LEVIATHANDEMIA (V).- El Globalismo nos ha declarado la Guerra

En el anterior artículo de la serie hemos visto cómo la venida del Covid le dio a la Élite Globalista una ventana de oportunidad” para hacer “buen uso de la pandemia, no dejando que la crisis se desperdicie”, en palabras de Klaus Schwabb, el Führer del Foro Económico Mundial (FME) de Davos. Y no cabe duda. No la han dejado pasar. No en vano, llevaban años esperándola y estaban perfectamente preparados para poner en marcha todos los planes que nos habían anunciado con todo detalle, para que no nos llamáramos a engaño.

Así lo reconoció la Fundación Rockefeller, en una simulación de “Escenarios para el futuro…” (puedes ver aquí en V.O. y aquí en una mala traducción); en el primer escenario: Lockstep (trad.: marcha militar), se da la Buena Nueva: “En 2012, la pandemia que el mundo había estado años anticipando estalla por fin, sembrando el caos: en los primeros meses mata a 8 millones de personas; EEUU tarda en tomar medidas lo que provoca un aumento enorme de casos y muertes; China es la primera en confinar a todo el país y en parar la pandemia con medidas draconianas, y el resto de países le siguen, dibujándose este panorama: “un mundo con control gubernamental de arriba abajo más estrecho y liderazgos más autoritarios”, con confinamientos, mascarillas, Identificaciones biométricas, restricciones globales al turismo y a los desplazamientos…   

No, no estamos en 2020. La simulación se realizó en 2010. Y a ésta fueron sucediendo otras, con nuevos protagonistas que toman el relevo del Gran Jefe Rockefeller, destacando las llevadas a cabo por los que se convertirían en la Vanguardia Pretoriana del Covid: el Foro Económico Mundial de Davos, la John Hopkins University y Bill Gates, que subvenciona generosamente a los dos. El propio Gates, en sus famosas “Conversaciones con Ted”, en 2015 alertó que el mundo no estaba preparado para afrontar una gran pandemia, que podía ser inminente. En 2018 llevaron a cabo el Clade X Exercise y, finalmente, en Octubre de 2019, tres meses antes en que, “por fin”, llegara Covid, el famoso Event 201, del que ya hemos dado noticia en anteriores artículos. Las dos simulaciones reproducen en esencia el camino marcado por Rockefeller, con las mismas recomendaciones draconianas para convertir al mundo en la distopía huxley-orwelliana que hoy estamos padeciendo.

Pero, por si fuera poco, la máxima autoridad mundial sanitaria, la OMS, cuyo principal financiador hoy, por encima de la mayoría de las naciones, es Bill Gates, un mes antes del Event 201, en Septiembre de 2019, publicó su Informe Anual con el alarmante título Un Mundo en peligro”, cuyo leit motiv es toda una declaración de intenciones: PREPARARSE PARA LO PEOR: UNA PANDEMIA CAUSADA POR UN PATÓGENO RESPIRATORIO LETAL Y QUE SE PROPAGUE RÁPIDAMENTE.

Por último, no olvidemos al omnipresente y ominoso Director del National Institute of Health (NIH) de EEUU, el Zar de la Salud mundial (el amigo y socio de Gates, y máximo representante de la Horda Globalista), el Dr. Anthony Fauci, cuando en 2017 lanzó una amenazante predicción, al comienzo de la legislatura de Trump:“Sin ninguna duda, Donald Trump se enfrentará con una inesperada irrupción de una enfermedad infecciosa durante su presidencia”. Que se atara los machos…

Todo eran simulaciones, avisos y amenazas. Recordemos la máxima que impartía la CIA a sus “rookies”, o novatos, para que abandonaran su credulidad y natural candidez: “una vez es un accidente; dos una casualidad; tres veces una acción enemiga…” 

Pero ahí no queda la cosa. Como nos contó Bill Gates en su blog Gates Notes, su “Fundación ha estado apoyando el desarrollo de una vacuna mRNA desde el año 2010. Se realizaron en ese periodo diversos ensayos utilizando cobayas, de los que apenas se tiene noticia porque resultaron muy desfavorables para los visones y cerditos de guinea a los que fueron aplicados… Esta, quizás, sea la razón por la que Pfizer y Moderna, con el beneplácito de la OMS y la FDA americana, obviaran con sus vacunas contra el Covid el ineludible paso -hasta entonces- de ensayarlas previamente con animales. 

En definitiva, estaban tratando de implantar una muy novedosa terapia genética (que es lo que son estas mal llamadas “vacunas”, a las que me referiré de ahora en adelante entrecomilladas) contra un tipo de virus que, en teoría, todavía no existía. ¿Pero era este el caso? Pues parece ser que no, que las dos cosas, el virus y la “vacuna” se fabricaron simultáneamente (no en vano, si de algo sabe Gates es de virus y antivirus…)

Ya indicábamos en nuestro primer artículo (Leviathandemia I – El virus del pánico) la improbabilidad de que el virus se hubiera transmitido de una manera espontánea. Pues bien, ha pasado un año y pico desde que el Dr. Fauci se explayara contra todo el que el que pusiera en duda el origen “natural”, a los que tachaba, ¡cómo no!, de teóricos de la conspiración, cuando de repente, el 23 de Mayo de 2021 reconoció que no se podía descartar la hipótesis de la fuga del laboratorio de Wuhan. ¿A qué se debía tan repentino cambio? Indudablemente se estaba poniendo la venda antes de la herida, porque poco después el fuego amigo, es decir, el Washington Post (WP), publicó toda una serie de emails que demostraban que Fauci sabía a ciencia cierta desde Febrero de 2020 que “ese” era el origen del virus, y que se “concertó” con sus colegas para ocultarlo (toda esta historia está bien documentada por la periodista Elena Berberana y aquí).

