La evolución del Estado Islámico y sus primeras consecuencias

La evolución del Estado Islámico y sus primeras consecuencias
La continuación de la amenaza del Estado Islámico, el incremento del número de sus seguidores así como el aumento en cantidad y calidad de sus fechorías han llevado a establecer cambios en las estrategias definidas inicialmente para combatir a este grupo terrorista. Nuevos/viejos actores han tenido que intervenir para darle un giro positivo a la situación de los combates, pero ello no ha sido gratis para la Comunidad Internacional en general y en especial para EEUU. La entrada no oficial en fuerza de Irán en el conflicto puede llegar a suponer un precio muy alto para otros actores regionales y para las negociaciones del propio programa nuclear iraní.
DesarrolloDesde la aparición del Estado Islámico (EI) en 2014 y su rápida y exitosa extensión por Siria e Iraq, con la consiguiente alarma en Bagdad, otros dos países (fundamentalmente EEUU e Irán) se vieron directamente implicados en el asunto. Podríamos decir que la mencionada implicación tomó inicialmente dos caminos muy diferentes para cada uno de estos actores.
EEUU estimó oportuno que bastaría con una manifestación de apoyo a su aún aliado Iraq, y con la creación de una Coalición un tanto sui generis, que nacería con ocasión de la última Cumbre de la OTAN en Gales, en septiembre de 2014. Los papeles a jugar por cada uno y la estrategia a emplear estaban claramente definidos y se limitaban, como todos conocemos, a una intervención de apoyo y ataque aéreo por parte norteamericana, con el adiestramiento y apoyo logístico a unas fuerzas terrestres basadas, en principio, en los combatientes kurdos (peshmergas), desplegados en territorio iraquí, y de las propias fuerzas militares iraquíes. Aunque no se mencionaba a nadie en concreto, si se estimaba que la presencia y actuación de otras fuerzas regionales en el territorio sería de gran ayuda para la consecución de un éxito más o menos a corto o medio plazo.
Para la puesta en escena de dicha coalición se organizó a toda prisa la denominada Conferencia Internacional sobre la Paz y Seguridad en Irak, celebrada el 15 de septiembre de 2014 en París, en la que participaron 30 países diferentes. Conferencia, que no contó con la presencia de representantes de la República Islámica de Irán, a pesar de la insistencia del Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, quién telefoneó a su homólogo iraní, Javad Zarif, para solicitar la cooperación de Teherán en la lucha contra el EI, según se ha sabido posteriormente,
Por su parte Irán, a pesar de que los iraníes tienen mucho que perder en este conflicto, dado el constante peligro de una importación del fenómeno a su país, ha logrado que Iraq se haya convertido en su aliado árabe más cercano, tras la caída del régimen de Saddam en 2003, por lo que junto a sus estrechos vínculos políticos, étnicos y religiosos, el comercio bilateral haya aumentado hasta los 12.000 millones de dólares en 2013. Sin embargo, no había decidido verse abiertamente involucrado y a participar en el conflicto, de ahí su no aparición en la conferencia de París.
Las razones que podrían haberle inclinado a ello se basan en los siguientes aspectos; en primer lugar, los dirigentes iraníes han venido acusando a muchos de los integrantes de la coalición, entre ellos Arabia Saudita y Catar, de haber financiado a las milicias islamistas en Irak y en la guerra civil en Siria. En este sentido, el Presidente iraní Hassan Rohani llegó a criticar de «burla» y de «falta de seriedad» de la coalición, según el diario conservador iraní Kayhan.
En segundo lugar, Irán encontraba difícil compartir bando con Arabia Saudita, su competidor directo por la supremacía en la región del Golfo. Arabia Saudita e Irán, líderes político-religiosos de las ramas sunita y chiita del Islam, han patrocinado guerras por delegación –proxy wars- en varios países del Medio Oriente y, en particular, en la guerra civil Siria, en la que han apoyado a los rebeldes y al régimen de Bachar el Asad respectivamente.
