Por la clorofila y el proceso de fotosíntesis, las plantas absorben CO2 de la atmósfera y producen carbohidratos y oxígeno: la vida.

El CO2 es el fundamento de la vida

Sin duda han oído ustedes hablar de que el CO2 es el culpable de (casi) todos los males que nos acucian. De (casi) todos, sí, porque el CO2 producido por el hombre en sus actividades productivas, según afirman quienes defienden la teoría del calentamiento global antropogénico, incrementará la temperatura de la atmósfera terrestre y ésta derretirá los hielos de los polos y de Groenlandia[1]; la subsiguiente elevación del nivel del mar anegará las costas del mundo, donde se hallan la mayoría de las grandes ciudades y conurbaciones; de ello se seguirá una mortandad nunca vista en términos cuantitativos.

Será algo parecido al Apocalipsis, dicen. Lo que no dicen es cuándo ocurrirá, ni siquiera cuándo tendremos ante nuestros ojos los prolegómenos que han de abocarnos a este final. Bien. Veamos.

Empecemos por el principio, cosa que suele ser razonable.

Gases de efecto invernadero: vapor de agua y CO2. Índices

¿Por qué se habla tanto del CO2? Por el efecto invernadero. El efecto invernadero es el fenómeno que se produce cuando las emisiones de energía de onda corta procedentes del sol inciden sobre una superficie en un sistema dado y, cuando son reflejadas al espacio exterior, parte de su capacidad calorífica es retenida por los llamados gases de efecto invernadero (GEI) e irradiada en todas direcciones, con lo que resulta una elevación de la temperatura del sistema.

Uno de los GEI es el CO2. Pero no es el único. Hay varios más. El más importante es el vapor de agua. También están el metano, el óxido nitroso (N2O) y los clorofluorocarbonos (CFC). Cada uno de ellos tiene una concentración distinta en la atmósfera, así como diferentes capacidades de calentamiento, o forzamiento. Grosso modo[2], el porcentaje en que el vapor de agua se halla representado en los GEI de la atmósfera es el 95% del total. Le sigue el CO2 con un 3,6 %. Después vienen el N2O (0,95%), el metano (0,36%), y los CFCs, en lo esencial. Entre ellos cubren prácticamente el 100% de todos los GEI.

Así que el vapor de agua es, con enorme diferencia, el GEI más importante por su presencia en la atmósfera. Es prácticamente constante. Es el responsable del ciclo del agua que gobierna el clima desde siempre. Es un gas natural en su práctica totalidad.

El CO2, o dióxido de carbono, es natural en un 97% del total. El 3%[3] restante es responsabilidad del ser humano, debido a la quema de residuos, a la agricultura, a la respiración de los organismos aeróbicos dependientes del ser humano en general, a la producción industrial, a la quema de combustibles y a alguna otra razón que tiene que ver con la población[4]. Y eso se pone en el debe del 3% del total del CO2, que a su vez es el 3% del total de los GEI. Así que 0,03 X 0,03: el CO2 de origen humano es el 0,0009 del total de los GEI.

De creer a los partidarios de la teoría del calentamiento global antropogénico y a sus seguidores, resulta que el 0,09% de los GEI que emite el hombre es responsable de todo el efecto invernadero y que, por tanto, hay que suspender las emisiones, o al menos, mantener el nivel actual para que no se produzca el apocalipsis tantas veces anunciado.

Mentiras sobre el CO2

Sería estúpido si no fuera criminal[5]. Pero el caso es que la estupidez, a fuer de repetirla, está en la mente de una gran parte de la población, que al parecer no hace cálculos. En general, se repite la jaculatoria de que “¡la concentración de CO2 en la atmósfera ya está en 420 partes por millón[6]!”, como si eso significara algo más que una frase vacua cuya importancia real ignora el 99% de quienes la repiten.

Igual al lector no avisado le parece mucho eso de 420 partes por millón (ppm). Pues no, no es mucho. La atmósfera de la Tierra, a lo largo de su historia, ha presentado una concentración de CO2 muy por encima de la cifra actual, 420 ppm. Y aquí estamos. No sólo eso; cuanto más alto es el porcentaje de CO2 en la atmósfera, mayor es la riqueza vegetal de la Tierra, por evidentes razones asociadas a la fotosíntesis[7] y al crecimiento de las plantas. El problema sería el contrario: que el CO2 estuviera presente en la atmósfera en un porcentaje[8] demasiado bajo. Si las plantas no pudieran realizar la función clorofílica, morirían y con ella, todos nosotros, al desmoronarse la cadena trófica[9].

Sepa ese lector o lectores (igual quedan uno o dos: ¡va por ellos!) que el CO2 no es un gas contaminante. No sólo es incoloro, inodoro[10] e insípido, sino que no daña a ningún ser vivo mientras los pormillonajes no sean monstruosos[11]. Por supuesto, a los mamíferos no sólo no nos daña, sino que es un subproducto de nuestra respiración. Y si a ese lector o lectores le parece que el CO2 a 420 ppm es una enormidad, sepa que la concentración de CO2 en sus pulmones es de 40.000 ppm. Y aquí estamos, tan frescos.

“Oiga – me dirán esos lectores recién llegados a la realidad -, si esto es como dice, ¿por qué los calentólogos de guardia[12] no cesan de afirmar que el responsable del calentamiento global[13]es el CO2 antropogénico y que hay que suprimirlo? Vaya, me alegro de que me haga esa pregunta.

Pues miren, porque han montado dos gigantescos negocios[14] a la vez. Uno, el negocio asociado a los derechos de emisión, por valor de decenas de miles de millones de dólares (y de euros), que se conectan a su vez a segmentos enteros de nuevas industrias generadoras de energía (solar y eólica). Por supuesto, los escribas y sacerdotes de la cultureta[15] asociada entran en la categoría de miembros del negocio.