Y lo sabía porque lo que trascendió más adelante fue aun peor. En la segunda legislatura de Obama, en 2014, se prohibió en EEUU -seguramente para desviarlo a otro sitio- lo que se conoce como la “Ganancia de Función” (GOF por sus siglas en inglés: gain of function), que consiste en la experimentación con virus para hacerlos más letales, contagiosos y transmisibles al hombre, con la excusa de encontrar vacunas que los neutralicen. El National Institute of Health (NIH) dirigido por el Dr. Fauci (¡cómo no!), había estado llevando a cabo ensayos de GOF con coronavirus al principio de la década en la Universidad de Carolina, dirigidas por el científico Ralph Baric. Desde 2014, en vez de plegar velas con la prohibición (¿táctica?) de Obama, Fauci siguió canalizando dichas investigaciones a través de una empresa privada vinculada al NIH, EcoHealth Alliance, dirigida por Peter Daszac, a la que dotó con 3,7 millones de $ para continuar estos experimentos en el exterior. ¿Y a dónde fue Daszac para seguir con esta letal investigación? El lector ya lo puede suponer: al Instituto de Virología de Wuhan, y para allá que fue de nuevo Ralph Baric para continuar las letales GOF junto a la famosa -y no menos letal- Li Zhengli (Bat Woman), la zarina de los coronavirus chinos (ver toda la trama en este artículo de la revista The Defender de Robert F. Kennedy Jr.).

Este es el origen más probable, y no otro, del SARS-COV-2, al que con toda intención se le ha llamado con el aséptico nombre de COVID-19, cuando en realidad con mucha más propiedad debería llamársele, no como el virus “chino” o del Partido Comunista Chino”, como algunos -entre otros Trump- lo han denominado equivocadamente (o para despistar), sino como el “Virus del Dr. Anthony Fauci”, o el “El virus del Globalismo” (o si se prefiere de la Élite Globalista), a cuyos intereses sirve el infame epidemiólogo.  Ahora cobra pleno sentido la predicción o, más bien, amenaza, que le lanzó Fauci a Trump sobre la irrupción inesperada de una crisis infecciosa que le iba a estallar en plena cara, perdón, legislatura… (El combativo senador de los EEUU, Rand Paul, de los pocos políticos a nivel mundial que tiene agallas de enfrentarse a la Horda Globalista, ha interpuesto una demanda criminal contra el Dr. Fauci ante el Departamento de Justicia por su extensa y documentada red de mentiras, al mismo tiempo que le hace responsable de toda la Pandemia).

Con estos antecedentes, hablar ya de “acción enemiga”, como nos sugería la máxima de la CIA se queda muy corto para describir lo que representa quizás la mayor Conspiración (sí, y no de los teóricos, ¡¡¡real!!!) a escala global que se haya cernido sobre la Humanidad. Y quien no lo crea, un último detalle que ha trascendido recientemente puede que saque de dudas al incrédulo: el 12 de Diciembre de 2019, Moderna, junto al NIAD, dependiente del NIH y dirigido también por Fauci, dirigieron a la Universidad de Carolina de Norte el material de investigación como candidatos a una vacuna mRNA de coronavirus, es decir, ¡¡¡19 días antes!!! de que China diera la primera noticia de la existencia del virus. ¿Y quién firma la remisión del material de investigación? Pues ni más ni menos que Ralph Baric, el que originó las investigaciones de “ganancia de función” en Carolina del Norte, y las continuó a partir de 2014 en el laboratorio de Wuhan (ver aquí en español y más a fondo aquí en inglés). Verde y con asas. Los mismos personajes al frente de la fabricación del virus y la “vacuna”…

Estos son los prolegómenos de la crisis sanitaria que “estalló por fin” (Rockefeller dixit) en Febrero de 2020, momento en que aplicaron todas las medidas (de TERRORISMO DE ESTADO) que tenían planificadas (confinamientos, mascarillas, distancia social…), paso ineludible para macerar, reblandecer y doblegar la voluntad de la población mundial e imponer como única salida del túnel la Vacunación Universal, de esa vacuna que habían ido fabricando paralelamente a la fabricación del virus al que se iba a aplicar. 

Sin embargo, ¿cómo se puede pretender que fuera necesaria la vacunación universal con un virus cuya tasa de mortalidad anual es del 0,04% (dividir 3 millones de fallecimientos “oficiales” de marzo 2020 a Febrero 2021 entre 7.800 millones de habitantes y, por tanto, una tasa de supervivencia del 99,96%), que apenas llega al 6% del total de muertes por enfermedad anuales (50 millones), y que la gran mayoría de la gente que no esté en los grupos de riesgo lo pasa como una gripe normal?

Además, mucho antes de que se pusiera en marcha existían tratamientos alternativos, como se ha demostrado con múltiples ensayos con la Hidroxicloroquina (HDQ) (ver Leviathandemia II) y la Ivermectina, fármacos altamente eficaces para prevenir y curar la infección en la primera fase sintomática (ver aquí diferentes ensayos clínicos con la Ivermectina, que arrojan tasas de reducciones en mortandad superiores al 85%, y también el meta-análisis de 61 ensayos clínicos con 96% de reducción de la mortandad en tratamientos profilácticos).

Pero más espectacular aun ha sido la praxis médica en los lugares donde ha podido ser aplicada. Todo el mundo recordará la nueva campaña mediática de amedrentamiento con la irrupción de la variante Delta en la India, por Junio de 2021, y la inminente tragedia que se iba a desarrollar con cientos de miles de cadáveres tirados en las calles… Sin embargo, al cabo de 5 semanas el apagón informativo fue absoluto, total. ¿Por qué? Muy sencillo. Porque en la mayoría de los Estados indios se empezó a utilizar la Ivermectina y prácticamente desaparecieron los “casos” y los fallecimientos se redujeron a cero, excepto en los pocos estados en que no lo hicieron, que siguen con altas tasas de fallecimientos (ver reportaje aquí).

