Imagino cómo sería un mundo en silencio mediático, una urdimbre crítica en la que únicamente el pensamiento social, ese susurro ideológico que surge de la unión entre personas sencillas, construya la trama de la cotidianeidad y la convivencia.
A diario observamos con tristeza el obsceno espectáculo de la manipulación mediatizada, que no mediática. Líderes electos o autoproclamados enarbolan la bandera de la razón y la esperanza, inundando el orbe del pensamiento colectivo con promesas imposibles o soflamas incendiarias, tocando a rebato, intentando conducir la libertad de pensamiento y obra de aquellos que, sometidos a la tortura del ruido electoral, sufren los envites de quienes aspiran a su voto.
Es en este singular lapso temporal que denominamos “período electoral”, cuando uno de los revolucionarios e incorrectamente políticos pensamientos del escritor y novelista Philip Dick, cobran especial vigencia:
“El instrumento básico para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si tú puedes controlar el significado de las palabras puedes controlar a la gente que utiliza esas palabras.”
La perversión del lenguaje a través de eufemismos que disfrazan la realidad es constante, especialmente en el ámbito político. La historia nos ha dejado ejemplos de lo atroz que puede llegar a ser la cosmética lingüística. Es el caso de los sangrientos regímenes comunistas que han utilizado expresiones tales como “Reeducación social” para exterminar a millones de personas en sus “Campos de trabajo”, que no han sido otra cosa que recintos de tortura y asesinatos a discrepantes, prisioneros de guerra o simplemente, personas de una etnia considerada non grata por algún dictador, como en el caso del régimen Nazi antisemita que utilizaba expresiones como “Solución final” para eliminar a millones de judíos. Hace más de dos mil cuatrocientos años el griego fundador de la retórica, Gorgias de Leontinos afirmaba:
“La palabra es un gran soberano que, con pequeñísimo y sumamente insignificante cuerpo, lleva a cabo divinísimas obras”
“Interrupción voluntaria del embarazo (I.V.E.)” para evitar hablar de aborto, “Clínicas de Salud Reproductiva” a los centros donde se realiza esta práctica, “desaceleración económica” cuando se quieren eludir los términos recesión o crisis, “fallecimiento” para no hablar de la muerte, etc. Son ejemplos cotidianos y menos extremos que los utilizados para justificar las grandes barbaridades que en el mundo han sido, son y serán, sin embargo, comparten el mismo objetivo: ocultar, manipular, desinformar o justificar lo injustificable. A diario padecemos las denominadas fake news, paradigma de la desinformación, noticias falsas urdidas en la trastienda del marketing político, una disciplina que va en contra de los más nobles y elementales principios de la política, ya que la voluntad y el destino de las personas nunca deberían ser objeto de mercadeo.
Lev Vygotski (1896-1934) formuló la teoría del determinismo lingüístico, según la cual, el lenguaje determina nuestra forma de pensar y nuestra cultura, otro gran error del Marxismo por considerar que las facultades humanas son marcadas por un determinado pensamiento y deben ser modificadas a base de ideología. Es en este punto donde encaja perfectamente la ideología de género y el “lenguaje inclusivo”, ariete del furibundo sexismo que impregna nuestra sociedad, promovido desde las élites neocom del Siglo XXI.
Y junto a las palabras “controladas” y la perversión del lenguaje, están las estrategias “teledirigidas”. En comunicación política se tienen muy en cuenta las “10 Estrategias de Manipulación mediática, a través de los medios de comunicación de masas”, descritas por el lingüista, activista y politólogo Noam Chomsky en su libro “Armas Silenciosas para Guerras Tranquilas. Manual para la programación de la sociedad”, transcritas por Chomsky de un documento fechado en mayo de 1979 vinculado, supuestamente, con el Club Bilderberg. Dicho libro, surgido desde el más puro activismo libertario, se ha convertido en uno de los referentes antisistema de los denominados “progres”, apelativo usado por un determinado sector ideológico para denominar a las personas que apuestan por el progreso, aplicando modelos económicos y sociales contrarios al capitalismo. Estas son las diez estrategias de la manipulación transcritas por el mencionado politólogo:
- La estrategia de la distracción: desviar la atención de los problemas importantes provocando un diluvio de distracciones con informaciones intrascendentes.
- Crear problemas y después ofrecer soluciones: crear una situación de forma artificial y premeditada para causar cierta reacción en la masa social, a fin de que sus individuos demanden medidas que serán aceptadas.
- La estrategia de la gradualidad: hacer que se acepte una medida inaceptable, aplicándola gradual y consecutivamente durante años.
- La estrategia de diferir: es la manera de provocar la aceptación de una medida impopular presentándola como necesaria, haciendo ver que su aplicación será dolorosa. De esta forma se obtiene la aceptación pública hoy, para poder aplicarla mañana.