Y otro, el proceso de destrucción de la economía de mercado, sistema natural en el que agentes económicos libres (empresas e individuos) llegan libremente a acuerdos entre sí que generan riqueza para todos y beneficios para los que los realizan, salvo errores que dan al traste con las operaciones[16]. Es la vieja aspiración socialista y comunista, tantas veces intentada y tantas veces fracasada. En esta ocasión la embestida es fuerte y cuenta con el apoyo del globalismo dirigido por Naciones Unidas con la participación del partido demócrata norteamericano, la escoria universitaria de los EE. UU. y su ideología woke, además de los apasionados burócratas de la Unión Europea[17]. Si logran destruir el fundamento de nuestra riqueza, los socialistas y comunistas de todos los partidos aprovecharán el caos para imponer su en tantas ocasiones[18] fracasado sistema. Y costará generaciones desandar el camino de destrucción que plantean.

Y para que los dos negocios medren, se tiene que organizar una enorme estructura impositiva que habilite dos cosas: una, recursos financieros en cantidades enormes, que los estados canalizan en beneficio de sus élites. Otra, la segregación y ostracismo de los recursos energéticos derivados de los hidrocarburos, que han permitido la industrialización y el desarrollo de un sector servicios eficiente y el desarrollo económico y social del mundo hasta cotas nunca alcanzadas, pero que hay que destruir para poder alimentarse de su cadáver. Matan así dos pájaros de un tiro.

Pero el responsable de los cambios de temperatura es el vapor de agua, evidentemente.

¿Puede ser gravado el vapor de agua? No, queridos niños, no puede ser. Está ahí desde siempre, no es antropogénico y es elusivo. No les sirve. Se trata de poner impuestos a las emisiones de CO2, que es lo que puede primero controlar, después destruir y tercero poner el sistema en manos de las élites gobernantes. Mediante una imposición injustificada, obsesiva y holística, el CO2 tiene que ser destruido y para ello, la economía de Occidente debe ser desmontada[19].

No crea el lector que aquí hay error alguno. Los sumos sacerdotes saben perfectamente que el CO2 no tiene palo que tocar y que esto es una impostura. Es una maquinación criminal de élites progres que van a recoger los ricos escombros de la destrucción del sistema, con los que pagarán – como ya hacen – a medios de comunicación de masas que expanden esta mentira por todo el orbe. Bueno, la mentira es un arma revolucionaria y estamos en el atrio de la revolución.

Me dirá el lector no avisado, “¿Y esto, afecta a todo el mundo? No, querido amigo, sólo a Occidente y a los países pobres que no pueden permitirse la independencia económica y necesitan préstamos que están condicionados por la religión calentológica[20]. China e India, por decir algunos[21], no se consideran obligadas en la práctica, aunque hayan firmado y ratificado. Y a fe que se ve en los gráficos.

Es fácil apreciar en él cómo tiende al alza de manera vertiginosa la emisión de CO2 en China, de lejos el primer país en hacerlo, y cómo la India se encarama al tercer puesto. He recurrido a Our World in Data. El resultado es pasmoso.

También he acudido a otras fuentes, que muestran la situación de otra manera, por ejemplo, en la tarta que ven al pie.

La lectura es evidente: la República Popular China emite lo que quiere y lo va a seguir haciendo. En marzo de 2023, sin ir nada lejos, se ha sabido que el país construye dos centrales térmicas a la semana alimentadas por carbón. A ese ritmo siguen y seguirán mientras les convenga. La India continúa fuertemente al alza, y sus líderes se mofan de los países de Occidente, al tiempo que les previenen contra cualquier intervención en su proceso de crecimiento económico con utilización de energía barata, es decir, proveniente del carbón[22].

En otras palabras, que el suicidio de Occidente del que les he informado en anteriores artículos no serviría de nada, siempre según el patrón metodológico de los partidarios del calentamiento global antropogénico, que supone serviría para algo relacionado con las temperaturas de la atmósfera.

Esta tendencia acabará con nosotros en manos de la República Popular China, no les quepa duda.

Ahora bien, ¿cuáles son los límites del calentamiento que puede inducir el CO2, sea natural o antropogénico?[23]. En las próximas líneas los ilustraré con un conocido (aunque no lo suficiente) gráfico, que se explica solo, pero siempre es bueno precisar. También veremos más adelante la enorme cantidad de efectos positivos que tiene el CO2 sobre nosotros, los seres humanos, y sobre el sistema (clima, vegetación) como un todo. El CO2 es un gas prodigioso.)

Vamos sin más dilación con los límites objetivos al calentamiento derivado de incrementos de concentración del CO2 en la atmósfera terrestre

Seguramente que los lectores han oído decir, o acaso leído, que al ritmo actual de crecimiento del CO2, la temperatura de la atmósfera en 2100 se incrementará n[24] grados. La idea que subyace a esta afirmación es la de amedrentar y facilitar. “Amedrentar para mejor dominar” es una máxima de la ingeniería social vigente a lo largo del tiempo. Recuerden el COVID 19, cuando el terror se hacía dueño y señor de nuestras vidas porque así lo propiciaban quienes decían gestionar en bien de todos los efectos de la pandemia china[25]. Amedrentar es lo primero.

Y subsiguientemente, facilitar la adopción de medidas descabelladas y autodestructivas en unas sociedades que ya están con el susto en el cuerpo viene justo a continuación. Es un crimen, sí, pero un crimen de Estado[26].

Todo esto es falso. Es completamente falso ue el CO2 eleve en solitario las temperaturas. Lo es que sea el CO2 antropogénico, en solitario también. Lo es que sea el CO2 antropogénico, pero sólo el emitido por las economías de mercado. Los demás países emiten colonia, ya se sabe.