¿Y qué decir de Africa? En una gran mayoría de los países centro africanos se utiliza la Ivermectina para combatir parásitos. En todos estos países la incidencia de casos y muertes ha sido las menores del mundo, mientras que los países africanos que no la han utilizado tienen altísimas tasas de mortalidad y efectos adversos, como puede comprobarse elocuentemente en este gráfico (la línea azul es de los países que utilizan la Ivermectina), facilitado por una institución sanitaria poco sospechosa, la John Hopkins University, la asociada a Bill  Gates y coautora del ya citado Event 201.    

La Ivermectina lleva más de 50 años en el mercado sanitario, y se ha aplicado contra muy diversos parásitos, tanto en animales como en el hombre (onchocerciasis, dengue, etc). Los descubridores de la Ivermectina ganaron el premio Nobel. Nunca ha tenido una contraindicación por parte de la FDA. Son absolutamente inocuos y baratos. Sin embargo, ahora, cuando se ha demostrado su eficacia para prevenir y parar el Covid, la FDA lo ha prohibido (ver aquí). Producen náusea, intelectual y moral, sus absurdos razonamientos. Dicen que no se debe tomar la Ivermectina para animales: ¡Faltaría más!, para eso están las fabricadas para humanos, y añade: “También puede sufrir una sobredosis de Ivermectina, lo que puede provocar náuseas, vómitos… e incluso la muerte”. ¡Toma ya! ¡Pues claro! Y una sobredosis de cualquier otro fármaco también puede acarrear la muerte. Ya lo dijo Paracelso: “La diferencia entra la medicina y un veneno está en la dosis”. Para eso están los médicos, que saben recetar las dosis adecuadas de los medicamentos, como los Front Line Doctors (FLD), y su protocolo del tratamiento del Covid-19 con Ivermectina y otros fármacos, médicos perseguidos por querer curar, y no seguir las consignas dictadas por las Big Pharma y sus representantes vicarios, la OMS, la FDA, la CDC et alia..

No tienen ningún motivo para prohibir un medicamento que en las dosis adecuadas – como las que recomiendan los FLD- es absolutamemte inocuo, además de barato (4 $). Si lo hacen es porque pone en peligro la Agenda de vacunación Universal y el gran pelotazo de las Big Pharma y sus socios (Gates, Fauci et alia). Se le ve el plumero a la FDA al final de su folleto (en su versión inglesa), cuando, como si fuera una explicatio non petita, dice que “la manera más efectiva de limitar la propagación del Covid-19 incluye ponerse una vacuna”. Una falsedad de tomo y lomo, como se verá más adelante.

A ninguno de los 4,5 millones de fallecidos por Covid se les ha dado la oportunidad de tomar estos fármacos, que ni siquiera fueron autorizados por motivos de emergencia ni como uso compasivo. Si se hubiera hecho, probablemente ¡¡¡más de 3,5 millones de muertes podrían haber sido evitadas!!! Estamos hablando de un más que posible Genocidio.

Las “vacunas”, en cambio, fueron autorizadas por motivos de emergencia ipso facto sin dejar transcurrir más de un 10% del tiempo contemplado en su fase III experimental, que finaliza en mayo de 2023 en el caso de Pfizer, y en Octubre de 2022 en el de Moderna. ¡Ni siquiera pasaron por el ineludible y necesario paso previo de la experimentación animal! Estamos hablando de unas “vacunas” que nunca anteriormente se habían aplicado a personas, que interfieren directamente en el sistema genético e inmunológico humano, que no eliminan el virus como las vacunas tradicionales -sino que reducen sus síntomas-  y de las que se desconocen cuáles pueden ser sus efectos a medio y largo plazo, como reconocieron las propias interesadas cuando se les aprobó el uso de emergencia (algo obvio, porque en el inicio de un experimento no se puede saber cuál será su final…).

En cuanto a sus efectos a corto plazo sí que sabemos cuáles son, aunque la inmensa mayoría de la población mundial los desconoce porque, como ya es habitual, están siendo sistemáticamente silenciados y censurados por los Gobiernos, Mass Media y redes sociales. De hecho, la inmensa mayoría de la gente desconoce que los efectos adversos de las “vacunas” son publicados oficialmente cada semana en EEUU (VAERS), en la UE (Eudravigilance) y en GB. Pues bien, estas son las cifras oficiales, desde el 14 de Diciembre de 2021 en que se autorizaron las vacunas como “emergencia” al 14 de Agosto de 2021:

  • VAERS (EEUU): 13.068 muertes, 595.622 casos adversos y 81.050 casos severos.
  • EUDRAVIGILANCE (UE): 21.766 muertes y 2.074.410 casos adversos

Es decir, sólo en EEUU y la UE, 35.000 muertes “oficiales” por las “vacunas” del Covid.  ¿Es eso lo que las Big Pharma y las agencias reguladoras sanitarias (FDA, AEM de la UE…) que las han autorizado consideran unas vacunas “seguras”?

¿Y cuáles son los casos adversos que producen, aparte de la muerte? Aquí va una relación para la UE de la farmacéutica con un pedigrí más sobresaliente, Pfizer, según datos de EUDRAVIGILANCE (las del resto de pueden en el artículo citado):

PFIZER: 10,616 muertes (49% del total) y 833,498 lesiones:

  • 22,844 Trastornos de la sangre y del sistema linfático, incluidas 135 muertes
  • 22,132 Trastornos cardíacos incl. 1.591 muertes
  • 208 Trastornos congénitos, familiares y genéticos, incl. 16 muertos
  • 10953 Trastornos del oído y del laberinto, incl. 8 muertes
  • 563 Trastornos endocrinos incl. 5 muertes
  • 12,887 Trastornos oculares incl. 24 muertes
  • 75.021 Trastornos gastrointestinales incl. 454 muertes
  • 220,575 Trastornos generales y alteraciones en el lugar de administración, incl. 3.013 muertes
  • 893 Trastornos hepatobiliares incl. 49 muertes
  • 9.094 Trastornos del sistema inmunológico, incl. 58 muertes
  • 27.018 Infecciones e infestaciones incl. 1037 muertos
  • 10,454 Lesiones, intoxicaciones y complicaciones de procedimientos, incl. 158 muertes
  • 20.892 Investigaciones incl. 342 muertes
  • 6.172 Trastornos del metabolismo y de la nutrición incl. 188 muertes
  • 112,364 Trastornos musculoesqueléticos y del tejido conjuntivo incl. 133 muertes
  • 605 Neoplasias benignas, malignas y no especificadas (incluidos quistes y pólipos) incl. 51 muertes
  • 148.477 Trastornos del sistema nervioso, incl. 1.171 muertes
  • 910 Embarazo, puerperio y afecciones perinatales, incl. 29 muertos
  • 152 Problemas de producto incl. 1 muerte
  • 14,950 Trastornos psiquiátricos incl. 141 muertes
  • 2,763 Trastornos renales y urinarios incl. 169 muertes
  • 10.909 Trastornos del aparato reproductor y de las mamas, incl. 3 muertes
  • 36,913 Trastornos respiratorios, torácicos y mediastínicos incl. 1.268 muertes
  • 40,358 Trastornos de la piel y del tejido subcutáneo, incl. 92 muertes
  • 1.416 Circunstancias sociales incl. 13 muertes
  • 651 Procedimientos médicos y quirúrgicos incl. 28 muertes
  • 23,324 Trastornos vasculares incl. 439 muertes

No hay órgano ni parte del cuerpo humano que escape a las razzias de esta devastadora “vacuna”. Y esto no debería extrañar a nadie, si tuviera la información, como nos ha contado un reputado inmunólogo, el profesor Byram Bridle, becado por el Gobierno de Canadá para investigar el Covid. El Dr. Bridle pidió a las autoridades sanitarias japonesas el estudio de biodistribución de Pfizer, hasta entonces desconocido (ocultado), por el que se descubrió que las proteínas “espiga” que  la vacuna mRNA ordena a las células humanas que fabriquen (¡para crear anticuerpos que la combatan!), no permanecen en el brazo alrededor de la zona del pinchazo (como daba a entender Pfizer), sino que se introducen en el sistema sanguíneo y se “acumulan por órganos y tejidos incluidos el bazo, la médula ósea, el riñón, las glándulas suprarrenales y, en gran concentración, en los ovarios”. Como dice Bridle, “la comunidad científica sabe que la “espiga” es altamente tóxica, y es la responsable de los problemas de fertilidad, y del daño del sistema cardiológico y vascular, si se introduce en el sistema sanguíneo”, sin respetar edad ni estado de salud o condición.

Quizás el lector sepa que, al igual que se hizo con las muertes del Covid, las Autoridades Sanitarias también han prohibido las autopsias de los fallecidos por causa atribuida a las vacunas. ¿Qué tendrán que ocultar, cabe preguntarse? Quizás esto nos dé la respuesta: el primer estudio post-mortem que ha podido realizarse, en Junio de 2021, recogido por el “Journal of Infectious Diseases”, constató que “todo el cuerpo del paciente estaba invadido con altas concentraciones de proteínas espiga inducidas por las vacunas o por RNA viral”, tal y como nos contó el Dr. Bridle un mes antes.

Si todo lo ocultan, ¿cómo no iban a hacerlo con lo más importante, con los casos adversos? Pero además se sabe, y es reconocido hasta por las propias agencias, que en lo que concierne a las vacunas, en general, las estadísticas no reflejan la realidad. El más importante estudio que se ha realizado al respecto, por la Harvard Pilgrim Health Care, Inc habla solo de un 1% de casos adversos reportados, y la mayoría de los expertos estiman que los casos no reportados puede ser entre 5 y 10 veces más que los recogidos en las cifras oficiales. Es decir, de 175.000 a 350.000 muertes por las vacunas contra el Covid, solo entre EEUU y la UE, y millones de efectos severos adversos. Ya hay, incluso, un testimonio judicial (con pena de perjurio en caso de mentir) en EEUU de uno de los técnicos encargados de las estadísticas del VAERS en el que manifiesta que la CDC no está reportando la mayoría de muertes ocurridas por la vacuna del Covid en las 72 horas siguientes a la vacunación, que alcanzarían el número de 45.000 (eran 10.000 las cifras oficiales en esas fechas).

Mucha gente repite como autómatas la propaganda oficial, que, así y todo, los beneficios son mayores que los perjuicios, que se han evitado más muertes, etc, etc. Dejando para más adelante la falsedad de este aserto, sólo cabe decirles:

  1. Esas personas que han muerto se pusieron la vacuna en la creencia de que iban a evitar la muerte, y si no se la hubieran puesto estarían ahora, casi con toda seguridad, vivos (tasa de supervivencia al Covid del 99,96%). Ni qué decir si encima hubiera tomado Ivermectina o HDC…
  2. ¿Diría lo mismo si la víctima hubiera sido su hijo, su marido o su padre? ¿Justificaría su pérdida por un hipotético bien común mayor?

No. A todas esas personas que han muerto se les ha quitado de en medio, y los Gobiernos han garantizado para los fabricantes de la droga letal la inmunidad absoluta contra todo tipo de reclamación legal de las víctimas del experimento, la única inmunidad que de verdad han conseguido estas mal llamadas “vacunas”.

Todo ello con la colaboración activa del ejército de propaganda de los Mass Media y las Redes Sociales, que ocultan todas estas muertes y se dedican a lanzar informaciones tendenciosas -por no catalogarlas de infectas- para tratar de disuadir a los que dudan en vacunarse, como cuando algún famoso ha encontrado la muerte (ver aquí y aquí) por su contumacia “negacionista” (sic). Parece que hasta se alegran…

Lo que desde luego nadie va a encontrar publicadas en sus páginas es la muerte después de vacunarse de este niño de 13 años con una miocarditis a los 3 días de la segunda dosis de Pfizer; igual que esta estudiante de 19 al mes de la segunda de Moderna; de este futbolista de 23 con una hemorragia cerebral a los 4 días de la dosis de J&J; de esta popular locutora de la BBC de 45 años con una trombosis 3 semanas después de la de AstraZeneca; de esta mujer de 64 años por la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (de las “vacas locas”) a los 3 meses de la segunda de Pfizer; o el padecimiento de esta niña de 16 años con un desorden funcional neurológico justo después de la vacuna de Pfizer, que, en un testimonio dramático, solo pide “que le devuelvan la vida”; o de los cientos de miles de personas fallecidas y de millones con problemas severos, quizás para siempre. ¿Se imaginan el dolor y la impotencia de estas familias que, además, no van a poder obtener ninguna compensación, porque sus verdugos se han garantizado la impunidad absoluta?

