Soldados ucranianos depositan flores ante el ministerio de Defensa en Kiev, en un acto simbólico de homenaje a los caídos (Afp, servicio de prensa Presidencia de Ucrania).

¿Está perdiendo Rusia la guerra?

Si hacemos caso a las informaciones publicadas en los medios occidentales y a los estrategas que se prodigan en las tertulias audiovisuales, Rusia ha perdido la guerra con la toma de Jersón por parte del ejército ucraniano y sus ofensivas en el norte del Donbass.

Se nos bombardea constantemente con que las bajas entre las filas del ejército ruso son muy considerables y está desmoralizado, sus generales son unos incompetentes y mueren por ello en el frente cuando no son destituidos y arrestados, no tiene prácticamente munición para proseguir la guerra, sus misiles son incapaces de alcanzar sus objetivos gracias a la excelente defensa antiaérea ucraniana, que los intercepta, y que están a punto de agotarse.

Se nos asegura que el ejército ucraniano ha reconquistado el terreno en la región de Jersón y sus ofensivas en el norte del Donbass, así como que su resistencia en el frente de Donetsk auguran una clara victoria de su ejército, que les conducirá a reconquistar todo el territorio anexionado por Rusia, incluida, claro está, Crimea, lo que obligará en breve a Rusia a firmar una paz que conducirá a su presidente actual, Vladimir Putin, a ser juzgado y condenado y a reparar a Ucrania los gastos ocasionados por el conflicto.

En cuanto al pueblo ruso, cuentan que no acepta esta guerra y confía en una rápida sustitución de su presidente por uno de los lideres de la oposición mucho más liberal apoyado por los Estados Unidos y Europa.

Ante este descalabro, Putin y sus generales tienen que recurrir al bombardeo indiscriminado de la población ucraniana, a la que dejan sin infraestructura crítica, sin electricidad, agua y abastecimiento. Sin descartar el uso del arma nuclear si las cosas empeoran todavía más para Rusia.

Este es el panorama que describen los medios de comunicación de masas europeos y angloamericanos, aunque hay que reconocer que entre éstos últimos se pueden leer otros análisis más objetivos a la vista de los últimos acontecimientos del conflicto. La pereza intelectual de muchos profesionales de la información, que se limitan a reproducir los partes de propaganda del gobierno de Zelensky, cuando no al sometimiento a la doxa dictada desde las factorías que instruyen a la dirección de los medios, así como la censura impuesta por autoridades y grupos de presión.

Todo ello impide tener un conocimiento más imparcial de la situación real del conflicto.

Para empezar, Rusia no puede perder esta guerra ni puede renunciar a los territorios que desde los referéndums se han incorporado a la Federación de Rusia. En el primer caso es una cuestión de supervivencia frente a la determinación del mundo angloamericano de acabar con la existencia de una Rusia que se opone a su dominio hegemónico, y que apuesta, por el contario, por un mundo multipolar donde coexista un equilibrio de fuerzas. En segundo lugar, la sociedad rusa y todavía más las poblaciones anexadas recientemente, y en particular las regiones del Donbass, que han sufrido una despiada guerra durante los últimos ocho años, no aceptarían renunciar a dejar de formar parte de Rusia.

En cuanto a la situación sobre el terreno, si observamos el desarrollo de los acontecimientos tras la información facilitada por especialistas y analistas militares objetivos, algunos incluso procedentes de ejércitos comprometidos con los intereses ucranianos, desde el nombramiento del General Surovikin como Comandante en jefe de los ejércitos en la campaña de Ucrania, las cosas han cambiado bastante. Su nombramiento ha supuesto un mando único, subordinándose el resto de los generales que dirigían las operaciones en cada uno de los territorios donde actuaban de forma independiente y sin coordinación con el resto. Desde su designación se ha procedido a una reorganización de los efectivos asignados para la operación, llevándose a cabo una rotación de los mismos después del desgaste sufrido durante estos nueve meses de guerra, reforzando su material en particular con piezas de artillería y vehículos blindados, e incorporando masivamente drones de observación y de destrucción.

Desde el punto de vista táctico, como manifestó el propio Surovikin, Rusia no tiene necesidad de exponer inultamente a sus soldados y tiene otros medios para ganar esta guerra. Rusia por su situación demográfica no puede permitirse enviar al frente cientos de miles de jóvenes como hicieron los soviéticos en la Segunda Guerra Mundial con el resultado que ello supuso. El empleo de misiles tácticos dirigidos contra instalaciones militares y recientemente contra infraestructuras estratégicas, cuya efectividad sobre sus objetivos predeterminados, es difícil de rebatir a la vista del reconocimiento expreso por parte de las propias autoridades ucranianas, está suponiendo un cambio sustancial en el devenir de este conflicto.