En esa estela fragante, vamos ahora a analizar un gráfico que van a ver en seguida, cuyo título es “Disminución logarítmica del efecto calentamiento del CO2 atmosférico”. Pero primero, unas pequeñas salvedades para facilitar su lectura.

En el eje de abscisas está representada la concentración de CO2 en la atmósfera, en ppm. En el eje de ordenadas están las temperaturas, en grados centígrados.

Hay cuatro líneas de puntos verticales, dos frases explicativas y una curva que expresa cómo el calentamiento inducido por el CO2 disminuye según la concentración de ese GEI en la atmósfera aumenta. Lo esencial es la frase en el recuadro, que traduzco, aunque seguramente no lo necesita el lector: la sensitividad aproximada por pasar de 410 a 820 ppm (es decir, doblar el nivel de concentración de CO2 cuando se efectuó el cálculo, n. del t.) es de + 0,35 °C[27], cosa que al ritmo actual llevará 150 años[28].

Hay algún otro dato de interés, como la concentración de CO2 en la que las plantas mueren (150 ppm), la existente en la última Edad de Hielo[29], el nivel preindustrial y el “actual”, es decir, el correspondiente al año 2020, fecha de elaboración del gráfico.

Poco más hay que decir en lo referido al cuadro, salvo la obviedad (que quizá, a lo que se ve, no lo es tanto) de que mayores concentraciones de CO2 en la atmósfera mejoran la productividad de las plantas. Lo importante es que no alcanzaremos más allá de 0,35°C adicionales en el año 2170 por razón CO2, sea antropogénico, natural o mediopensionista. Cualquier cifra por encima de esos 0,35°C sólo busca acogotar, controlar y destruir.

En resumen, que como decía el título del gráfico, la efectividad del CO2 como GEI disminuye logarítmicamente conforme aumenta su concentración[30]. En otras palabras, el dióxido de carbono ejerce un efecto cada vez menor en el calentamiento según aumenta su concentración[31] ¿A dónde nos lleva esto? Pues a que, si alguna vez se alcanzan las 1.000 ppm, el efecto invernadero extra correspondiente al CO2 será absolutamente despreciable. Y es que el CO2 no pinta prácticamente nada, y el antropogénico, menos que nada. El clima está conducido por la radiación solar, los ciclos de Milankovich[32] y la circulación termohalina[33].

Tiene sentido. El CO2, como GEI, tiene 0,01333. de la efectividad del vapor de agua, Expresado en un quebrado, 1/75. Poca cosa, muy poca cosa. Y nos lo quieren vender como si el CO2 fuera el malo de la película … cuando es nuestro ángel guardián. Y no interviene más que muy marginalmente en las variaciones del clima, esas que han tenido lugar siempre.

Por cierto, no crean que el efecto invernadero es algo fatal. Nada de eso. Si no fuera por ese fenómeno natural, la temperatura de la atmósfera de la Tierra sería de 33°C más baja de lo que es gracias a los GEI, alcanzando los 18 °C bajo cero[34]. La Tierra sería inhabitable por el frío reinante. Conviene poner las cosas en perspectiva[35] [36].

Como ya han visto en el grafico más arriba, por debajo de una concentración de CO2 de 200 ppm, las plantas luchan por sobrevivir. Vean lo que el fundador de Greenpeace, Patrick Moore, dice al respecto[37]. Como saben, Moore abjuró del activismo tramposo de la organización que contribuyó a fundar.

Como han podido apreciar, los intentos de limitar (pero sólo en una parte del mundo, eso sí) las emisiones de CO2 que realiza el ser humano organizado en sociedades, dejando de lado la mayoría de las emisiones antropogénicas (que tienen lugar en otra parte del mundo que goza de bula para ello, como si el CO2 no circulara libremente por la atmósfera) sólo pueden tener, en el mejor de los casos, un efecto despreciable, marginal. Son irrelevantes para la finalidad sedicentemente[38] perseguida.

El mejor curso de acción, el menos dañino y costoso, es no hacer nada. Nada en absoluto. Porque el CO2 ya ha perdido casi toda su capacidad de calentamiento. Y porque el CO2 antropogénico no es sino una pequeña parte del que se emite a la atmósfera.

Eso sí, vaya y dígaselo a un intervencionista. A un calentólogo. A un alarmista. A un seguidor de esta nueva fe laica. Le mirará como si estuviera usted loco. Como el peligroso sujeto que puede dar al traste con sus extrabeneficios. Como si el réprobo no fuera él.

Los efectos positivos del CO2 en el clima, la vegetación y los seres vivos

Los efectos positivos que tiene el CO2 sobre el clima, la vegetación y los seres vivos. Son tantos y tan diversos que llama poderosamente la atención que se oculten sistemáticamente. O yendo un poco más allá, cuando tanto neomalthusiano profetiza una inminente catástrofe planetaria debida a las emisiones de dióxido de carbono antropogénico, se ignora sistemáticamente que el volumen de la vegetación en la Tierra aumenta desde hace al menos 30 años. Lo vamos a ver ahora mismo.

Los humanos no existiríamos si no hubiera CO2 en la atmósfera. El dióxido de carbono atmosférico es la materia prima básica a partir de la cual las plantas fabrican sus tejidos[39], que a su vez son los materiales a partir de los cuales nosotros y los animales construimos los nuestros. Así que, con los pasos implícitos, los humanos – y el resto de la biosfera – somos seres de carbono[40]. En buena lógica, cuanto más CO2 haya en la atmósfera, mejor para todos.