Esta ocultación es tanto más delictiva teniendo en cuenta que se trata de vacunas experimentales, y que los Gobiernos tienen la obligación y el compromiso adquirido de procurar la información más detallada sobre sus posibles efectos a los que se vayan a exponer a esa experimentación, así como garantizar que puedan dar su consentimiento de manera libre y voluntaria. Así se recogió en el Código de Nuremberg, para evitar que se volviera a producir la experimentación con personas como las que realizaron los médicos nazis, con Josef Mengele a la cabeza, y así está recogido en La Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO  y en las legislaciones de todos los países.

¿Alguien que se haya puesto las “vacunas” ha recibido previamente de los facultativos que se la han administrado la información de que se trata de una vacuna experimental autorizada por motivos de emergencia, y de sus posibles efectos adversos, para que pudiera dar su consentimiento informado? Sobran las dos manos para contarlo…

Es absolutamente injustificable que no se haya paralizado de golpe la campaña de vacunación masiva. En estos 8 meses, los casos adversos “oficiales” de las “vacunas” del Covid han superado los casos de todas las vacunas juntas en los últimos 30 años. En los años 90, con la vacuna de la gripe porcina se produjeron 53 muertes y automáticamente la FDA suspendió la campaña. ¿Qué está pasando ahora? ¿Cómo se puede entender que las Agencias sanitarias reguladoras que deben velar por la salud de la población se inhiban o, lo que es peor, se confabulen con las compañías farmacéuticas a las que deben controlar, para ocultar -y continuar- este crimen de lesa humanidad?

Esto es mucho más evidente por otra de las clamorosas ocultaciones de este ESCAMOTEO GLOBAL, quizás de las más escandalosas. Los ensayos clínicos de la Fase III de Pfizer empezaron en Julio de 2020 con 44.000 voluntarios. A la mitad se les inyectó la vacuna y a la otra mitad, el grupo de control, un placebo, sin que nadie supiera en qué grupo estaba: en eso consisten los ensayos “ciegos”, que, como ya hemos relatado más arriba, finalizaban en mayo de 2023. Lo mismo para la “vacuna” de Moderna, que finalizaba en Octubre de 2022.

Pues bien, nada más ser autorizada la “vacuna” en Diciembre de 2020 por motivos de emergencia, Pfizer comunicó -reveló, chivó- a todas las personas del grupo de control que no estaban vacunados. Lo mismo hicieron los de Moderna. Todo ello con el beneplácito de la FDA. Como es lógico, la mayoría de ellos se vacunaron. El 13 de marzo de 2021 el 93% de los participantes en el ensayo de Pfizer estaban totalmente vacunados, y a mediados de Abril el 98% de los de Moderna.

¿Cómo puede entenderse algo tan inaudito, nunca visto en la historia de los ensayos clínicos: que los que tienen que comprobar la seguridad y eficacia de sus productos eliminen el grupo de control que le sirve de referencia y contraste? Indudablemente por una sola razón: porque no querían que se supiese cuál es esa seguridad y eficacia. ¿Y cómo puede entenderse que la FDA, la que tiene que supervisarlos y aprobarlos, no solo lo permita, sino que lo justifique? Cada vez lo vamos entendiendo mejor…

¿Y qué decir de la eficacia de las “vacunas”, de ese 95% o más que nos auguraban cuando se aprobó su emergencia? Un auténtico bluf. Como ya habían anunciado los más prestigiosos científicos, era una auténtica locura lanzar una campaña de vacunación masiva en plena pandemia. Mucho más con este tipo nuevo de “vacunas”, que no mata el virus, sino que debilita los síntomas de quien lo padece, lo cual significa que el virus tiene una capacidad mucho mayor de “escapar” a los anticuerpos “inducidos” por la “vacuna” y crear variantes más resistentes que la hacen inútil, como advirtió Geert Vanden Bossche, uno de los vacunólogos más prestigiosos, que ha estado en la gestación de innumerables vacunas y proyectos, incluida GAVI y la Fundación Gates. Según Bossche, “las personas vacunadas no solo están transmitiendo variantes del Sars-CoV-2, sino que están desarrollando cada vez más infecciones sintomáticas”.

 Así lo advirtió también Jean Luc Montagnier, el codescubridor del virus del SIDA, premio Nobel y Príncipe de Asturias: “las nuevas variantes son el producto y resultado de la vacunación”, y alertaba del gran peligro que puede suponer uno de los efectos a medio plazo más devastadores: el ADE (Antibody-dependent Enhancement) o Potenciación Derivada de los Anticuerpos. El ADE “ocurre cuando los anticuerpos generados durante una repuesta inmunológica reconocen el virus pero son incapaces de prevenir la infección, sirviendo de caballo de Troya para que el virus se introduzca en las células y exacerben la respuesta inmunológica” (ver aquí).

En la misma línea que los dos científicos nombrados está ni más ni menos que Robert Malone, el principal inventor de la tecnología mRNA, probablemente la mayor autoridad mundial en la materia. Malone, al igual que Montagnier, advirtió del peligro del ADE antes de la campaña de vacunación. El ADE consiste en que “la vacuna provoca que el virus sea más infeccioso que en ausencia de vacunación, permitiendo que el virus se replique a niveles muy superiores”. Según Malone, “esto es lo que ha ocurrido en todos los programas de desarrollos de vacunas contra los coronavirus que se conocen, con humanos… Ocurrió con el virus respiratorio syncytial, en los 60, causando más muertes en niños vacunados que en los no vacunados, y ocurrió con la vacuna del dengue”. Malone pone en evidencia las mentiras del Dr. Fauci, que está echando la culpa de las variantes a los no vacunados, cuando es todo lo contrario, y advierte que, de todas las vacunas, la de Pfizer es la que se está mostrando más ineficaz, con una duración y protección inmunológica menor, como se está viendo con el estallido de infecciones en personas vacunadas en las fases postreras (ver importante video y resumen aquí).