En tercer lugar, el régimen iraní necesitaba proteger los intereses de su principal aliado en la región, el gobierno sirio de Bachar el Asad, y recelaba de las verdaderas intenciones de EEUU en Siria. En su esperado discurso sobre la estrategia del 10 de septiembre de 2014 contra el EI, el Presidente Obama proclamó su intención de reforzar a los rebeldes moderados de la oposición siria para combatir al EI, pero también a Bachar el Asad. Por ahí no podía pasar el gobierno iraní que se ha volcado con armas, dinero y fuerzas especiales en el terreno en apoyo del debilitado ejército regular sirio.
Por último, la coincidencia de intereses en Iraq no tiene por qué convertir en amigos a dos viejos enemigos en tan breve espacio de tiempo. Una acción concertada tendría difícil venta en clave interna. De hecho, determinados síntomas de acercamiento en la negociación de su programa nuclear con EEUU, que inicio el Presidente centrista Hassan Rohani en noviembre de 2013, ya había suscitado una resistencia feroz por parte del establishment conservador integrado por la Guardia Revolucionaria, el poder judicial y el Consejo de Guardianes, un grupo que recibe el aliento del todopoderoso Ayatola Ali Jamenei, el líder supremo de la Revolución.
La facción conservadora, que defiende a ultranza la opción de la bomba nuclear, podría aprovechar cualquier atisbo de cooperación con EEUU y su Coalición, para denunciar que el Gobierno de Rohani dañaba el interés nacional con su política exterior conciliadora. El régimen iraní necesita más apertura, pero en pequeñas dosis para que sean digeribles por el poderoso establishment conservador.
De ahí que el Presidente Rohani fuera consciente de tener que ir con pies de plomo para afrontar, desde una posición de fuerza en el ámbito interno, las nuevas rondas de negociaciones sobre su programa nuclear entre Irán y las grandes potencias que tienen fecha de caducidad a 30 junio del 2015. Y así, optara inicialmente por no demostrar en demasía un interés en participar en la resolución del conflicto armado contra el EI.
Han pasado muy pocos meses desde lo referido hasta el momento actual y poco a poco se ha ido poniendo sobre la mesa de la opinión internacional noticias sobre una determinada «participación encubierta» iraní en el conflicto. Todo apunta a que Irán dio un gran paso en esa dirección después de la caída de Mosul el 10 de junio de 2014, cuando unidades del ejército regular iraquí huyeron aterradas ante unos cientos de combatientes del EI y pudieron apreciar que el entonces primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, había perdido el control sobre el país, Irán rápidamente decidió enviar asesores militares, drones y, según algunas versiones, pilotos de combate iraníes para tripular aviones iraquíes.
Esta decisión de intervenir resultó inusualmente atrevida. Previamente, los líderes de Irán habían sido muy cautos sobre cualquier intervención abierta en territorios extranjeros, prefiriendo operar a través de intermediarios locales, tales como Hezbollah en el Líbano. Cuando los talibanes afganos – otro movimiento sunita puritano con un odio especial hacia Irán – invadieron la ciudad de Mazar-i-Sharif y ejecutaron a ocho diplomáticos iraníes en agosto de 1998, Irán llegó a concentrar hasta 70.000 tropas en la frontera y amenazó con invadir Afganistán. Pero el Consejo Supremo de Seguridad nacional de Irán, después de deliberar durante unos días, decidió que una invasión, aunque militarmente factible, no merecía la pena por los más que probables riesgos y represiones internacionales. Más recientemente, Irán ha negado reiteradamente el apoyo al presidente Bashar al-Assad de Siria en la guerra civil de Siria, a pesar de numerosas pruebas que son conocidas por muchos analistas internacionales.
Teherán considera que un régimen pro-iraní dominado por los chiitas en Bagdad, será un elemento importante para sus intereses, dado que puede facilitarle el dominio del sur de Iraq, crucial para sus beneficios derivados de la explotación y el transporte del petróleo. Los iraníes libraron una guerra con un Irak dominado por los suníes en la década de 1980, con bajas devastadoras. Evitar otra guerra semejante era fundamental para la política de seguridad nacional iraní. Desde el punto de vista de Teherán, el EI tiene la capacidad de paralizar el gobierno de Bagdad y potencialmente llevar a cabo una acción similar contra Irán.
