Primeros pasos de la Unión Económica Euroasiática

Primeros pasos de la Unión Económica Euroasiática
En el año 2015 se puso en marcha la Unión Económica Euroasiática (UEE), un organismo regional con personalidad jurídica propia, integrada por Rusia, Belarús, Kazajistán y Armenia. Su sede está en Moscú, el tribunal en Minsk y el regulador financiero en Almaty. Durante los dos años y medio que duraron las negociaciones, Moscú ha intentado de forma infructuosa incorporar elementos políticos en el proyecto, en vista de la oposición de Belarús y Kazajistán. Para su mayor desarrollo, la UEE prevé crear diferentes instituciones y comisiones con el objetivo de encontrar aproximaciones entre los miembros hacia la política común tributaria, monetaria, internacional. Durante este año 2015 la presidencia la ostenta Belarús.
El fundamento de la Unión Económica Euroasiática procede de la Unión Aduanera, que supuso la eliminación de aranceles en las fronteras ruso-bielorruso-kazajas y el establecimiento de la tarifa exterior común respeto a terceros estados. Su objetivo es caminar hacia espacios de mayor integración y facilitar la incorporación de nuevos miembros, como Kirguistán, y al objeto de evitar duplicidades y burocracias entre sí, el 10 de octubre de 2014 Rusia, Belarús, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, firmaron el tratado de disolución de la Comunidad Económica EuroAsiática (EurAsEc), tras 14 años de existencia.
La UEE abarca un territorio de más de 20 millones de kilómetros cuadrados (geográficamente el más extenso del planeta), y una población superior a los 170 millones de habitantes. Por el volumen de su PIB ocupará el sexto lugar en el mundo. Los países integrantes poseen enormes reservas de recursos naturales, en particular, controlan la quinta parte de las reservas mundiales de gas y casi el 15% de las de petróleo, y son el puente natural de comunicación y energía entre Europa y Asia.
La nueva Unión Económica Euroasiática ha despertado interés en otros países de la región y de otras áreas internacionales, aunque en la actualidad el proceso se ha frenado debido a las sanciones a Rusia por el conflicto en el este de Ucrania y la incorporación de Crimea a la Federación Rusa.
La UEE aplicará una política común en los campos de la energía, industria, agricultura y transporte, y también en el libre flujo de mercancías, servicios, capitales y trabajadores. Sectores como la agricultura, la construcción y el comercio se irán liberalizando a partir de ahora, mientras que otros lo harán de manera gradual. El mercado común de energía eléctrica en el marco de la UEE deberá esperar a 2019, mientras que el de hidrocarburos comenzará a operar a más tardar en 2025.
Cada uno de sus miembros ha llegado a la unión común a partir de diferentes realidades e intereses. Para Rusia la UEE tratará de impulsar sus prioridades geopolíticas y económicas en el esquema regional, por ejemplo, a través de un mayor acercamiento de Kazajistán y de otros países para hacer frente a actores como China, que últimamente ha conseguido posicionarse en Asia Central a través de proyectos económicos conjuntos con los países de la zona. Tomando en cuenta que la economía rusa y del resto de países está basada en materias primas, podrían surgir conflictos de intereses. De algún modo, la UEE es una respuesta a los acontecimientos geopolíticos de la actualidad y tiene una importancia primordial para Rusia al mantener a sus aliados o vecinos cerca y no permitir que se alejen como ha ocurrido con el caso de Ucrania.
Diversos analistas aseguran que Rusia pretende también darle un sentido cultural y de civilización (político y social), además del económico, en su afán de reencontrar las identidades comunes de los estados postsoviéticos, incluida la rusa, entre su zona europea y asiática.