- Dirigirse al público como criaturas de poca edad: cuando nos dirigimos a personas adultas como si no lo fuesen, estas tenderán a una respuesta carente de sentido crítico, por lo que su reacción ante determinadas medidas inducidas, probablemente, será la de la aceptación.
- Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión: es una de las técnicas más eficaces para inducir ideas y provocar actitudes. Las emociones deciden y las razones justifican, este es un principio básico utilizado profusamente en el ámbito del nacionalismo, cuyos inductores saben bien que las emociones, anulan el sentido crítico de los individuos.
- Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad: para lograr que los ciudadanos, especialmente los que se encuentran en los sustratos sociales medio-bajo y bajo, no alcancen a comprender las técnicas de manipulación que se les aplica, su educación debe ser de la peor calidad posible, además de sesgada.
- Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad: hacer pensar a los ciudadanos que está de moda ser superficial, vulgar e inculto, es garantía de neutralidad y falta de resistencia ante medidas y decisiones que les afectarán seriamente.
- Reforzar la autoculpabilidad: una de las estrategias de manipulación mediática más crueles es hacer creer a los individuos que son ellos los culpables de su propia desgracia, debido a su falta de inteligencia o a su vagancia. Es una estrategia de neutralización que deriva en inacción y asunción de la desgracia inducida, despejando el camino para la implantación.
- Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen: la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, han aportado y aportan un conocimiento avanzado del ser humano, tanto física como psicológicamente. Actualmente, los datos completan la tarea haciendo posible conocer a los individuos, mejor de lo que ellos mismos se conocen.
¿Quién con una mínima capacidad de reflexión y visión crítica no reconoce parcial o totalmente en este sórdido manual de la manipulación, rasgos y similitudes con la gestión gubernamental de algunos países, especialmente los gobernados por regímenes totalitarios, aunque no solo suceda en estos? Curiosamente, y sirva también como ejemplo de manipulación y máximo retorcimiento de la realidad, el propio Noam Chomsky junto a otros 70 intelectuales, dirigieron en enero de 2019 una carta abierta a los Estados Unidos y a sus aliados en la región, pidiendo que dejasen de interferir en la política interna de Venezuela cuyo presidente actual, al igual que su predecesor, llevan años aplicando en su maltrecho pais las citadas Diez estrategias, para mayor gloria de su particular e interesada dictadura ideológica.
Sin tener nada que ver con ese caso, debemos reconocer cierta dictadura ideológica cuando la mayoría de partidos políticos y sus mariscales de campo mediáticos someten a la población, en campaña electoral y fuera de ella, a su persistente lluvia fina de axiomas electorales. A su servicio, el arma de convicción masiva con mayor potencial de manipulación, el lenguaje, acompañado siempre de grandes presupuestos alimentados con el dinero de los ciudadanos. Llegados a este punto, no se puede dejar fuera del análisis la denominada “corrección política”, perfectamente definida por el filósofo esloveno Slavoj Zizek, como “la forma más peligrosa de totalitarismo”. Entre otras, Zizek es también autor de afirmaciones como “Hoy en día el comunismo no es el nombre de una solución, sino el nombre de un problema”, ya que es defensor de un nuevo “comunalismo globalista” con retos como la ecología, la renovación del Estado del Bienestar y la lucha por evitar la “guerra digital cognitiva”. Se trata del “Globalismo” concepto antagónico al patriotismo lo que es distinto del nacionalismo, que se define como una ideología o doctrina fundamentada en la valoración de la nación por encima de todo, mientras que el patriotismo se refiere exclusivamente al amor por la patria, lo que incluye, como es lógico, la defensa de la propia nación.
En este complejo y poliédrico ecosistema ideológico de la manipulación en la comunicación política, surge un brote de esperanza, una generación de jóvenes que transitan por la vida ajenos a los medios de comunicación tradicionales (prensa, radio y televisión). Ellos, tan tecnológicos y digitales, que no libres, transitan por caminos muy diferentes a los que recorren los políticos convencionales en sus rutas de campaña, cargadas de adrenalina y épicos sueños de poder, ya sea para bien o para mal, consciente o inconscientemente. Hay quien no lo está percibiendo. Políticos sénior y noveles sin la suficiente visión social y capacidad de análisis, están perdiendo a estos públicos antes de haberlos tenido, especialmente los pertenecientes a viejas agrupaciones políticas anquilosadas en sus rígidas estructuras de partido. Sin embargo, nuevas opciones políticas, valientes y ajenas a la perniciosa corrección política, alineadas con la frescura de esos jóvenes que aún conservan intactos sus sueños, están irrumpiendo en el panorama político. No reconocerlos será el fin de los partidos tradicionales. Entre otras muchas características, debe reconocerse en esas nuevas formaciones y en sus públicos, una generación de ciudadanos que desean mostrar activamente su hartazgo y rechazo hacia viejos temas y disputas que les son ajenas, más allá de las lecciones de historia que hayan recibido, probablemente y dependiendo de la región de España donde hayan recibido su educación, gravemente distorsionadas.