Todo apunta a que -aparte de posibles enfrentamientos internos- los iraníes han entendido que la mera posibilidad de que el EI domine incluso partes de Iraq es inaceptable para Teherán, lo que se debe traducir en el alineamiento de sus intereses con los de los de EEUU. Ambos países quieren un EI abatido. Los dos quieren que el gobierno de Bagdad funcione. Los norteamericanos no tienen problema de que Irán garantice la seguridad en el sur, y los iraníes no tienen objeciones de que en el norte domine un Kurdistán pro-estadounidenses mientras ellos sigan dominando los flujos de petróleo en el sur.
El reconocimiento de las intervenciones iraníes en territorio iraquí para combatir al EI, ha venido creciendo paulatinamente y se ha pasado de una simple colaboración en inteligencia y con fuerzas especiales (Qods), a lo que se ha sabido en las últimas semanas, con la importante participación de fuerzas regulares iraníes en apoyo a las fuerzas iraquíes, e incluso, llevando casi la dirección de la batalla en determinados momentos. Lo que sin duda les lleva a una determinada, como mínimo, coordinación con las fuerzas norteamericanas y de la coalición que intervienen en los apoyos aéreos a los combates terrestres.
Como conclusión del análisis anterior, todo parece apuntar que existe una nueva entente entre EEUU e Irán, cosa que naturalmente levanta las alarmas en varios frentes: en primer lugar en Arabia Saudita, la tercera mayor potencia en la región aunque sólo sea por su riqueza y su capacidad para financiar movimientos políticos. Riad ve a Teherán como un rival en el Golfo Pérsico que potencialmente podría desestabilizar Arabia Saudita por la vía de su propia población chiíta. Los saudíes ven también a EEUU como el último garante de su seguridad nacional, aunque ellos hayan estado actuando un tanto por su cuenta y sin una gran concordancia con Washington desde la primavera árabe. Pero asustados por la creciente relación entre el posible y cada vez más patente acercamiento de Irán con EEUU, Riad está cada vez más preocupada por la autosuficiencia creciente de los norteamericanos en energía, lo que ha reducido considerablemente la dependencia de Norteamérica en importación de crudo y por ende, la importancia política de Arabia Saudita para ellos.
En segundo lugar, Israel se ve manifiesta y claramente rodeado por fuerzas iraníes que, con diferentes escusas o razones, se han venido acercando a sus fronteras y ya están llamando a sus puertas en el Líbano, Siria e Iraq. Así lo puso de manifiesto el aún primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, el pasado 3 de marzo en el discurso que dirigió a una reunión conjunta del Congreso norteamericano donde dijo textualmente «Envían matones de Irán en Gaza, sus lacayos en el Líbano, sus guardias revolucionarios en los Altos del Golán se agarraban a Israel con tentáculos de terror. Con el respaldo de Irán, Assad está masacrando a los sirios. Las milicias chiítas están repartidas en Irak. Los uzíes están aprovechando el control de Yemen, amenazando a los estrechos estratégicos en la desembocadura del Mar Rojo. Junto con el estrecho de Ormuz, Irán tendría una segunda entidad vital en el suministro de petróleo del mundo». Así como «En el Medio Oriente, Irán ahora domina cuatro capitales árabes, Bagdad, Damasco, Beirut y Sanaa. Y si la agresión de Irán no se controla, llegarán a más».