Para Kazajistán la Unión es interesante desde el punto de vista geográfico: el país necesita a Rusia porque está apartado de Europa. Al mismo tiempo podría debilitar a su antiguo rival Uzbekistán en la zona.
En el caso de Belarús se dan unos intereses políticos aún más estrechos que económicos, y pese a que en la actualidad Rusia es un socio económico vital para Belarús, tránsito de gas, etc., y de que hay bases militares rusas en su territorio, también existe un interés mutuo de aproximarse a la UE a través de su política de vecindad, cuyo fórum se celebrará en mayo de este año en Riga. Pero a Belarús le será muy difícil alejarse de su ‘socio’, a la vista de lo sucedido en Ucrania, sin que parezca que la UE muestre un especial interés por el actual gobierno de Minsk. No obstante, una Belarús sin recursos naturales ha sabido desarrollar o mantener su industria desde la etapa soviética, y aunque la estratégica está todavía por decidir, los rusos no dejan de venderles los productos derivados de petróleo, de acuerdo a los intereses de Minsk.
Armenia no tenía muchas alternativas diferentes en el momento de sumarse al proyecto, debido a los problemas económicos y políticos que atravesaba, aunque su ingreso no es pleno y la integración se va a desarrollar en varias etapas. El país está situado en una zona de grandes tensiones, que son de interés vital para muchos actores en el Cáucaso Sur, junto con Georgia y Azerbaiyán. Tampoco posee recursos naturales, al tiempo que mantiene la disputa territorial de Nagorni Karabaj con Azerbaiyán, un país de gran interés para la UE por su gran volumen de negocio. Azerbaiyán supo llegar a un acuerdo con los rusos sobre el Mar Caspio, a la vez que los rusos se han ido aproximando hacia Turquía, cuya posición también es clave para la zona. En Armenia hay bases rusas y ello permite patrullar las fronteras comunes con Turquía e Irán, y de ser un garante en el conflicto de Nagorni Karabaj, aunque desde hace tiempo se sospecha que Rusia está vendiendo armas a Azerbaiyán, su enemigo.
Las críticas de la oposición armenia y de parte de su influyente diáspora en los Estados Unidos, se centran en el progresivo deterioro de sus relaciones con Georgia, debido a su aproximación a la OTAN y la UE, e Irán, donde ha abierto otra vía alternativa para importar gas y de ese modo alejarse de sus vecinos. Aparte, Armenia, como miembro de OMC, ha prometido bajar los impuestos para algunas mercancías, y ahora tiene que subirlos debido al carácter proteccionista de la UEE, pero pese a la importación de recursos naturales más baratos su actual gobierno sigue siendo inestable. Armenia también está invitada a participar en el fórum en Riga en mayo de este año sobre las Políticas de Vecindad de la UE.
En el caso de Kirguistán, el próximo socio de la UEE, con fronteras comunes con Kazajistán y China, y cuya incorporación está prevista para el próximo mes de mayo, su débil economía necesitará de la asistencia de nuevas inversiones rusas, nada seguras por el momento debido los problemas económicas que tiene. Después de dos revoluciones y en unas condiciones desfavorables, el presidente debe ofrecer un proyecto político y económico diferente, fortalecer su lobby en Moscú y Astaná, y esperar a que la ayuda de Rusia (si llega) y de Kazajistán, pueda mejorar su economía. En Asia Central, las antiguas repúblicas soviéticas dependen en gran medida de las remesas de dinero enviadas por la diáspora que trabaja en Rusia.
Para aquellos empresarios que se encuentran menos enfocados en Rusia, ser miembro de la Unión significa una pérdida, ya que las importaciones de China, con quién Kirguistán actualmente posee un tratado de libre comercio, al ser ambos países miembros de la Organización Mundial de Comercio, subirían de precio. La incorporación de Kirguistán, y muy probablemente también en un futuro Tayikistán (que tiene frontera con Afganistán), podría derivar en graves problemas fronterizos, inmigración ilegal, drogas e islamismo, que hoy inquietan seriamente a Kazajistán, aunque siga siendo sin duda alguna un punto estratégico.

Conclusiones
A todas estas repúblicas les une su pasado soviético común, y una infraestructura complementaria que hace difícil que una pueda funcionar sin la otra, y algunas poseen recursos naturales importantes que podrían ser un complemento para quienes no los tienen. A la UEE les ha empujado también el fenómeno de la propia globalización de la cual pueden beneficiarse aliviando el mercado interno y defendiéndose ante amenazas externas.
Los mercados de la Unión Económica Euroasiática son muy diferentes entre sí respecto a su densidad de población; Belarús tiene 9 millones de habitantes, Kazajistán 17 y Armenia 3, en comparación con los 144 millones de Rusia.Hasta el tamaño del mercado no será suficiente para reactivar la economía en todas ellas. Los problemas no se resuelven sólo con la población, y las perspectivas actuales indican que el intercambio comercial entre los miembros de la UEE ha bajado recientemente, debido a un lento crecimiento de las economías, reduciéndose el nivel de las inversiones mutuas. No está suficientemente desarrollada la industria, siendo la especialización en cada país diferente y la fuente de financiación principal (precio de los recursos energéticos) está muy por debajo de la sostenibilidad de sus economías. Al límite.
No todos los estados de la UEE forman parte de la OMC, por lo que habrá que tomar en cuenta esas diferencias, aunque también es verdad que dicha situación podría a su vez simplificar en un futuro la entrada de otros estados en esa organización internacional.
Habrá que ver con detalle las perspectivas reales que ofrece en un futuro la Unión Económica Euroasiática para cada país, tomando en cuenta que todavía están pendientes de renegociar algunos puntos importantes, aparte de las sanciones a Rusia que ya está afectando seriamente a todo ese plan. Hasta hace poco la unión no se veía que fuera posible sin Ucrania, ahora el objetivo de Rusia es no perder a los otros miembros, además de mantener su influencia regional e internacional.
Las encuestas indican que el apoyo de la opinión pública está disminuyendo, sobre todo en Belarús y Kazajistán. Sus poblaciones no tienen un optimismo especial sobre la creación de órganos supranacionales, por eso se aplica el término «económico» para evitar hablar de la influencia política y la posible pérdida de una parte de su soberanía. Ni Astaná ni Minsk tienen una posición oficial sobre Occidente y sus sanciones contra Rusia y nadie quiere cerrar sus fronteras ni dejar de negociar con otros socios comerciales. Por otra parte inversiones chinas en Asia Central podrían ser una alternativa para el desarrollo de proyectos estratégicos en la región.

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    Acerca de Alesia Slizhava

    Doctora en Ciencias Políticas, Licenciada en Derecho Internacional (con matrícula de honor), Máster en Cooperación Internacional, Máster en Dirección Logística. Su experiencia profesional se centra en el ámbito internacional, desarrollo de negocio, Project management, relaciones institucionales, consultoría y enseñanza universitaria. Durante los últimos 10 años ha sido profesora en la Universidad San Pablo CEU, Universidad Complutense de Madrid, Universidad Rey Juan Carlos u otras instituciones. Ha desempeñado diversos puestos de responsabilidad en proyectos financiados por la Unión Europea en sectores como economía internacional, finanzas públicas, social, cultural y gobernabilidad, trabajando en diferentes consultorías a nivel europeo. También representa la Cámara de Comercio e Industria. Tiene interés en organizaciones internacionales, multinacionales, temas de defensa y seguridad, business intelligence y liderazgo. Habla ruso y bielorruso (nativo)., español e inglés (nivel avanzado).