La concentración actual de 420 ppm es baja en relación con la media de los pasados 300 millones de años, oscilante entre 1.000 y 1.200 ppm, por lo que la aproximación a esa media tiene que ser beneficiosa para el crecimiento de las plantas. Tiene que serlo y lo es. La historia del clima muestra que cuando ha habido más CO2 en la atmósfera, en la Tierra ha habido más vida.

En 2016, la NASA publicó[41] los resultados de medidas satelitales efectuadas entre 1982 y 2015[42]. La vegetación del mundo[43] ha crecido un 15% en 35 años, debido esencialmente al incremento de concentración del CO2[44]. Eso equivale a un aumento en hojas[45] de plantas y árboles de dos veces la superficie de los EE. UU. contiguos[46].

Este resultado no se debe sólo al CO2, responsable en un 70% del efecto reverdecimiento. A ello cabe sumar el nitrógeno depositado sobre la tierra, originado por la quema de combustibles fósiles, el pequeño calentamiento de la atmósfera, una levemente mayor pluviometría y a los cambios de uso de la tierra[47].

En otros estudios[48] se verificó que “aproximadamente el 61% de la zona con vegetación entre los paralelos 40° y 70° norte[49], en Eurasia, mostró un aumento persistente en la temporada de crecimiento”. Esa franja tiene una longitud de unos 6.000 Km. El reverdecimiento ocurre prácticamente en todas partes[50], pero sobre todo en una en la que estamos acostumbrados a leer que se está desertificando, el Sahel. Los datos contradicen frontalmente los mitos. Se ha producido en esa zona un claro aumento de la vegetación entre 1982 y 2003.

El CO2 aumenta la producción y las cosechas

Lo cierto es que los bosques se han expandido[51] en todo el mundo[52] debido, en parte, al aumento del CO2, y ello a pesar de la salvaje deforestación materializada en enormes áreas africanas, amazónicas o indonesias. Pero no creamos que el CO2 afecta sólo a los bosques o a las praderas. Lo verdaderamente trascendente es que multiplica los rendimientos de las cosechas. Todos los países de mundo baten incesantemente sus propios récords de producción. El apocalipsis tendrá que esperar.

Veamos el caso del trigo, alimento básico para el 35% de la población mundial. Tras un año de incertidumbre derivada de la invasión rusa de Ucraina, la producción de trigo ha vuelto a incrementarse. En el Reino Unido se espera un alza de 450.000 Tm. respecto de la anterior. Lo mismo ocurre en Zimbawe, China, incluso en la India, donde se espera una cosecha récord de todos los tiempos de 112 millones de Tm.[53]. Una temperatura más alta y mayores períodos de crecimiento, junto con mayores concentraciones de CO2, han ayudado a las plantas a realizar la fotosíntesis con mayor eficiencia[54] y de ahí los resultados, que alimentan a cada vez mayores poblaciones.

Vean el gráfico con unos cuantos países.

¿Y qué ocurre con otras producciones? ¿Se comportan como el trigo? Vean el gráfico al pie.[55]

Las cosechas se han venido incrementando, con sus dientes de sierra, desde 1960. Se entiende que el aumento del CO2 atmosférico ha contribuido sustancialmente al mayor rendimiento de las cosechas de todas las especies cultivadas[56]. Un mayor porcentaje de CO2[57] estimula el crecimiento de las plantas y reduce su necesidad de agua[58]. Su productividad crece.

Mas no hablemos sólo de cifras de producción. Los efectos de un aumento de la concentración del CO2 son muchos más. Les voy a mostrar sólo unos pocos.

El aumento del dióxido de carbono atmosférico es un antídoto contra los daños biológicos de rayos UV-B incidentes sobre la superficie del planeta que se deben al debilitamiento de la capa de ozono. Además, el enriquecimiento de CO2 atmosférico estimula el crecimiento de las cosechas, plantas leñosas y especies halófitas[59] que se desarrollan en condiciones de alta salinidad.

Mayores concentraciones de CO2 atmosférico refuerzan las bacterias beneficiosas del suelo y de los entornos líquidos anaeróbicos en su secuestro de carbono y nitrógeno, lo que estimula los ecosistemas. Al incrementarse la fijación del nitrógeno en la mayoría de las leguminosas[60], eso conduce a una mayor disponibilidad de nitrógeno en el suelo, a mayores cosechas y a una creciente productividad natural de los ecosistemas. Los suelos originalmente bajos en nitrógeno que han sido enriquecidos por CO2 adicional suministrado a las plantas que crecen en ellos, continúan proporcionando durante muchos años suficiente nitrógeno para mantener el crecimiento de las plantas que se registró originalmente[61].

Mayores concentraciones de CO2 atmosférico aumentan la biodiversidad; menores concentraciones la reducen. Mayores concentraciones de CO2 elevan la resistencia de las plantas a las enfermedades a través de cambios en su anatomía, su morfología y su fisiología[62]. Además, reducen o incluso anulan el daño que el ozono troposférico causa en las células de las plantas. Adicionalmente, reduce el stress que el calor induce en las plantas y las ayuda a recuperarse.

Por lo tanto, El CO2 debe ser visto como el fundamento de la vida en la Tierra.

Efectos del CO2 en los seres humanos

Veamos ahora cuáles son los efectos del CO2 sobre la salud del ser humano, porque se dice permanentemente que el aumento de CO2 atmosférico dañaría nuestra salud y nuestro bienestar.

Esta aseveración no es más que pura propaganda aunque venga envuelta en supuestos ‘dogmas científicos’. Como hemos dicho, los humanos no existiríamos si no hubiera CO2 en la atmósfera. El dióxido de carbono, junto con los demás gases de efecto invernadero, mantiene la temperatura media en torno a los 15 °C. De hecho, Antón Uriarte[64] consideraba que un clima más cálido sería mejor para la vida en la Tierra, no sólo porque el calor favorece la vida, sino también porque en una Tierra más cálida llueve más y hay más vegetación (como ocurría en épocas pasadas más cálidas).