En definitiva, estos grandes científicos (y muchos más que no cabrían en estas líneas: Maculloch, Yeadon, Bridle, Front Line Doctors…), la Ciencia de verdad, y no la de los expertos del género Fauci, están alertando de la catástrofe sanitaria que se está avecinando, pidiendo que se pare radicalmente la campaña de vacunación universal, antes de que sea demasiado tarde, que se utilicen masivamente medicamentos eficaces contra el Covid, como la Ivermectina y la HDC (Malone se trató con Ivermetina), y que se abra un debate público al más alto nivel científico para encauzar esta terrible crisis sanitaria. Por supuesto, como el lector puede comprobar con solo asomarse a Google, Youtube, FB, Twitter y los Mass Media, sus voces han sido acalladas y censuradas, como si estuviéramos en la Rusia de Stalin, y les hubieran sacado de la foto de la historia.

¿Y qué es lo que dicen los datos, la realidad, lo que no se puede sacar a la luz si no se quiere ser tachado de “conspiranoico” o algo peor? Pues, abrumadoramente, pone en evidencia el relato oficial y confirma los diagnósticos de los tres científicos. Es muy significativo que en Enero de 2021, cuando comienza la campaña de vacunación, la pandemia estaba remitiendo en todos lados. Cinco meses después es cuando viene el estallido de la variante Delta, y esto se produce, sobre todo, en los países con más alto índice de vacunación, como Australia, Gran Bretaña o Israel. Y no solo eso, sino que la incidencia de casos y hospitalizaciones es mucho mayor entre la población vacunada. En cambio, los países con tasas más bajas de vacunación, como Rumanía y Bulgaria, son los que tienen índices más bajos de infección.

El caso de Israel es el más significativo, por ser el país con índice más alto de vacunación (80% por encima de 12 años), el 100% con Pfizer, y el primero en administrar la tercera dosis de refuerzo. Y sin embargo es el que ha sufrido el estallido más importante de la variante Delta. Según datos del Ministerio de Salud, desde el 4 al 31 de Julio, el 86% de los casos se dio entre los que estaban totalmente vacunados (ver cuadro estadístico en este artículo). Confirmando a Malone, el Ministerio israelí manifestaba que la eficacia de la vacuna Pfizer con la variante apenas llegaba al 39%. Y lo que es más significativo. En el más importante y extenso estudio realizado hasta ahora (sobre una muestra de más de 700.000 personas) a partir de los datos del Ministerio de Salud, en el periodo en que la variante Delta era dominante en Israel (1 de Junio a 14 de Agosto de 2021), se demostró que el riesgo de contraer la infección sintomática era 27,02 veces mayor entre los totalmente vacunados con respecto a los infectados previamente y no vacunados, y el riesgo de hospitalización 6,7 veces mayor también entre los totalmente vacunados. El director del Hospital Herzog confirma esto último, revelando que del 85 al 90% de las hospitalizaciones está ocurriendo entre las personas totalmente vacunadas. La conclusión del estudio israelí habla por sí sola: “la inmunidad natural proporciona una más duradera y más fuerte protección contra la infección, enfermedad sintomática y hospitalización sobre la variante Delta que la inmunidad inducida por la vacunación completa”.

Estos datos son confirmados por la mayoría de estudios que se están realizando. Es revelador, como nos relata Alex Berenson, el estudio de la Universidad de Cleveland sobre una muestra de 1.359 individuos previamente infectados, con una tasa de reinfección igual a “cero” (recomendada lectura de Berenson, uno de los más reputados publicistas científicos, recientemente censurado, bloqueado y expulsado de Twitter, por decir lo evidente: que las vacunas “no paran la infección ni la transmisión” (no está permitido revelar, como se hacía en el famoso cuento, que “el rey va desnudo”). Pero aun hay más. Según datos oficiales del Ministerio de Salud Británico, 2/3 de las muertes ocasionadas en GB por la variante Delta han ocurrido en la población totalmente vacunada.

Estos son los datos. La conclusión es obvia: la terapia genética experimental que están aplicando masivamente a toda la población mundial, además de producir unos efectos adversos nunca vistos en las vacunas “normales”, incluida la muerte, no previenen de contraer o transmitir la infección y facilitan la propagación de nuevas oleadas del virus, como nos enseñan los casos de Israel, GB y otros países “avanzados” en la manía paranoica “Covidiana”.

Ahora bien, visto el ingente cúmulo de mentiras que hemos relatado de las Autoridades sanitarias, ¿se puede decir, a ciencia cierta, que las denominadas variantes son tales? ¿En qué se basan? ¿Es que los tests PCR, de los que el 90% son falsos positivos (ver Leviathandemia III), ahora les están “chivando” que, además, son de la variante Delta? Nada de nada. Como ha demostrado el veterano periodista y activista, Jon Rappoport (ver perfil), los test PCR no pueden distinguir entre el original y la variante. Para poder identificarlos se necesita secuenciar el genoma en laboratorio, pero nada de esto se está haciendo porque la Agencia reguladora de los laboratorios en EEUU (CMS) no ha validado ninguno de estos procesos, por lo cual los laboratorios tienen prohibido informar a los interesados (ver reportaje). Es decir, que todo es humo…  

Por tanto, las nuevas oleadas, ¿son del original: Sars-CoV-2? ¿Son de la variante: Delta?, o, lo que es peor, ¿son reacciones adversas de las propias vacunas, travestidas de coronavirus? Pues muy bien podríamos pensar esto último, ya que la mayoría abrumadora de los “casos” se están dando entre la gente vacunada, y ya conocemos cómo se las gastan las autoridades sanitarias. Para mayor inri, se sabe que los hospitales están incentivados económicamente si reportan “casos” y “muertes” de Covid. Poco ganarían contando la verdad. Pero quien sí lo ha hecho es una enfermera que ha denunciado -anónimamente- que en su hospital la mayoría de los casos de la variante Delta son reacciones adversas de las vacunas, y que cualquier doctor que lo contara está de patitas en la calle, como nos cuenta el economista y publicista Paul Graig Roberts (ver perfil) en un estremecedor documento. 

