Biden y Xi Jimping, durante la reciente videoconferencia. El régimen comunista chino produndiza en la debilidad de los Estados Unidos y Occidente en general, para ampliar su control sobre Japón, Filipinas, Corea del Sur, Taiwan y Australia, territorios que considera de su influencia. (Associated Press)

La primera batalla

La primera gran batalla de la Nueva (o como dice Pat Buchanan, la Segunda) Guerra Fría la han perdido los Estados Unidos y Occidente. Los ganadores, obviamente, son China y sus satélites o aliados.

Hace pocos días reflexionaba sobre el hecho pernoctando en una modesta habitación del hotel Crowne Plaza Newark Airport, rodeado de aparcamientos para camiones, en Elizabeth (New Jersey). Viajando desde Madrid a NY/Newark la compañía aérea había cancelado mi segundo vuelo a Minneapolis, por causas aparentemente de administración económica y de personal, motivadas directa o indirectamente por el CCC (coronavirus comunista chino).

Quizás soy un poco paranoico (aunque, como Dalí, “paranoico crítico”), pero no quiero que se me acuse de racista si cuento que en el vuelo final a mi destino al día siguiente las azafatas tuvieron que pedir educadamente al menos cuatro o cinco veces a un viajero aparentemente de etnia china (o “mongólica”) que se pusiera la máscara preceptiva que llevábamos todos los viajeros disciplinadamente. 

China es la nueva gran potencia mundial con un récord histórico demo-genocidainigualable, según el reputado experto en la cuestión, el politólogo Rudolph J. Rummel: de los, no 100 millones como tópicamente se dice, sino los casi 150 millones de víctimas mortales del comunismo, la mitad son responsabilidad del maoísmo y sus herederos en la República Popular de China (R. J. Rummel: China´s Bloody Century, 1991; Statistics of Democide, 1999). A lo que Rummel denominó democidio o “muerte por el gobierno” (R. J. Rummel, Death by Government, 1997), en el caso de la República Popular de China habría que añadir hoy (escribo esto el 15 de noviembre de 2021) los más de 5 millones de víctimas mortales del CCC en todo el mundo.

La China comunista ha demostrado así su vocación trágicamente globalista, ante la pasividad o impotencia (por no decir complacencia) casi unánime de Occidente y su debilitado líder en la era post-Trump, los Estados Unidos de América.

En su último artículo Pat Buchanan opina que China no busca una confrontación militar con EEUU sino lanzar el mensaje de que las alianzas estadounidenses en su zona (Japón, Corea del Sur, Filipinas, Australia y Taiwán) deben cancelarse ante la emergencia de una “doctrina Monroe” propia. Ahora bien, tal mensaje ha ido acompañado en paralelo a la presidencia de Biden de un recrudecimiento de la represión política interna (en el Tibet y en Hong Kong, en las comunidades islámicas Uyghurs y en las iglesias cristianas), con gestos militaristas como el misil “hipersónico” y 149 vuelos intimidatorios sobre Taiwán, al más puro estilo totalitario comunista (“US and China: Collision or Cooperation?”, Patrick J. Buchanan-Official Website, November 12, 2021).   

Por suerte existe esa otra China (República de China en Taiwán, liberal, democrática y capitalista ejemplar) y existen también otros Estados Unidos de América, diferentes del país que hoy mangonean como “Our Democracy” Joe Biden, Nancy Pelosi y los miembros de lo que Roger Kimball llama “The Club” (el “Establishment” Demócrata/Republicano anti-Trumpista), que hablan de “nuestra democracia” en un sentido descaradamente patrimonial, sin disimular su vocación oligárquica, e ignorando a los casi 75 millones de votantes del anterior presidente (véase el magnífico ensayo de R. Kimball: “The January 6 Insurrection Hoax”, Imprimis, Hilldale College, Michigan, September 2021, crónica agudísima de los daños colaterales de la batalla estratégica ganada por China gracias al CCC).  Sin duda genera cierta esperanza, cara a las elecciones intermedias de 2022, la reciente elección del republicano Glenn Youngkin como gobernador de Virginia.

Es asimismo esperanzador que el Parlamento Europeo haya votado una resolución sobre Taiwán (con 580 votos a favor, 26 en contra, y 66 abstenciones), y que las altas autoridades estadounidenses del Pentágono y del Departamento de Estado se hayan pronunciado también en defensa de la isla que los españoles llamaron Hermosa.

La noche en el Crowne Plaza Newark Airport recordé que precisamente en donde me encontraba, la ciudad de Elizabeth, había residido el joven Alexander Hamilton, uno de los fundadores (probablemente el principal, como líder del partido Federalista junto a George Washington) del sistema democrático capitalista de los Estados Unidos, enfrentado al partido Demócrata (previamente llamado partido Republicano y Demócrata-Republicano) de James Madison, Thomas Jefferson y Andrew Jackson. Los actuales sucesores de éstos, en un partido degenerado por la partitocracia y la corrupción, dominan hoy entre otros el Estado de New Jersey, que bajo el desastroso liderazgo presidencial de Joe Biden están destruyendo la democracia y el capitalismo, mediante el fraude electoral y un sindicalismo mafioso. El gobernador estatal Phil Murphy, recientemente “reelegido”, tiene junto al ya ex gobernador Andrew Cuomo del Estado de New York (obligado a dimitir por múltiples acusaciones de acoso sexual) uno de los peores récords de gestión durante toda la pandemia del CCC.

Ha sido una primera batalla perdida, pero todavía nos queda la esperanza de no perder esta Segunda Guerra Fría si los Estados Unidos y Occidente son capaces de reaccionar pronto, con mayor rapidez incluso a como hicieron en la Segunda Guerra Mundial, apoyando la integridad de las elecciones democráticas y rechazando sin reservas, por todos los medios, el apaciguamiento del totalitarismo comunista chino.

Acerca de Manuel Pastor

Catedrático de Teoría del Estado y Derecho Constitucional (Ciencia Política) de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido director del Departamento de Ciencia Política en la misma universidad durante casi dos décadas, y, de nuevo, entre 2010- 2014. Asimismo ha sido director del Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard (1998-2000), y profesor visitante en varias universidades de los Estados Unidos. Fundador y primer presidente del grupo-red Floridablanca (2012-2019)