El interés que ofrece este caso, ilustra la posibilidad de un populismo alternativo, que a diferencia de los populismos que estamos presenciando hoy en España (especialmente los casos del nacionalismo radical y separatista en Cataluña, Vascongadas, Navarra y Galicia, así como el nuevo fenómeno de Podemos) no es un populismo anti-sistema, anti-capitalista y anti-constitucional. Es profundamente respetuoso con los derechos individuales inalienables («la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad», según reza la Declaración de Independencia de 1776) y asimismo respetuoso con el Imperio de la Ley («Rule of Law», ese concepto del constitucionalismo liberal anglo-americano que en la Europa continental se ha traducido –y «traicionado»- como «Estado de Derecho», confiriendo al Estado, al estatismo y a los abogados del Estado un poder excesivo). En los Estados Unidos ese populismo sano, amable, democrático y liberal-conservador, desde 2009, lo representa el Tea Party.
Thomas Piketty, autor de moda en las izquierdas por una obra voluminosa y plúmbea de datos estadísticos sin conexión lógica en un delirio estatista, cuya metodología y conclusiones han sido refutadas por economistas serios –con la excepción de Paul Krugman, por supuesto- en Estados Unidos (donde a diferencia de España se ha destacado su rol como asesor del socialista y notorio incompetente presidente François Hollande), el pasado 18 de Octubre, en una entrevista televisada (Cadena Sexta) aseguraba, sin ninguna prueba, gratuita y falazmente, que los supermillonarios norteamericanos financian al Tea Party y a «las noticias de la cadena Fox»(?), ocultando que precisamente Bill Gates, Warren Buffett y George Soros, entre otros, son los mayores donantes del Partido Demócrata y del asimismo socialista y notorio incompetente presidente Barack Obama.
El distrito sexto de Minnesota es una excepción, una isla liberal-conservadora en un mar progresista, un Estado que ha tenido históricamente políticos tan lamentables como Andrew Volstad, el promotor de la Prohibición, Gus Hall, líder del partido comunista (estalinista) americano, o «joyas» congresistas como los senadores Eugene McCarthy, Hubert Humphrey y Walter Mondale (los dos últimos también tristes vicepresidentes con Johnson y Carter, respectivamente), gobernadores como el excéntrico Jesse Ventura, el triste RINO Tim Pawlenty y el tristísimo supermillonario Mark Dayton. Actualmente tiene en el Congreso al senador y clown Al Franken y al representante y único converso al Islam Keith Ellison. Un simple dato: en Minnesota, con la excepción del distrito sexto, nunca ganó Ronald Reagan.
Para no poner todo tan negativo, Minnesota ha tenido los dos novelistas americanos más importantes de la primera mitad del siglo XX: Sinclair Lewis y F. Scott Fitzgerald (hoy tiene que conformarse con el plúmbeo y sectario progre Garrison Keillor). Sinclair Lewis, cuya residencia familiar en Saint Cloud (en el distrito sexto), en la rivera oeste del Mississippi, es vecina precisamente a la que habito en el momento que pergeño este artículo, en cierta ocasión escribió que «para comprender América solo es necesario comprender Minnesota» («Minnesota: The Norse State», The Nation, May 30, 1932). Yo casi me atrevería a decir que para comprender Minnesota y América solo es necesario comprender el distrito sexto del Norse State. Aunque quizás solo sea una manera de decir que son incomprensibles. Este distrito del que estoy hablando, que se extiende por capricho del gerrymandering desde los suburbios de las Twin Cities (St. Paul-Minneapolis) hacia el norte, hasta los condados envolventes de Saint Cloud, no solo tiene la reputación de ser el más conservador (en Europa diríamos liberal-conservador), sino que incluye la mayor concentración, proporcionalmente, de miembros de la comunidad islámica somalí, que fueron traídos a Minnesota como «refugiados políticos» por iniciativa generosa de los Hermanos Luteranos, asociación fraternal de los Hermanos Musulmanes. Asentados permanentemente y reproducidos en este territorio, hoy son un importante caladero de votos para el partido demócrata de Obama (Una veintena de retoños adolescentes, según fuentes policiales, han sido reclutados para el terrorismo yijadista en Africa y Oriente Medio en el entorno de las mezquitas o «centros culturales islámicos» que han proliferado en el Estado. En Saint Cloud creo que hay dos, uno establecido precisamente en la sede de una antigua iglesia luterana).
En medio de este choque de civilizaciones, el distrito sexto ha seguido siendo el baluarte del republicanismo liberal-conservador. El 12 de Septiembre de 2009 -acompañando a mi amigo el representante republicano en el Congreso estatal Steve Gottwalt-, asistí casualmente a un picnic-mítin liderado por Michele Bachmann junto al Lake George, en Saint Cloud, que resultó ser el acto fundacional del Tea Party en Minnesota. Como es sabido, Michele ha sido miembro del Partido Republicano en la Cámara de Representantes (House) por el distrito sexto en el Congreso federal de los Estados Unidos, desde 2007 hasta el presente, y en él lideró el Tea Party Caucus nacional, postulándose como candidata presidencial en las primarias de 2012. No tuvo éxito, pero revalidó su puesto como representante del mismo distrito sexto hasta las elecciones próximas del día 4, a las que decidió no volver a presentarse. Aunque no llegó al porcentaje de votos obtenidos por su predecesor, el también republicano Mark Kennedy (57 % en 2002 frente al 35 % demócrata, y 54 % en 2004 frente al 46 % demócrata), Michele Bachmann ha evolucionado en sus sucesivas victorias con el 50% en 2006 frente a 42 % demócrata; 46.4 % en 2008 frente 43 % demócrata; 52.5 % en 2010 frente al 39.8 % demócrata; y el 50.5 % en 2012 frente al 49.3 % demócrata. Su momento culminante fue sin duda en las elecciones Midterm de 2010 (el gran año del Tea Party), pero recientemente ha acusado el desgaste de un liderazgo nacional, comprometida activamente con problemas internacionales y del terrorismo islamista, y asimismo su tentativa presidencial en 2012 (a mi juicio equivocada), que la han alejado de su distrito sexto.