Sea como fuere, visto el inaudito caso de los vacunados infectados mayoritariamente, ¿ha hecho esto que las autoridades reconsideren su política, sus planteamientos, su Agenda? Todo lo contrario. Es precisamente, con la venida de la supuesta variante Delta, a principios del mes de Julio, cuando dan la vuelta de tuerca definitiva con la implantación de los pasaportes de vacunación, esos que decían que no iban a implantar. Todo ello con una campaña, encabezada por la Casa Blanca y el inevitable Anthony Fauci (que sigue vivo y pontificando, a pesar de sus documentadas fechorías, un firme candidato al premio Dr. Mengele), y toda la batería de corruptos periodistas de los Mass Media, echando la culpa -contra toda evidencia, como hemos visto- de las variantes a los no vacunados. La propia CDC americana, la Agencia para el control de plagas y enfermedades, con una grosera manipulación de estadísticas, en la que contaba las muertes y hospitalizaciones en el periodo en que la población americana estaba mínimamente vacunada, hablaba de una “pandemia de los no-vacunados”. Su directora, Rochelle Walensky (mala, servil y, en este caso, no destacada por su agudeza), sin darse cuenta reveló cómo había fabricado los datos (ver artículo del doctor y divulgador científico, Joseph Mercola).      

¿Por qué esa virulencia -ese Gran Salto Adelante- para imponer por la fuerza su Agenda y segregar a los disidentes? Indudablemente, para someterlos, porque lo tenían planificado, como todo lo que han hecho desde que empezaron a planificar en 2010 “su” pandemia, con “su” virus y “su” terapia genética antesala del Transhumanismo (no, no son teorías de la conspiración. Ver Leviathandemia IV. Conspiranoicos y conspiradores).

Pero hay un motivo más inmediato. Esta gente es muy mala, pero no idiota (si exceptuamos, quizás, a la Walensky), y saben perfectamente, mejor que nadie, lo que estas “vacunas” pueden producir (incluso a medio y largo plazo). Ese fue el motivo por el que eliminaron el grupo de control en los ensayos. Pero ese grupo apenas superaba los 22.000 individuos, del total de 44.000 voluntarios en la Fase III experimental. Ahora, al haberse ampliado por “su” emergencia la Fase III experimental a toda la población mundial, se encuentran con que hay un grupo de control infinitamente mayor, de varios miles de millones de personas, que no están vacunadas y que pueden, por tanto, poner en evidencia la peligrosidad de esa terapia genética. Esa es la razón por la que, “desesperadamente”, quieren vacunar, ¡¡¡YA!!!, al 100% de la población mundial, como contaba el siempre interesantísimo luchador libertario, Brandon Smith). ¿Qué ocurre si empiezan a llegar efectos adversos más masivos? ¿Qué ocurre si, como advierten los científicos censurados y perseguidos, la temida ADE (potenciación vírica derivada de los anticuerpos inducidos por las vacunas) entra en escena, quizás en el otoño, y los no vacunados son los únicos a los que no afecta? (ver también este inteligente artículo del bloggero llamado Ecosophia).

¿Van a poder inventarse una nueva variante y echarle de nuevo la culpa a los que llaman “negacionistas”, como si fueran ellos los que la cultivan en un invernadero y las propagan con fumigadores? ¿Pero no decían que con sus “vacunas” ya no había ningún peligro? ¿Cómo podrían ocultar a sus cobayas humanas que las terapias genéticas que les estaban inoculando para protegerlas no solo son un fiasco, una vil patraña, sino que, además, son portadoras de un mal mayor?

Eso no puede ocurrir bajo ningún concepto, y, por eso hay que eliminar también este grupo de control, por lo cual, junto al pasaporte, están forzando la máquina con lo más expedito: los mandatos de vacunación. En otras palabras, LA VACUNACIÓN FORZOSA. Pero se presentaba un problema. Con las vacunas experimentales sus mandatos eran susceptibles de ser recurridos, hasta en el Tribunal Penal Internacional de la Haya, con el Código de Nuremberg acechándoles como una Espada de Damocles. Por eso, sin esperar a que haya transcurrido un 30% del tiempo comprometido para finalizar los ensayos de la Fase III experimental (mayo de 2023), la FDA ha aprobado a todos los efectos la “vacuna” de Pfizer, con lo cual ya no es “legalmente” una vacuna experimental.

Todo el proceso de la aprobación de la vacuna de Pfizer es escandaloso. La FDA se había comprometido a que las aprobaciones definitivas se sometieran a un comité de expertos en sesión pública y se ha hecho manu militari. No se han aportado datos de la Fase III experimental de los últimos 6 meses, cuando ya se sabía el fiasco de Israel que solo había aplicado la vacuna de Pfizer. Se ha ocultado la supresión del grupo de control, y se le concede a la empresa con el mayor número de muertes oficiales (9.027) y casos adversos severos (56.607), el 70% del total registrado en EEUU (para quien no conozca la historia criminal de Pfizer, aquí tiene una buena muestra).