Diversos medios de información israelíes han hecho pública la siguiente imagen que pone de manifiesto parte de lo declarado por Netanyahu; imagen que muestra claramente como las fuerzas iraníes han sido capaces de reducir la gran distancia que separaba a ambas naciones sin que nadie denunciara el hecho:
Por otro lado, la citada intervención del Primer Ministro israelí, se focalizó aún más en enfatizar los nuevos riesgos que se están corriendo por esta aproximación de intereses en la lucha contra el EI entre ambos «eternos rivales» –EEUU e Irán-, en las negociaciones en curso sobre el programa nuclear iraní con el conocido grupo G 5+1 (los cinco miembros permanentes de CSNU más Alemania), capitaneada oficialmente por la UE, aunque con determinadas y determinantes reuniones paralelas entre representantes de EEUU e Irán.

A pesar de que EEUU declara mantener las siguientes denominadas líneas rojas (Bottom lines), Netanyahu muestra una gran desconfianza sobre las aparentes u ocultas intenciones norteamericanas al respecto. Oficialmente y en síntesis, EEUU mantiene los siguientes puntos en una petición de congelación del programa nuclear iraní por un periodo de al menos diez años:- Irán no será autorizado a desarrollar plutonio para su empleo militar en el reactor de Arak.- Irán no deberá usar su planta nuclear de Fordow para el enriquecimiento de uranio.- Solo se autorizará en enriquecimiento de uranio en la planta de Natanz.- Cualquier acuerdo alcanzado debe asegurar de que tomaría un año a Irán para reunir suficiente material fisible para fabricar una bomba.- Irán debe «reducir significativamente» el número actual de centrifugadoras instaladas y en funcionamiento así como las cantidades almacenadas de uranio enriquecido.- Irán debe aprobar y autorizar todo tipo de inspecciones tanto en sus instalaciones de producción de combustible nuclear así como en sus minas de uranio y lugares de molido y purificación del mineral y en cualquier lugar donde se sospeche que lleve a cabo actividades relacionadas con el programa nuclear.- EEUU mantiene que el trato para el alivio de las sanciones internacionales exigido por Irán «será llevado a cabo gradualmente durante un período de tiempo determinado.» (10 años)- «Se insiste en el principio de que las sanciones en vigor pueden volver a imponerse siempre que Irán viole el acuerdo».Según Netanyahu, y no solo en su opinión, las negociaciones en marcha han puesto sobre la mesa una serie de medidas restrictivas mucho más blandas que las tradicionales exigencias de la Comunidad Internacional mantenidas a ultranza hasta hace pocos meses. En su opinión, a Irán se le hacen dos importantes concesiones:
«La primera gran concesión dejaría a Irán con una vasta infraestructura nuclear, y aunque se les dilata en el tiempo la consecución de la bomba nuclear, se le proporciona el tiempo necesario para acumular suficiente uranio para armas nucleares o plutonio para una bomba nuclear».
Según el acuerdo, «no sería demolida ni una sola instalación nuclear. Miles de centrifugadoras utilizadas para enriquecer uranio quedarían en funcionamiento. Miles más se desconectarían temporalmente, pero no serían destruidas. Por lo que de ponerlas de nuevo en marcha, en tan solo un año podrán ser capaces de conseguir los recursos necesarios para fabricar una bomba, según los cálculos norteamericanos y, en menor medida, según los realizados por Israel».
«Y si el trabajo de Irán en mejorar y conseguir centrifugadoras más avanzadas, centrifugadoras cada vez más rápidas, no se detiene, el tiempo para obtener el combustible nuclear podría ser aún más corto, mucho más corto».
Pero la segunda gran concesión crea un peligro aún mayor: «Irán podría llegar a la bomba manteniendo el trato. Debido a que casi todas las restricciones sobre el programa nuclear de Irán caducarán automáticamente en aproximadamente una década.»
La intervención de Netanyahu en el Senado norteamericano gozó de una calurosa acogida por parte del actual grupo mayoritario en el mismo, los Republicanos, y un gran enfado por la parte contraria y el mismo Presidente Obama. Dicho apoyo ha dado lugar a la tercera e importante repulsa a esta «nueva situación y/o propuesta norteamericana», en la que un grupo de 47 senadores Republicanos fueron a acusados el 8 de marzo de estar poniendo trabas, y de estar haciendo lo imposible para la buena marcha de las negociaciones sobre el programa nuclear, al haber remitido una carta a Irán en la que anunciaban que, cualquier acuerdo en este sentido firmado por el Presidente Obama, sería declarado nulo, aunque el presidente deje el cargo a principios de 2017 y su partido gane las elecciones.
