Por la forma
La fórmula escogida ha sido del todo extraña. A primera hora del lunes Don Juan Carlos le entregó al presidente del gobierno Mariano Rajoy una breve carta en la que le comunicaba su abdicación a la corona de España tras 39 años de reinado. El acto de la breve comunicación tuvo lugar en el despacho del rey del palacio de la Zarzuela. Seguidamente, el Sr. Rajoy lo comunicó a los españoles en una declaración institucional desde el palacio de la Moncloa.
Dicho medio ha sido cuando menos anómalo. Lo correcto es que debería haber sido el propio rey Juan Carlos quien lo hubiera comunicado directamente y en primer lugar al pueblo español, haber enviado después el escrito de abdicación al presidente del gobierno, el ejecutivo aceptar la misma y cursar las instrucciones necesarias para poner en marcha el mecanismo sucesorio.
En su mensaje Don Juan Carlos comunica que abdica y que cede la corona al príncipe Felipe como su sucesor, para que una generación joven afronte y de respuesta a los problemas de este tiempo. Declaración vacía de contenido y que ni explica ni dice absolutamente nada. Pero además, la monarquía española es constitucional (poder simbólico) y no parlamentaria (sometida bajo el control del ejecutivo y legislativo), y dicho trámite corresponde por entero a las Cortes españoles, que es donde reside la soberanía del pueblo español, y por lo tanto quien debe proclamar y coronar al príncipe Felipe como próximo rey Felipe VI. Y dentro de este tótum revolútum no se entiende en absoluto que sean las Cortes las que deban de verificar la abdicación del rey, que en todo caso es un acto unilateral del titular de la corona.
Sorprende igualmente el vacío legal constitucional que existe para aplicar de inmediato el automatismo sucesorio. En la Constitución no está desarrollado ni durante todos estos años se ha llevado a cabo mecanismo legal alguno correspondiente a la Jefatura del Estado. Por ello, el gobierno ha aprobado en sesión extraordinaria y urgente del Consejo de Ministros una ley orgánica de artículo único que recoge la abdicación del rey, y la ha enviado a las Cortes para que posteriormente éstas, en una sesión plenaria que se celebrará el próximo miércoles 11, aprueben la abdicación del rey Juan
Carlos tras la intervención de los diferentes grupos parlamentarios. Esto es, que el gobierno en un nuevo acto frívolo y absurdo, en lugar de tener preparada una ley orgánica que contemplara todas las cuestiones relacionadas con la abdicación de titular de la corona y su futuro, envía una ley ad hoc y promueve que se debata en la Cámara si los diputados aceptan o no la abdicación del rey. Dicho procedimiento constituye un serio dislate, absolutamente innecesario y hasta casi provocador.
La votación puede ser solicitada por ‘asentimiento’ por el presidente del Congreso Jesús Posada o por votación secreta para lo que requerirá mayoría absoluta de la Cámara; la mitad más uno, 176 votos favorables. Es evidente que los 185 diputados del Partido Popular votarán a favor de la ley orgánica de abdicación de Don Juan Carlos. Alguna duda puede surgir en el seno del Partido Socialista que cuenta en el Congreso con 110 diputados. Varios miembros de su comité ejecutivo y diversos presidentes regionales están intentando abrir un debate para que el PSOE jalee un referéndum sobre la forma de gobierno monarquía-república, aprovechando que se encuentra sin dirección y en pleno proceso abierto de elección de su próximo secretario general y de su comité ejecutivo y de dirección.
Sin embargo, el actual secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba, que ya se ha despedido y ha aplazado el congreso extraordinario del partido hasta después de que las Cortes aprueben la abdicación del rey Juan Carlos y el príncipe Felipe sea proclamado rey, intentará por todos los medios frenar dicho debate en el PSOE, exigiendo la disciplina de voto a sus diputados. Las voces que se alzan en el seno del Partido Socialista solicitando una consulta popular sobre monarquía-república apelan a la tradición histórica y raíz republicana del PSOE, y con ser ello cierto no lo es menos que en el pacto que se hizo en la Transición, el PSOE renunció a introducir su moción republicana en el debate constitucional, entre otras cosas, porque el debate se centró entonces entre «dictadura» y «democracia». Al igual que ahora se debería centrar en la ‘recuperación de una democracia plena de ciudadanos frente a una democracia corrupta e impune de la oligarquía del sistema’, como así reclama la sociedad. Y no en el deseo de la extrema izquierda y de la extrema derecha y de grupos de la izquierda y conservadores, que claman por el retorno de la república, que en todo caso nunca sería nueva, al menos la que quieren traer, sino el espectro de la vieja, fracasada y sectaria Segunda República, cuyo colapso llevó a España y a los españoles a la tragedia espantosa de una Guerra Civil de exterminio del enemigo y a una larga dictadura personal de casi cuarenta años.