Lo que algunos medios han considerado como una derrota tras la retirada del ejército ruso en Jersón, ha sido en realidad un repliegue táctico para evitar exponer a una parte importante de sus efectivos que podían verse rodeados en una situación comprometida para defenderse (aquí). A este respecto, se ha llegado a afirmar que los ucranianos habían derrotado a los rusos, y que ello suponía prácticamente haber ganado la guerra. Pero la realidad es que los rusos han cedido temporalmente terreno para reagruparse y organizarse. Abandonar la ciudad transformándola en una ciudad fantasma sin electricidad, sin agua y con una población, aunque muy reducida, a la que tendrán que alimentar las tropas ucranianas, trasladándose a la otra orilla del Dnieper, haciendo del mismo río una línea de defensa natural de muy difícil franqueo, porque en esa zona su anchura es de cerca de 2 km, ha sido una operación exitosa.

Tanto es así, que pese a haber sido anunciada con antelación por el propio Surovikin, algo sorprendente en un mando militar, las fuerzas ucranianas no le dieron crédito y retrasaron su entrada en la ciudad pensando que todo era una trampa, hasta tener certeza absoluta de su abandono por los rusos. El repliegue se hizo sin pérdida de material ni de hombres y de forma ordenada, y eran más de 20.000 hombres. Con anterioridad, más de 150.000 civiles fueron evacuados de la ciudad a la otra orilla, eso sí, bajo el bombardeo de la artillería ucraniana. Incluso trasladaron los restos del fundador de la ciudad y persona mítica de la historia de Rusia, mariscal Potemkin, al objeto de evitar la profanación de sus restos por las tropas ucranianas. Prueba manifiesta de ello es que no se han visto esas imágenes de materiales destruidos o bajas que tanto prodigaron los medios propagandísticos ucranianos cuando al principio se enfrentaron a las fuerzas rusas. Lo que si se ha visto, por el contrario, es una ciudad desierta donde su población intenta sobrevivir entre penurias y a la que se le ha anunciado que van a evacuar ante la imposibilidad de abastecerlos, donde las fuerzas represivas de retaguardia se dedican a detener y a exhibir atados en las calles de manera ignominiosa a los colaboradores de los rusos. En su historia militar los rusos tienen una larga experiencia de repliegues estratégicos que tuvieron buenos resultados.

Emplazada en la otra orilla del río, con la barrera natural que supone su anchura y la dificultad de cruzarlo al estar bajo el fuego de la artillería, las tropas rusas están reforzando sus defensas y disponen de una ventaja considerable. Tanto es así, que parte de los efectivos asignados en su momento a ese frente se han trasladado al frente de Donbass para reforzar la ofensiva que allí se está llevando a cabo y que poco a poco va ganando terreno, pese a la dificultad que supone rebasar las líneas de fortificaciones construidas por los ucranianos desde hace más de ocho años y que defienden con extraordinaria valentía y tenacidad.

La movilización de reservistas decretada el pasado mes de septiembre y el alistamiento de voluntarios, supone la incorporación de 318.000 soldados y mandos directamente a la línea del frente. A diferencia de los movilizados ucranianos que van ya por su séptima u octava movilización sin apenas formación, estos efectivos están recibiendo un intenso entrenamiento militar por parte de veteranos de la operación, y su incorporación se lleva a cabo cuando han completado su formación y su capacidad operativa esté acreditada. A fecha de hoy, cerca de 80.000 de ellos ya se han incorporado en los frentes integrándose dentro de unidades veteranas. El resto lo hará, previsiblemente, hacia mediados del mes de diciembre. No ha habido precipitación y se está privilegiando su formación para evitar bajas y fortalecer su efectividad.

Entretanto en otros frentes, Donestk y Lugansk, las tropas rusas avanzan despacio privilegiando el fuego de artillería, tanto cuando avanzan como cuando retroceden, evitando una exposición innecesaria de hombres y material. La utilización de drones de observación para la localización de las fuerzas enemigas está siendo empleada de forma abundante con excelentes resultados, permitiendo fuego de artillería preciso y efectivo. Hay abundantes filmaciones de su uso y su efectividad que lo acreditan. La práctica inexistencia de aviación ucraniana, al haber sido anulada al inicio del conflicto y la poca efectividad de sus defensas antiaéreas, pese a recibir nuevos materiales occidentales, hacen que la aviación rusa tenga un control de los cielos e intervenga cada vez más en apoyo de las tropas sobre el terreno. Y pese a que el material cedido al ejército ucraniano no siempre es de última generación, su complejidad tecnológica requiere de técnicos formados y más si se trata de sistemas más modernos; de ahí, que los rusos tengan sospechas de la participación de efectivos de la OTAN manejándolos de forma encubierta.