Una temperatura más alta alarga la expectativa de vida. Esto se comprobó durante el Óptimo Climático Medieval[65], durante el cual hubo un período[66] en el que el número de habitantes de Europa Occidental se multiplicó por tres. El calor da la vida, el frío la obstaculiza. Como indico en el libro “Crimen de Estado”[67], estadísticas provenientes de estudios replicados en un buen número de países ponen de relieve que las temperaturas bajas matan entre 6[68] y 20 veces más gente que las altas.

Los partidarios del calentamiento global antropogénico insisten, a pesar de las evidencias en contrario, que el calentamiento causado por incrementos de dióxido de carbono provocará tasas de mortalidad más altas en la población. Si el calentamiento del último Siglo (0,5/0,6°C) hubiera sido causado por el CO2 (no es así, nada lo demuestra y nada apunta en ese sentido), éste sería un efecto indirecto beneficioso adicional motivado por la mayor concentración de CO2 en la atmósfera. Pero atribuir el efecto de mayor y mejor salud en las poblaciones al CO2 no se puede defender con los datos en la mano.

Los alarmistas quieren que la gente del común crea que el calentamiento global, que afirman erróneamente está inducido por el incremento de CO2, desencadenará muertes tempranas asociadas a problemas cardiovasculares. No es cierto. En múltiples estudios se demuestra que la suavización del clima es beneficiosa para la Humanidad. Se aprecia claramente mayor incidencia de las enfermedades cardiovasculares en relación con las bajas temperaturas invernales: en sentido contrario, disminuye esa incidencia cardiovascular cuando lo que prevalece son las altas temperaturas veraniegas.

Los alarmistas del mundo entero pretenden hacernos creer que el calentamiento antropogénico planteará asimismo desafíos en el área de las muertes prematuras asociadas a enfermedades respiratorias. Los estudios realizados coinciden unánimes en que temperaturas más altas tienen un resultado positivo neto en la salud del sistema respiratorio de la población.

El CO2 atmosférico en progresivamente mayor concentración no sólo estimula la producción de cosechas en todo el mundo, como ya hemos visto, sino que además aumenta la cantidad y la potencia de muchas sustancias beneficiosas que se hallan en los tejidos vegetales (como vitaminas y antioxidantes), que cuando las ingerimos mejoran nuestra capacidad para combatir enfermedades.

“Se ha demostrado que el calentamiento ha sido positivo en el impacto sobre la salud humana, y que el enriquecimiento atmosférico de CO2 se ha revelado capaz de mejorar las propiedades de los alimentos y estimular su producción” [69].

El CO2 no es un gas contaminante, desde ningún punto de vista. No es tóxico ni es venenoso. En el cuadro al pie se ven distintas concentraciones y sus efectos sobre el ser humano[70].

El cuadro que acaban de ver es claro. Si presentamos los datos de manera discursiva, podemos decir que la concentración atmosférica ahora es de unas 420 ppm. Que los sistemas de ventilación de los locales públicos consideran los 1.000 ppm como el inicio de su entrada en funcionamiento. Que las 5.000 ppm (es la concentración típica de un aula cerrada llena de alumnos) son el límite de exposición para 8 horas continuas. Que a partir de 30.000 ppm comienza a doler la cabeza y se incrementa la frecuencia respiratoria por escasez relativa de oxígeno[71].

El asunto es lo suficientemente importante como para que se realicen estudios sobre la materia que despejen toda posibilidad de que el CO2 cause algún daño al ser humano en cualquier circunstancia. Podemos mostrar varios de ellos; unos orientados a ver las respuestas del ser humano a niveles altos de CO2, y otros que investigan respuestas cognitivas bajo influencia de concentraciones altas de CO2 comparadas con las mediciones estándar.

El CO2 y su impacto en la salud de los seres humanos

Liu y otros (2017) examinaron rendimientos, síntomas y respuestas fisiológicas[72] de personas sometidas a niveles de 403 ppm y de 3025 ppm de CO2. Además, los sujetos analizados fueron preguntados sobre su “sensación térmica, confort térmico, grado de aceptación del entorno térmico, aceptación de la calidad del aire, intensidad de los olores, somnolencia, rendimiento laboral autoestimado y sequedad de nariz, garganta, piel y ojos (y eventual dolor asociado). También se les preguntó por dolor de cabeza, dificultad para concentrarse y pensar con claridad, bienestar, actitud, fatiga y mareos”. Una vez procesados los datos, los análisis de los autores revelaron que “incrementar la concentración de CO2 hasta 3.000 ppm a 35°C no causó cambios en ninguno de los parámetros analizados”.

Monsé y otros[73] investigaron los efectos fisiológicos de la exposición a altos niveles de CO2 en mineros expuestos permanentemente a ellos. Se examinaron 93 mineros que trabajaban en las minas de potasa en Hesse, Turingia y Sajonia-Anhalt (Alemania) durante al menos dos años. Los 93 mineros pasaron exámenes[74] médicos justo antes y después de los turnos subterráneos, que los exponían a niveles de hasta 15.000 ppm. Los resultados, en palabras de los autores, “no revelaron signos de riesgos crónicos ni agudos para la salud relacionados con los elevados niveles de CO2 en el lugar de trabajo”[75].

Rodeheffer y otros (2018), interesados en averiguar la influencia de niveles altos de CO2 sobre los desarrollos cognitivos y a toma de decisiones, expusieron a 36 oficiales de submarinos en la cámara hipo/hiperbárica del Naval Submarine Medical Research Laboratory a 600, 2.500 y 15.000 ppm durante 150 minutos.