Este hecho de gran trascendencia en la política internacional norteamericana – de reconocida obligatoriedad y casi continuidad a pesar de los cambios de color político en el gobierno-, ha supuesto uno de los mayores enfrentamientos entre los poderes ejecutivo y legislativo en EEUU. Enfrentamiento, que tendrá determinadas consecuencias, máxime cuando a las autoridades iraníes les ha faltado tiempo para afear la postura del grupo de senadores opuestos a su presidente.
El papel «oficial» adoptado hasta ahora por Irán en este proceso negociador, ha sido el de seguir jugando a no darse por enterados de la mejora en las condiciones impuestas y continuar presentando objeciones a la firma de cualquier tipo de acuerdo. El pasado 3 de marzo, Irán rechazó oficialmente el programa presentado por EEUU para los próximos diez años considerándolo como «inaceptable». Todo apunta a que su postura obedece a los preceptos marcados el 8 de febrero, en un discurso a la fuerza aérea de su país, por el Líder Supremo Ayatollah Ali Jamenei, en el que se refirió públicamente a las conversaciones nucleares entre Teherán y las potencias mundiales, para limitar su programa nuclear a cambio de alivio de las sanciones. La esencia de gran parte de su discurso no difiere de las declaraciones anteriores en las que había apoyado con cautela las negociaciones. Esta vez, sin embargo, su lenguaje fue mucho más cercano al utilizado por los funcionarios estadounidenses, particularmente cuando dijo que «no llegar a un acuerdo sería mejor que un mal trato.»
Por supuesto, Washington y Teherán no definen un «mal negocio» del mismo modo, y ni siquiera en EEUU muchos hablan de un «mal negocio» sin realmente definirlo. La definición de Jamenei era mucho más clara. Dijo que un mal trato sería «uno que estaba en contra de los intereses nacionales, que conduciría a socavar la gran nación iraní».
De todos los actores implicados en estas negociaciones, es sorprendente que ninguno de los demás integrantes del G 5+1 ni la UE, hayan encendido sus luces rojas, o que ni siquiera hayan puesto una mínima objeción al giro que EEUU trata de imponer al asunto.
En cualquier caso, estas rondas continuarán a lo largo del resto del mes de marzo de 2015 y, sin saberse la razón para ello, se han puesto muchas esperanzas en que para finales de mes se haya logrado un determinado acuerdo marco con vistas a la firma de un acuerdo final global y satisfactorio para todos antes del 30 de junio, fecha límite para el segundo aplazamiento en vigor de estas largas negociaciones sobre el programa nuclear iraní.
Aparte de este grave problema derivado de la participación iraní en la contención del EI, la organización terrorista sigue con sus combates en fuerza con matanzas masivas de todo tipo de seres inocentes no intervinientes en los combates, que son masacrados por sus creencias religiosas, etnias a las que pertenecen, oposición a sus políticas o desviaciones sexuales.