En ese lodo confuso y farragoso de la política convencional, están naciendo abundantes flores del pensamiento crítico, jóvenes y no tan jóvenes capaces de evaluar la información que reciben, analizándola al margen de sesgos ideológicos. En todo ello tiene mucho que ver la desafección política provocada por la impudicia sonrojante de la que han hecho gala quienes confunden libertad de acción en la administración pública, con libertinaje. Frente a ese aparente distanciamiento, se atisban indicios de que la sociedad civil parece estar despertando. Los ciudadanos dan señales de activación política al empezar a comprender lo que afirmó el filósofo griego Platón:
“Una de las sanciones por negarse a participar en la política es que termines siendo gobernado por tus inferiores”
Desde un punto de vista de la comunicación, especialmente en la comunicación corporativa y en la política, es imprescindible comprender que está surgiendo esta corriente impulsada por un “escepticismo de supervivencia”, próxima al sofismo, en el que no hay una verdad incontrovertible, única y definitiva, y se busca la libertad de pensamiento frente a las interesadas dictaduras ideológicas.
Hoy en día, la eficacia de la comunicación política depende de múltiples factores, pero hay uno que prevalece por encima de todos, la sinceridad. Aquellos políticos que prometen hacer lo contrario de lo que han hecho sabiendo que no podrán cumplirlo, tal y como ya hicieron ellos o sus predecesores, lo tienen francamente difícil para ganarse la confianza de un amplio sector de público.
En los inicios de este prometedor Siglo XXI, la sinceridad es a la comunicación, lo que las abejas a las flores, sin ella no se puede polinizar garantizando así la próxima floración. La mentira, por el contrario, se está estrellando contra el muro de una renovada sociedad civil hastiada de falsas promesas e ineficiencia, un gasto público descontrolado y en ascenso, además del enorme cáncer social que supone la corrupción en la política.
Al margen de las intenciones que se proclamen desde cada fuerza política, hoy en día, la credibilidad de un político se juega en el campo de la franqueza, y la mejor estrategia es no tener ninguna, ser honestos y transparentes. No obstante, es imprescindible tener un plan con objetivos claros, trazar la ruta, prever incidencias y ser flexible para no quebrarse con los huracanes de la política; Y lo más importante: caminar con firmeza y convicción, reforzando y mejorando constantemente las ideas que han forjado el proyecto que se le está ofreciendo a los ciudadanos. No hay que olvidar que la estrategia es el arte del engaño, por lo tanto, cada vez que alguien menciona la “estrategia electoral”, está haciendo alusión directa al conjunto de tácticas diseñadas para ejecutar la estrategia, engañar al “enemigo” y ganar una batalla, la del poder que otorga gobernar un territorio o influir en el devenir social y económico de sus habitantes.
En España están aflorando nuevas fuerzas políticas, valientes, serias y con verdadero sentido de Estado que han comprendido la necesidad de llevar a cabo otra forma de hacer política. Sus líderes han comprendido la necesidad de transmitir autenticidad y transparencia. Sin violencia, sin coacción, con la serenidad de aquellos que permanecen ajenos al odio y al rencor, con la vista puesta en un futuro mejor para todos; Sin pretender, en definitiva “tomar el cielo por asalto”, soflama revolucionaria pronunciada por un fallido lider que quiso asaltar el cielo y este lo asaltó a él, transformándolo en un atormentado nubarrón.
En la medida que los ciudadanos despierten del aturdimiento al que han sido sometidos durante décadas de gruesa política partidista que ha degenerado en perniciosa partitocracia, se producirá un profundo cambio social en los próximos años. Esperemos que así sea y los nuevos políticos traigan también nuevas políticas, con fórmulas sociales diversas y modernas que no estén basadas en sistemas fracasados. La clave para distinguir cuáles son esos sistemas está en conocer la historia. Saber qué sistemas y modelos de gestión pública han generado riqueza y estabilidad, y cuáles pobreza, miseria y conflictividad, está al alcance de cualquier persona que sepa leer y se esfuerce por comprender. Eso sí, hay que hacer hincapié en la importancia de la lectura, en un pais, España, en el que un 38,2% de españoles no lee nunca (CEGAL 2018), lo que representa millones de personas fácilmente manipulables por aquellos que más dádivas les prometan, más o mejor amenacen o simplemente, por quiénes mejor empaticen. El pensador chino Confucio afirmó:
“No importa lo ocupado que piensas que estás, debes encontrar tiempo para leer, o entregarte a una ignorancia autoelegida”.
También dijo Confucio:
“Aprender sin reflexionar es malgastar la energía”
Sabios consejos para concluir con este ejercicio de reflexión sobre la deleznable manipulación, la azarosa comunicación política y la necesidad de potenciar el pensamiento crítico en una sociedad cada vez más mediatizada e instrumentalizada, socavada por la inmediatez y la falta de análisis, dos de los grandes males que están afectando a las sociedades occidentales.