Mayores dudas se han estado planteando en el grupo nacionalista catalán CiU, que cuenta con 16 diputados y en el que Convergencia se había declarado por la abstención, mientras que Unió se mostraba favorable a la aprobación de la Ley de Abdicación. Finalmente han acordado abstenerse no sin aprovechar para exigir del futuro monarca que preste la máxima atención a las exigencias – permanente chantaje- de este rancio separatismo catalanista, y que en recuerdo a Cicerón debería ser respondido así: Quo usque tandem abutare, Pujol, Mas, burguesía catalanista, patientia nostra?//Quam diu etiam furor iste tuus nos eludet?//Quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?1 Igual caso se plantea en el grupo del Partido nacionalista Vasco (PNV -5 diputados), que se abstendrá. Quienes sí que votarán en contra de la Ley de Abdicación del rey Juan Carlos será el Grupo Izquierda Plural (IU, comunista, 11 diputados) y cuatro partidos del Grupo Mixto (18 diputados); Ezquerra Republicana de Catalunya (ERC), separatista de extrema izquierda con 3 diputados; Bloque Nacionalista Galego (BNG), separatista gallego y socialista con 2 diputados; Compromís (CPV), 1 diputado, de tendencia nacionalista valenciano, izquierda y republicano; Geroa Bai, grupo navarro formado por una coalición nacionalista separatista, diputado . El argumento de estos grupos y partidos para votar en contra de la Ley de Abdicación del rey Juan Carlos es porque quieren un referéndum sobre la monarquía, pero resulta curioso y contradictorio que al votar en contra lo están haciendo de hecho
1 ¿Hasta cuándo, Pujol, Mas, burguesía catalanista, abusarás de nuestra paciencia?//¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros?//¿Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya?
contra la abdicación del rey Juan Carlos. En todo caso, la ley orgánica sobre la abdicación del rey Juan Carlos será aprobada en las Cortes por un porcentaje cercano al 89%, siempre y cuando no haya diputados del PSOE que se abstengan.
Una vez que la Ley de Abdicación de Don Juan Carlos sea aprobada por el Congreso se enviará para su trámite al Senado para su estudio y aprobación, lo que tendrá lugar con toda probabilidad el martes 17 de junio. Al día siguiente 18 de junio el rey Juan Carlos firmará la ley de su abdicación que será publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE), y el jueves 19 de junio tendrá lugar la celebración del acto conjunto de las Cortes españolas -Congreso y Senado- en el que se procederá a la proclamación y coronación de Don Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, como rey y Jefe del Estado con el nombre de Felipe VI.
En cuanto al fondo.
¿Ha sido la abdicación del rey Juan Carlos un acto voluntario?
El rey declaró en una larga entrevista en diciembre pasado y en su discurso de Nochebuena que no pensaba en absoluto abdicar, y que permanecería al frente de la Jefatura del Estado largo tiempo. En su discurso de abdicación Don Juan Carlos ha afirmado que cuando cumplió los 76 años ya tenía madurada la decisión de abdicar. El rey cumple años el 5 de enero; es decir, tan sólo unos pocos días después de afirmar con rotundidad que seguiría en su puesto. Luego resulta difícil de creer que desde enero pasado, apenas diez después de su mensaje de Navidad, hubiera cambiado su criterio y madurado en su decisión de abdicar. Todo parece indicar que el rey Don Juan Carlos se ha visto presionado y forzado a abdicar.
Por lo tanto hay que examinar lo que ha ocurrido durante estos meses atrás hasta el pasado lunes 2 de junio. Y lo que ha venido sucediendo en España es un progresivo deterioro de las instituciones; gobierno, partidos políticos, sindicatos…. y particularmente de la corona, cuya popularidad y prestigio se ha visto reducida de manera significativa entre el conjunto de los españoles por la profunda defección que sienten hacia el gobierno, partidos e instituciones. El accidente que sufrió Don Juan Carlos durante unas jornadas de caza en Botswana en abril de 2012, mientras su nieto Froilán estaba ingresado en un hospital al recibir un disparo en un pié y en pleno estallido de la crisis social, económica y financiera en España, sus relaciones personales y casi públicas con la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein, el procesamiento de su yerno Iñaki Urdangarín y casi con toda probabilidad de su hija la Infanta Cristina, y la larga sucesión de hechos sobre sus actividades de negocios financieros ilícitos, sus numerosos actos enmarcados en la frivolidad y la impunidad, como su actuación en los meses que condujeron al 23-F, unido a una absoluta falta de ejemplaridad, ha deteriorado mucho la imagen y el apoyo que el rey tenía en la sociedad. ¡Ay, si Don Juan Carlos hubiera abdicado unos años atrás! Y a todo ello hay que sumar el sorprendente resultado registrado en las pasadas elecciones europeas, en las que se han activado ciertos mecanismos de rebeldía cívica que permanecían inermes en la sociedad española durante muchos años.