Recientemente su actuación ha derivado hacia la destrucción de verdaderas joyas históricas simplemente por ser anteriores a la religión que profesan, hechos estos que además de causar pérdidas irreparables para la historia y la cultura, han sido considerados por la ONU como «crímenes de guerra». En total, y hasta la fecha, han sido prácticamente borradas del mapa diversas ciudades, museos y templos, así como más del 50 por ciento de las ruinas asirias de Nimrud, que databan de la época asiria (siglos VIII y VII a.C), donde decenas de estatuas históricas del Museo de la Civilización de Mosul, un importante sitio arqueológico asirio, ubicado a casi 40 kilómetros al sur de la ciudad de Mosul, han sido vandálicamente destruidas. Dicha ciudad fue fundada en 1.270 antes de Cristo, y su nombre se debe al monarca bíblico Namrud, ciudad conocida en la Biblia como Kalakh, una de las capitales del Imperio Asirio, situada junto al río Tigris. Al igual que los actos de barbarie en las ciudades Dur Sharrukin, actual Jorsabad (norte) y Hatra, localidad milenaria declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. A finales de febrero los yihadistas de la milicia terrorista difundieron un vídeo mostrando la destrucción de bienes culturales asirios de la provincia de Nínive, entre ellos la figura de un guardián de una puerta asiria de más de 2.600 años de antigüedad. El caso recuerda lo sucedido con las estatuas de Buda del siglo VI de Bamiyán, de 38 y 55 metros, destruidas por talibanes en Afganistán hace 14 años, al ser consideradas como fuente de idolatría.
A pesar de ello o quizá debido a determinados reveses en el campo de batalla, posiblemente ocasionados por una mayor y efectiva implicación internacional en la coalición de países como Irán, Jordania, Arabia Saudí y recientemente Turquía, además de los EEUU, el número de los simpatizantes del EI sigue creciendo en todo el mundo. En estas fechas se ha conocido el reconocimiento de sumisión al Califa Abu Bakr al-Baghdadi y la aceptación de los preceptos del EI de otros grupos terroristas como Boko Haram en Nigeria, y el hecho de que según previsiones de la inteligencia europea, el número de combatientes de procedencia europea puede llegar a triplicarse en el presente año llegando a los 10.000.
El EI basa su éxito y difusión en sus sistemas de propaganda en las redes sociales e internet. Estas se han multiplicado exponencialmente en los últimos meses, lo que les otorga un mayor atractivo y son un reclamo eficaz para la consecución de adeptos o seguidores, combatientes y de fondos de diversa procedencia voluntaria (limosna para la Yihad) y del crimen organizado. La sofisticación y el buen empleo de dichos sistemas se debe a que son manejados por auténticos expertos educados en occidente y tienen un doble objetivo: propagar el terror y servir de reclamo a aquellos musulmanes que se encuentran desprotegidos en sus países de origen y sin esperanza de mejora de sus condiciones de vida, ofreciéndoles una vida de aventura, lucha y satisfacción personal y sexual sin límites. Debido a ello, se estima que el número de combatientes extranjeros procedentes de todos los continentes ya integrados en sus filas puede llegar a los 30.000 con tendencia a seguir creciendo.
Como parte positiva de la lucha se sabe que empiezan a perder ciertos bastiones considerados como fundamentales para mantener el control de determinadas extensiones de terreno, y poblaciones vitales tanto en Siria como en Iraq, y que algunas de sus fuentes de suministro de recursos económicos, así como determinadas instalaciones petroleras en la provincia de Raqa (Siria), están siendo atacadas por la coalición.
Es indudable que la posible mejora de la situación de combate y de la llegada de estos primeros buenos resultados se deba a la intervención sobre el terreno de un mayor número de actores de los inicialmente previstos, una mayor participación de países en los ataques aéreos y la eficacia de la instrucción y los apoyos materiales recibidos por el grueso de combatientes kurdos e iraquíes. Lo que claramente supone un cambio sobre la estrategia inicial planteada por EEUU.

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    Acerca de Francisco J. Blasco Robledo

    El Coronel Blasco ha gran parte de su carrera militar en destinos directamente relacionados con las Operaciones de Paz, Control de Armamentos -fundamentalmente las Armas de Destrucción Masiva- , Relaciones Internacionales e Inteligencia.Aparte de haber realizado diversos cursos nacionales y de la OTAN e UE, ha destinado en Bosnia i Herzegovina y Kosovo., Tambien ha tenido destinos en el Cuartel General de la OTAN para la Región Sur (AFSOUTH) en Nápoles y ha sido Agregado de Defensa en la República Checa y Eslovaquia.Conferenciante y autor de artículos y colaboraciones en diversas publicaciones de Defensa y colaborador del IEEE.