La idea era “organizar datos sobre actuaciones y toma de decisiones en escenarios similares a los de la vida real, observando las respuestas cognitivas y comportamentales a distintas solicitaciones”. Adicionalmente se preguntó a los marineros acerca de sus percepciones sobre la calidad de aire a cada nivel de densidad de CO2. Los sujetos pacientes no apreciaron diferencias.

En cuanto a los rendimientos objetivos, los experimentadores no apreciaron déficit alguno en ninguno de los campos analizados, a pesar de que el nivel de CO2 en el experimento multiplicaba al de la atmósfera por un factor de 36[76]. Ese factor (aproximadamente 15.000 ppm) nunca se alcanzará por la vía de la quema de combustibles fósiles[77].  

Similares experimentos fueron publicados en Emergency and Continuous Exposure Guidance Levels for Selected Submarine Contaminants de la National Academies of Science. Los datos recopilados en 9 submarinos armados con misiles balísticos y propulsados por energía nuclear se refirieron a una concentración media de CO2 de 3.500 ppm, con una dispersión de entre cero y 10.600 ppm. Los mismos experimentos se llevaron a cabo en 10 submarinos de ataque con generadores nucleares, cuya media de CO2 ambiental era de 4.100 ppm, dentro de unos márgenes entre 300 y 11.300 ppm (Hagar 2003)[78].

Scully y otros, (2019), en otro estudio, relacionando actuaciones cognitivas y niveles de CO2, comprobaron la agudeza mental de 22 hombres y mujeres tipo astronauta bajo concentraciones de CO2 de 600, 1.200, 2.500 and 5.000 ppm, sometiéndoles a tests rutinarios de toma de decisiones para astronautas en el Johnson Space Center. El experimento no puso de relieve alteraciones en función de las distintas concentraciones. Concluyeron que “los resultados en la prueba no difirieron entre 600 ppm y concentraciones más altas”.

En resumen, el CO2, incluso a concentraciones experimentales simplemente inalcanzables en la vida real, no causa problemas de salud al hombre. Ningún problema.

El Dr. William Happer[79] ha afirmado que “ningún componente de la atmósfera tiene peor reputación que el dióxido de carbono, gracias a la demonización monomaníaca de este gas natural y esencial. La increíble lista de supuestos horrores que el incremento de CO2 traerá al mundo es pura creencia disfrazada de ciencia. En realidad, estamos ayunos de CO2. Su aumento será bueno para la Humanidad”.

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(Este trabajo es la recopilación de cuatro entregas que su autor, José Ramón Ferrandis, ha publicado en su blog https://joseramonferrandis.es/)

Video de la entrevista que el ingeniero José Zaragoza, espacio ‘Vivir con Salud’, el Toro TV, realizó al autor el 18 de marzo de 2023.


[1] Hay que ver estos vikingos noruegos, mira que llamar “tierra verde”, Grønland, a una Isla que es claramente blanca por estar cubierta de hielo… . Claro que, bien mirado, igual cuando la descubrieron allá por el Siglo X, era verde.

[2] Es para no poner los decimales que, siendo más ajustados a la realidad, distraen un poco. Los pueden ver en detalle en el libro Crimen de Estado, junto con otras muchas cosas respecto a la farsa del llamado cambio climático. https://www.unioneditorial.net/libro/crimen-de-estado/

[3] Por simplificar los cálculos y hacerlos claramente visibles.

[4] Si el lector se pregunta quién lo dice, lo dice el IPCC, Organismo de Naciones unida que analiza el impacto del ser humano en el llamado cambio climático. Intergovernmental Panel on Climate Change, Climate Change 2001: the Scientific Basis (Cambridge, UK Cambridge University Press, 2001, Figure 3.1, p.188.

[5] Se puede ser estúpido y criminal, como vemos a diario en España, pero habitualmente no era el caso.

[6] Es decir, 0,00042 del total.

[7] “Proceso químico que se produce en las plantas, las algas y algunos tipos de bacterias cuando se exponen a la luz del sol. Durante la fotosíntesis, el agua y el dióxido de carbono se combinan para formar carbohidratos (azúcares) y se desprende oxígeno”.

[8] Pormillonaje, en realidad.

[9] Por debajo de 150 ppm, las plantas mueren.

[10] El metano tiene otras características; por ejemplo, que no es inodoro.

[11] Cuando llevábamos las mascarillas a toda hora por obligación, la concentración de CO2 en el interior de las mascarillas (es decir, el aire que respirábamos) alcanzaba 10.000 ppm.

[12] Son legión. En el Nuevo Testamento se relata un encuentro en el que Jesús, mientras viajaba, sanó a un hombre de Gadara poseído por demonios. El Evangelio de Marcos (5:9) lo describe así: “Y Él (Jesús) le preguntó (al hombre): ¿Cuál es tu nombre? Y éste le respondió diciendo: Mi nombre es Legión, pues somos muchos”.

[13] Término que mutó en “cambio climático” cuando dejó de calentarse la atmósfera, en 1998. Desde esa fecha hasta ahora mismo, la atmósfera, con excepción de en 2016, no se ha calentado. Vean aquí https://joseramonferrandis.es/wp-admin/post.php?post=900&action=edit

[14] Viene a cuento explicar ahora la etimología del término “negocio”. El término negocio deriva de las palabras latinas nec y otium, es decir, lo que no es ocio. Otium era lo que se hacía en el tiempo libre, por lo que no se recibía recompensa; negocio, por tanto, era lo que se hacía por dinero.

[15] En realidad, toda una nueva religión laica.

[16] Y que pagan los agentes involucrados, a diferencia de las empresas estatales, que cargan las pérdidas al erario, es decir, al ciudadano.

[17] No son todos, pero lo dejo ahí para no extenderme en demasía.