En los meses de marzo y abril pasados el ex presidente Felipe González se entrevistó en al menos dos ocasiones con el rey. Felipe González declaró inmediatamente después acerca de la absoluta necesidad de buscar la fórmula y manera para ir hacia un gobierno de concentración nacional PP-PSOE, lo que naturalmente hablaron y plantearon a Rajoy y Rubalcaba. La persona que parece ha impulsado estos encuentros y reuniones entre Zarzuela, González y otras personas ha sido el académico, periodista y monárquico Luis María Anson, quien en su idea de impulsar un posible gobierno de concentración nacional viene hablando y declarando sobre el riesgo de una revolución frentepopulista comunista.
Los resultados de las pasadas elecciones al Parlamento Europeo han supuesto una fuerte convulsión entre los principales partidos que forman parte del mecanismo de poder en España; Partido Popular y Partido Socialista. Y si observamos que en las pasadas elecciones ambos partidos han perdido más de cinco millones de votos, con la emergencia de otros grupos políticos antisistema o radicales de izquierda, como el denominado fenómeno de «Podemos», podría suponer una firme amenaza para el bipartidismo, y lo que es más grave, la más que posible pérdida en unas próximas elecciones de la mayoría absoluta que sostiene la actual forma de gobierno en España: la monarquía. Por ello, es muy posible que al rey le hayan terminado de ‘convencer’ que para salvar y mantener la corona y el probable pacto de estabilidad constitucional, es necesario que éste se lleve a cabo con su sucesor el príncipe Felipe, a quien no se le ha relacionado nunca con ningún escándalo ni hecho de corrupción, no está desgastado, su imagen y preparación es buena, incluso mejor que la de su padre y pertenece a una generación que intentará atraerse nuevamente el apoyo y simpatía de la sociedad hacia su persona y la institución.
Sin embargo, la situación política en España es grave y seria, con las instituciones y partidos desprestigiados por la corrupción generalizada, el alto nivel de paro, la amenaza abierta de los partidos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco hacia el soberanismo y el separatismo, la deconstrucción nacional, el endeudamiento progresivo del Estado, superior ya al 100% del PIB, la crisis empresarial y económica y todavía financiera, que no está aún cerrada y la alta fiscalidad impositiva que soportan las clases medias y los trabajadores y profesionales.
Estatus de Don Juan Carlos
Igualmente queda en un vacío cuál será el estatus futuro del rey Juan Carlos una vez que se haya llevado a cabo la sucesión en la Jefatura del Estado. En la Constitución la figura del monarca es inviolable y no está sujeta a responsabilidad alguna. Pero eso es en tanto que desarrolla sus funciones como Jefe del Estado. Por ahora se desconoce si a Don Juan Carlos se le brindará una fórmula de aforamiento sobre hechos que pudieran surgir por actos de corrupción o ilícitos que pueda realizar en el futuro, lo que en modo alguno es descartable. En todo caso, su posible «blindaje» tardará varios meses y no se sabe si el mecanismo será mediante un decreto ley o vía Ley Orgánica del Poder Judicial, que se está tramitando en la actualidad.
Este hecho incide también en que por dicho mecanismo de seguridad y protección, el rey no ha podido tomar la decisión de abdicar de forma voluntaria, dar el paso por sí mismo o motu proprio. Ha sido forzado a ello para que la nomenclatura intente salvar el actual sistema; la corona, los viejos partidos de la Transición y las instituciones de un sistema de poder que está afectada por la corrupción, y dentro de un Estado desvertebrado y deconstruido.
¿Y qué actitud tendrá el joven monarca Felipe VI, que como decimos está infinitamente mejor preparado que su padre? Pues va a depender de lo que pacten los partidos mayoritarios con él y el tipo de juego que le permitan hacer. El rey en todo caso tiene las manos atadas constitucionalmente; sus funciones son limitadas y se reducen a un papel de moderación y de arbitraje, pero si en España no se lleva a cabo un proceso profundo de regeneración democrática (la figura del cirujano de hierro vuelve a surgir, pero no militar) la situación puede conducir al colapso del actual sistema. Y todo puede suceder.
En todo caso, Don Felipe de Borbón ya ha anunciado que la futura Casa Real será absolutamente transparente y muy escrupulosa en sus actos. Y que la familia real estará integrada exclusivamente por el rey y la reina, la infanta Leonor, futura princesa de Asturias y su hermana, y por los reyes padres. Por lo que quedarán excluidas las hermanas de Don Felipe, las infantas Elena y Cristina, quienes dejarán de recibir asignaciones económicas de la Casa Real y no participaran en actos institucionales ni oficiales. Al menos sobre esto Don Felipe comenzará su reinado con un gesto de limpieza. Veremos.
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