sindicatos corruptos deben desaparecer y la ocasión es en este momento. Las leyes deben existir para la libertad y el bienestar del ciudadano no para beneficiar «familias», sean dinásticas o políticas. Solo así será posible un día contemplar en España el Estado de Derecho.
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