Sin embargo, su liderazgo en el Congreso del Tea Party Caucus, y su colaboración con Sarah Palin, han sido decisivos para el surgimiento y consolidación de una nueva generación de jóvenes líderes liberal-conservadores como los senadores Marco Rubio, Rand Paul, Ted Cruz y Mike Lee, representantes como Paul Ryan y Kevin McCarthy, gobernadores como Rick Perry, Mike Pence, Susana Martínez, Bobby Jindal, etc., que constituyen la gran esperanza para el futuro del Partido Republicano.
El sucesor de Michele Bachmann en el distrito sexto es ahora Tom Emmer. Le conocí personalmente en 2010, como candidato a gobernador de Minnesota frente al demócrata y supermillonario Mark Dayton, que éste finalmente ganó en una elección muy ajustada, después de varios recuentos y con la inestimable ayuda de organizaciones como ACORN, financiadas por George Soros. Tom Emmer, joven abogado, conservador y firme defensor Pro-Life, ha ganado limpiamente las primarias en sucesivas competiciones y asambleas del distrito sexto, culminando su victoria en las primarias (Agosto 2014) con el 73.2 % de los votos frente a la última rival, Rhonda Sivajarah, que solo obtuvo el 26.8 %. Tom Emmer ha empleado la estrategia clásica descrita por Nixon y Buckley para los candidatos republicanos: giro derechista en la campaña de las primarias ante las bases del partido, y giro hacia el centro durante la campaña final ante el electorado general (véase Allison Sherry, «Emmer softens message», StarTribune, St. Paul-minneapolis, October 14, 2014). Me atrevo a pronosticar que ganará con facilidad su escaño de representante en el Congreso, en unas elecciones en que las encuestas mayoritariamente predicen también un triunfo del Partido Republicano en el Senado, con la posible excepción del progresista Estado de Minnesota, donde la elección del republicano Tom Emmer en el distrito sexto para la Cámara de Representantes (House) –y con suerte, también en otros distritos- será la excepción a dicha excepción.
En cualquier caso, hay que reconocer la excepcionalidad del Estado de Minnesota –y concretamente algunos condados del distrito sexto- en haber sido históricamente pionero en la práctica de hecho e inmediato establecimiento por ley de sistema de elecciones primarias a partir de 1900, según ha investigado el politólogo Clarence Hein (en su tesis doctoral de Ciencia Política, todavía inédita, The Operation of Direct Primary in Minnesota, University of Minnesota, 1957, y el artículo/extracto publicado con el título «The Adoption of Minnesota Direct Primary Law», Minnesota History, December 1957).
La combinación de un sistema fuertemente anti-partitocrático de primarias, con el factor decisivo del Tea Party en el distrito sexto auguran en el caso de Minnesota una contribución popular y democrática importante –teniendo en cuenta que en Estados Unidos el Congreso es un auténtico poder legislativo independiente- para frenar la tendencia del régimen de Obama hacia un sistema al estilo europeo de parlamentarismo domesticado o de «Partido Único» (véase Dick Morris y Eileen McGann, Power Grab: Obama´s Dangerous Plan for a One Party Nation, New York, 2014), así como la obtención del control del Congreso por el Partido Republicano que haga plausible (aunque no estoy seguro de que sea recomendable o conveniente cara a las elecciones presidenciales de 2016) la construcción de un caso político de «Impeachment» (véase Andrew C. McCarthy, Faithless Execution. Building the Political Case for Obama´s Impeachment, New York-London, 2014).
Ciertamente el Tea Party no ha actuado tan enérgicamente en el presente ciclo electoral pero, como agudamente ha señalado el gran analista político Michael Barone, certificar su defunción sería una «oversimplification», ya que gracias en gran medida a la madurez de dicha corriente populista liberal-conservadora –aunque haya supuesto el rechazo de sus propios candidatos menos presentables- «la participación en las primarias republicanas continúa siendo más robusta que la participación en las demócratas, un buen augurio para el Partido Republicano el 4 de Noviembre.»(véase Michael Barone, «Primaries Show Republican Wary of the Tea Party Candidates, Skeptical of Party Establishment», Townhall Daily, August 8, 2014).
El ejemplo del Tea Party y del sistema de partidos y primarias americano (democracia versus partitocracia), merece una reflexión y que los europeos repensemos la idea que hace algunos años planteaba el historiador británico Paul Johnson: «¿Necesitamos los partidos políticos? Rara vez se plantea esta cuestión. Quizá debiéramos formularla de otra manera: ¿hasta qué punto necesitamos a los partidos políticos? Porque, ciertamente, el coste moral de tenerlos es elevado, y sigue creciendo. Gestionar y promover partidos políticos sale muy caro en el siglo XXI. Recaudar los fondos necesarios apelando al idealismo de los fieles ya no es posible, si alguna vez lo fue. Entran el liza, pues, motivaciones más primarias, lo que significa corrupción de una u otra forma (…) No debemos mantenernos por toda la eternidad en la línea derrotista en que estamos atascados con el viejo sistema de partidos» (véase Paul Johnson, «¿Llevaba razón Washington?», Libertad Digital, 30 de Mayo de 2006).
Las «motivaciones más primarias» se pueden controlar y corregir –como el distrito sexto de Minnesota nos viene enseñando desde 1900- con más elecciones primarias.
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