Pero no queda ahí la cosa. La aprobación total se le ha dado a Pfizer para una vacuna con el nombre de Corminaty. Pero ésta no tiene ningún escudo contra posibles acciones legales de los eventuales damnificados. Pues bien, la FDA, en su propio escrito de aprobación, como si fuera el representante de Pfizer, dice que apenas hay stocks de Corminaty, y como esta es igual a la vacuna “experimental”, de la que hay una gran cantidad, “se pueden utilizar ambas intercambiablemente” (ver aquí, pág. 2, nota 8). Es decir, que la aprobación ha servido para que se extiendan por todo el globo los mandatos forzosos, pero la agraciada -con el apoyo de la FDA- seguirá pinchando la “vacuna” experimental autorizada por emergencia para evitar que nadie pueda ir legalmente contra ella (CHD dirigida por Robert F. Kennedy Jr. ha interpuesto una demanda contra la FDA).

Así de tramposos, corruptos, cínicos y malvados son esta gente que está al cargo de la Salud mundial.

Tiempo faltó -el mismo día: 23 de Agosto- para que Biden anunciara mandatos obligatorios en todo el Sector Publico (quien no estuviere vacunado tendría que presentar una PCR cada siete días), animando a las empresas a hacer lo mismo. El 9 de Septiembre elevó el listón, y ya no valen los test PCR: quien no esté vacunado en el sector público perderá su trabajo y las empresas que no exijan la vacuna a sus empleados no podrán contratar con el sector público. El 10 de Septiembre anuncian muevas medidas disuasorias que obligarán a las empresas privadas de más de 100 trabajadores a exigir la vacuna a sus empleados (o un test semanal pagado por el trabajador), y que afectará a más de 100 millones de americanos. Por supuesto, sin hacer mención a la inmunidad natural de los que han contraído el Covid, ésta efectiva de verdad, que no quedan exentos. O te pinchas (jab) o a dormir debajo de un puente: NO JAB NO JOB. La profecía de San Juan en su más completa materialización:

“(…) e hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se les imprimiese una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca con el nombre de la Bestia o el número de su nombre.

Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la Bestia, que es un número de hombre. Su número es 666”.

Apocalipsis 13, 16-18

La ofensiva de los Gobiernos, del Estado Profundo, del Nuevo Orden Mundial, del Globalismo, o como quieran denominarlo, contra sus súbditos, desposeídos de toda carta de ciudadanía, es brutal, bestial, implacable, con el presidente de la nación más poderosa del mundo (salido del mayor pucherazo que haya sufrido una “democracia”),  autoerigido en el Gran Leviathan, en el Tiranocóvido Rex, advirtiendo a los que no se han sometido al pinchazo de la Bestia (y los nombra: 80 millones de americanos) que “hasta ahora han tenido paciencia, pero que se les está acabando” (ver truculentos videos). ¿Qué les (nos) espera cuando la pierdan? ¿Controles en las calles y pinchazos forzosos? ¿Campos de concentración para los apestados negacionistas? No, no se rían. La CDC de la Walensky lo tiene ya previsto: zonas protegidas (Green zones) en lo que en el new language orwelliano llama “establecimientos humanitarios” (humanitarian settings), en principio previstos para internar a la población de alto-riesgo (¡¡¡que manda narices!!!), pero con la mente claramente puesta en los irreductibles unvaxxed (no vacunados).

¿Si es segura, efectiva, como dice al principio de su alocución el senil Dictador -mintiendo-, qué tienen que temer los que están protegidos de los que no lo están? ¿Por qué tienen que perder la paciencia? No deberían. Pero no se trata de eso. Se trata de dominar, de someter, y para eso, en su vesania, están dispuestos a todo, a enfrentar a los vacunados contra los no vacunados, a romper las familias, las amistades, a provocar una auténtica guerra civil que sirva de pantalla para ocultar su Agenda de destrucción de todo lo que la civilización ha conseguido arduamente a través de los siglos.

“Entiendo vuestra ira(anger) contra aquellos que no se han vacunado”, dice el ilegítimo presidente que prometió no implantar los pasaportes de vacunación, dando el pistoletazo de salida a una muy posible nueva Guerra Civil americana.

Lo que debería entender la gente, da igual que esté vacunada o no, es lo que se juegan si permiten que estos sociópatas sigan adelante con su plan de convertir el mundo en un campo de concentración. Pero para eso, lo primero que tendrían que hacer es dejar de vivir con ese miedo que les han inoculado en el mayor ensayo de ingeniería social que ha padecido la humanidad.

De todo ello -de la gente, de las personas- hablaremos en un próximo capítulo. Pero mientras tanto, dejo aquí estas preguntas, dirigidas al colectivo de los vacunados: ¿Está Ud. de acuerdo con los pasaportes y mandatos de vacunación? ¿Está de acuerdo con que se desprovea a cientos de millones de personas y familias de sus medios de sustento -da igual que sean amigos, familiares-, de arrojarlos a la miseria, para así sentirse protegido de un peligro del que Ud. se ha inmunizado?

Afortunadamente, y cada vez más, son legión las personas vacunadas que se enfrentan a la Dictadura totalitaria del Nuevo Orden Mundial y a ese plan de sumisión que llaman la Nueva Normalidad. Observen la fuerza simbólica de este video mostrando a italianos vacunados quemando el pasaporte que les daría franquicia para disfrutar de las migajas de “normalidad” que les conceden sus amos. 

La diferencia no reside entre estar vacunados o no. La diferencia está entre quien prefiere la servidumbre y quien no renuncia a la libertad.

Acerca de Ignacio López Bru

Málaga, 1954. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Comercial de Deusto. Estudió Sociología en la misma Universidad. Diplomado Comercial del Estado del Ministerio de Economía y Hacienda, en excedencia desde 1986, en que pasó a dedicarse a la actividad privada empresarial. Actualmente compagina las labores de empresario con diversas actividades relaciona-das con la sociedad civil. Es Secretario de la “Asociación 11-M, Verdad y Justicia”. Ha escrito diversos artículos periodísticos y participa en diversos foros y tertulias, entre ellas en el programa Sin Complejos de Luís del Pino, en esRadio. Autor de “Las Cloacas del 11-M”, una auditoría crítica de la Versión Oficial del 11-M. Blog: “las Cloacas del 11-M”