[18] ¿En cuántas ocasiones? ¡En todas! Siempre que lo han intentado han fracasado, porque no puede ser de otra manera. Pero esta vez, el ataque es masivo y sibilino.

[19] Igual está feo que les recuerde que esto y otras muchas cosas estña explicado en el libro Crimen de Estado, pero con todo, corro el riesgo.

[20] Esta imposición lleva años en marcha. La inició el Banco Mundial, que se negó a financiar una planta de generación de energía eléctrica por carbón en la República Sudafricana. Entonces, la RSA debió exportar ese carbón a la RP China, que sí puede quemarlo en sus plantas de generación de energía eléctrica.

[21] Cuya población agregada triplica la suma de las que se hallan en el Occidente todo.

[22] Igual, querido lector, cree usted que el precio del carbón es alto. Su precio es alto porque los criminales que controlan los procesos gravan su consumo para convertirlo en caro y forzar a utilizar energía eléctrica procedente de la generación solar y eólica. Su coste de extracción es bajo.

[23] Las moléculas son idénticas y sus mínimos efectos, también.

[24] Escribo n porque cualquier cifra es posible. Cualquier programa de ordenador, cualquier estimación probabilística, cualquier exageración política caben en esta n que indico. La más común es de 2°C. La más elevada que he leído es de 5°C. A partir de ahí, juzguen ustedes mismos, teniendo en cuenta que, muy probablemente, ninguno de los que leemos esto ahora estará aquí para contarlo cuando el plazo llegue a cumplirse. Por eso, entre otras cosas, lo fían a tan largo.

[25] Si quieren disfrutar de un relato actualizado, omnicomprensivo y veraz sobre el COVID 19, lean esto. https://www.fpcs.es/desde-wuhan-una-epidemia-de-mentiras/

[26] https://www.unioneditorial.net/libro/crimen-de-estado/

[27] De acuerdo con la media probable.

[28] 410 ppm había en la atmósfera en 2020. Así, la previsión de 150 años nos situaría en 2170.

[29] Hace 18.000 años, durante la última glaciación, el nivel de C02 atmosférico cayó al nivel más bajo nunca conocido. Fue de 180 ppm. Demasiado cerca del nivel de extinción de las plantas, que es de 150 ppm.

[30] Ese efecto de disminución logarítmica es muy probablemente la razón de que no se haya producido calentamiento catastrófico alguno por razón del CO2 hace centenares de millones de años, cuando los niveles de CO2 atmosférico estaban en el rango de miles de ppm.

[31] En este momento, su curva de incidencia está prácticamente plana: una mayor cantidad de CO2 en la atmósfera apenas generará calentamiento adicional. Al actual nivel de 420 ppm, aproximadamente el 88% de la efectividad del CO2 como GEI se ha agotado ya.

[32] Tenemos que hablar de esto pronto. Es fundamental. Lo explico en detalle en el libro “Crimen de Estado”, pero creo de interés subir al blog un breve resumen.

[33] El término es oceanográfico. De refiere a parte de la circulación oceánica, que está determinada por los gradientes de densidad globales, a su vez producto del calor en la superficie y los flujos de agua dulce. Es muy importante por su significativa participación en el flujo neto de calor que circula desde las regiones tropicales hacia las polares, lo que a su vez determina el clima terrestre.

[34] La temperatura media actual de la atmósfera terrestre es de 15°C, 33°C más de los que había en ausencia de “efecto invernadero”.

[35] Por concretar cuán marginal sería una concentración de CO2 que alcanzara 1.000 ppm, este nivel podría llegar a incrementar la temperatura en aproximadamente 0,49°C de media, desarrollando a cambio una vegetación espectacular. Y nadie puede afirmar con certeza que esa temperatura sería objetivamente peor que la actual. Siempre podemos preguntarnos: ¿constituye la temperatura actual el óptimo climático? ¿Por qué?

[36] Y por cierto, el mundo se ha estado enfriando durante los últimos 3 milenios, es decir, desde aproximadamente el año 1000 antes de Cristo. De Jesucristo, sí.

[37] Greenpeace co-founder pens treatise on the positive effects of CO2 – says there is no crisis

[38] Sedicentemente, porque la finalidad verdadera, ya saben, es muy otra.

[39] Los animales superiores se alimentan de ellos (granos, vegetales, frutos) y también de otros que se alimentan de ellos (aves, rumiantes). Ya hemos hablado de la cadena trófica.

[40] Si esto recuerda al lector la obsesiva descarbonización que nos rodea y acucia, tiene sentido. Aborto y eutanasia proliferan a la vez, no por casualidad. Recuerden a Henry Kissinger, aún entre nosotros.

[41] https://www.nasa.gov/feature/goddard/2016/carbon-dioxide-fertilization-greening-earth

[42] Los detalles se encuentran en el libro “Crimen de Estado”, ya mencionado con anterioridad https://www.unioneditorial.net/libro/crimen-de-estado/ . Presento aquí una ilustración distinta de la que aparece en el libro, efectuada por la propia NASA, que es muy voluminosa.

[43] No sólo la vegetación, sino su calidad: más CO2 en la atmósfera incrementa la densidad de la madera en los árboles, mejorando sus propiedades.

[44] En un artículo publicado el 26 de abril de 2016 en Nature – Climate Change. Los investigadores Zhu y Myneni fueron los principales autores. El título es Greening of the Earth and its drivers

[45] Las hojas verdes utilizan la energía del sol a través de la fotosíntesis para combinar químicamente CO2 obtenido del aire, junto con agua y nutrientes del suelo, para producir azúcares, que son la fuente principal de alimento, fibra y energía para la vida en la Tierra. El aumento del CO2 refuerza la función clorofílica y, por lo tanto, potencia el crecimiento y la producción neta de biomasa.