Previsiblemente, los rusos llevarán a cabo una gran ofensiva cuando las condiciones climáticas lo permitan; esto es, cuando el terreno se hiele, porque ahora con las lluvias intensas es impracticable. Los ucranianos lo están sufriendo en mayor medida debido a que gran parte del material enviado por los aliados de la OTAN, en sustitución del material soviético que tenían y que han ido perdiendo, son de ruedas, a diferencia del material ruso donde predominan las orugas. La prioridad sin duda se centrará en recuperar los territorios del Donbass hasta sus límites territoriales, y tal vez desde el este descender por la margen derecha del Dnieper hasta recuperar los territorios de Zaporiyia y Jersón. Y quién sabe si la contraofensiva no seguirán hasta Odesa. Tampoco los rusos pueden permitirse demorar en exceso su ofensiva porque cuanto más tarden más tiempo tendrá el éjercito ucraniano para movilizar y dar formación a sus levas.

Por otro lado, la destrucción de las infraestructuras energéticas, en especial las centrales y subcentrales eléctricas, por parte de las fuerzas rusas mediante misiles tácticos, está teniendo unos efectos considerables en el deterioro del abastecimiento en los frentes de material al impedirse su traslado desde las fronteras, frenando sus ofensivas y debilitando sus defensas. Aunque sus efectos se están dejando sentir en mayor medida en las condiciones de vida de los civiles al privarles de electricidad y agua, la destrucción de estas infraestructuras era algo que los responsables militares rusos demandaban desde hace tiempo ante el incremento de la ayuda militar recibida por el ejército ucraniano por parte de sus aliados de la OTAN.

Por último, en cuanto a las bajas, los datos de fallecidos en las filas del ejército ucraniano que ofrecen los responsables americanos son sobrecogedores, cerca de 100.000 muertos, a lo que hay que sumar los heridos en la proporción de tres por cada fallecido. Esto significaría que estarían perdiendo entre 300 y 400 hombres al día en los distintos frentes entre muertos y heridos. Las pérdidas rusas estarían en torno a los 16.000 muertos, de los que 8.000 pertenecerían al ejército ruso y el resto a las unidades territoriales, fuerzas chechenas y del grupo Wagner, y más de 48.000 heridos. Hay que tener en cuenta que el peso de la guerra lo han llevado hasta ahora las unidades territoriales del Donbass y las fuerzas especiales en sus respectivos frentes. Inicialmente el éjército ruso habría iniciado el conflicto con 125.000/150.000 efectivos, a lo que habría que sumar cerca de 60.000 movilizados entre las tropas territoriales del Donbass, y las fuerzas especiales chechenas y del Grupo Wagner con 10.000 efectivos cada uno. Por su parte, el ejército ucraniano era de unos 600.000 hombres al inicio del conflicto. Según los datos de la ONU, las pérdidas civiles serían más de 10.000 en ambos lados en los ocho meses de conflicto.

En conclusión, lo más probable es que asistamos dentro de poco a un cambio de la situación, tanto en el terreno militar como en el político, aunque los medios y tertulianos de salón con carreras en los despachos de Bruselas o cuarteles de la OTAN, nos digan que el ejército ucraniano va a ganar esta guerra, y que forzaran a Rusia a devolver los territorios anexionados. Los responsables americanos ya le han ‘sugerido’ a Zelensky que debería replantearse negociar con Rusia, y ya sabemos que quien paga manda, y los gobiernos norteamericanos nunca se han caracterizado por su inquebrantable lealtad al dirigente de turno, sino únicamente en la defensa de sus intereses.

Acerca de Eugenio de Dobrynine

Oficial de la Marina Francesa (r). Abogado. Miembro de la Unión de la Noblesse Russe. Общество Памяти Императорской Гвардии (Association du Souvenir de la Garde Imperiale Russe. Diploma de Estudios Universitarios Generales en Derecho (D.E.U.G.), por la Universidad de París-Nanterre. Licenciado en Derecho (UCM). Diplomado en Derecho de las Comunidades Europeas (UCM). Diplomado en Asesoría de Empresas (UCM). Técnico Superior en Comercio Exterior (ICADE). Diplomado en Prevención y Seguridad Vial (Instituto MAPFRE de Seguridad). Aticulista y conferenciante.