[46] 7.825.268,25 Km² X 2 = 15.650.536,5 Km².

[47] Fertilización y riego donde sea de aplicación.

[48] En la edición de septiembre de 2001 de la revista Journal of Geophysical Research se publicó un artículo, (Liming Zhou, autor principal) relatando la primera teledetección (en el infrarrojo) desde satélite de las variaciones de vegetación en el hemisferio norte, entre 1981 y 1999.

[49] El paralelo 40º corresponde a Madrid. En China pasa cerca de Beijing. El paralelo 70º se sitúa al norte de Escandinavia.

[50] El calentamiento detectado ha permitido a las plantas colonizar espacios más al norte y más al sur de sus hábitats habituales, expandiendo la vegetación y tendiendo a vencer a los desiertos. Las plantas son más eficientes, más resistentes a temperaturas extremas y requieren menos agua, lo que les permite un mayor desarrollo vegetativo en las regiones con problemas de aridez. Tengamos en cuenta que el 90% de las especies de seres vivos prospera en los trópicos y menos del 1% sobrevive difícilmente en los polos. Lógico: las especies encuentran menores problemas y mayores facilidades donde hay más calor ambiental.

[51] Matt Ridley se lo cuenta aquí. Ridley estudió zoología en la Universidad de Oxford. Desde los años 80 desarrolló una labor de comentarista científico en la BBC, The Economist y The Times.

[52] Phillips y otros, 1998

[53] Obviamente, no es sólo debido al CO2; variedades más productivas, ingeniería genética, fertilizantes y tecnologías avanzadas tienen su parte en el éxito.

[54] Si el lector tiene 2 minutos 13 segundos a su disposición, puede ver este vídeo demostrativo El CO2 ayuda a crecer

[55] Cebada, mandioca, maíz, palma, colza, arroz, sorgo, soja, caña de azúcar y de nuevo, trigo.

[56] Sigue habiendo quien no está de acuerdo. El más relevante es el IPCC, cómo no. Vean lo que afirma. Para eso les pagan: Declines in yields and crop suitability are projected under higher temperatures, especially in tropical and semi-tropical regions. Heat stress reduces fruit set and speeds up development of annual vegetables, resulting in yield losses, impaired product quality, and increasing food loss and waste. … All models project an increase in the risk of hunger, with the median projection of an increase in the population at risk of insufficient energy intake by 6%, 14%, and 12% in 2050 for SSPs 1, 2 and 3 respectively. (La negrita es del autor).

[57] Nada nuevo: en horticultura, el crecimiento de las plantas es estimulado sistemáticamente incrementando el nivel de CO2 en los invernaderos industriales hasta multiplicar por 3 el nivel medio de la atmósfera, es decir, hasta ~1.200 ppm.

[58] Mayores concentraciones de CO2 reducen el número de estomas de las plantas por unidad de superficie en las hojas, o bien los estomas tienden a cerrarse cuando aumenta el CO2 del aire. A través de los estomas, las plantas ingieren CO2 y ceden agua y oxígeno al aire. Tener menos estomas implica menor evapotranspiración, menor sensibilidad a la contaminación y mayor resistencia al frío y al calor. En otras palabras, mayor eficiencia. Ese es un efecto positivo más del aumento de CO2 en la atmósfera.

[59] Las plantas halófitas viven en contacto con el agua salada a través de sus raíces. Crecen en marismas, playas y manglares.

[60] Las leguminosas crean relaciones simbióticas con bacterias que fijan el nitrógeno en el suelo.

[61] Los alarmistas climáticos afirman que los crecimientos de las plantas plurianuales inducidos por el aumento del CO2 son efímeros. Sí, las plantas crecerían al principio, pero ese efecto desparecería con el paso del tiempo, al agotarse el nitrógeno. La teoría se denomina Progresiva Limitación del Nitrógeno. Es falsa.

[62] Hace más: un mayor porcentaje de CO2 aumenta la producción de carbohidratos, proteínas, grasas, aminoácidos y fibras en diversas plantas. En el caso de la alcaravea, por poner un ejemplo, aumentaron los contenidos de minerales, vitaminas, fenoles y sus capacidades antioxidantes y antibacterianas.

[63] Que sólo se puede contrarrestar haciendo un ejercicio de fe del carbonero como ya no se ve.

[64] Catedrático de Geografía de la Universidad de Zaragoza. Geógrafo, profesor universitario, escritor y climatólogo. Miembro de la Sociedad Aranzadi de Ciencias Naturales.

[65] Que transcurrió entre los Siglos VIII y XIV.

[66] Entre 1050 y 1300.

[67] https://www.unioneditorial.net/libro/crimen-de-estado/

[68] En Australia, las muertes por frío son seis veces superiores a las muertes por calor.

[69] Sherwood Idso es un físico estadounidense, del Laboratorio de Conservación del Agua USDA y profesor adjunto en la Arizona State University.

[70] El cuadro fue elaborado cuando la concentración de CO2 en la atmósfera alcanzaba las 404 ppm. El dato aparece en color verde.

[71] Ese fenómeno se da en ocasiones cuando se utilizan mascarillas de protección contra el virus chino y otros.

[72] Los parámetros analizados fueron la temperatura de la piel y del oído, el ritmo cardiaco, la presión arterial, CO2 parcial al final de la espiración, la saturación de oxígeno en sangre arterial y el peso corporal. El ritmo de respiración fue controlado y los biomarcadores en la saliva de los participantes fueron medidos para comprobar los cambios debidos al stress.

[73] Que publicaron su trabajo en la revista Advances in Experimental Medicine and Biology — Neuroscience and Respiration, Monsé et al. (2019).

[74] Entre ellos, sobre órganos torácicos y abdominales, análisis de sangre, orina y función pulmonar.

[75] Concretamente, informaron de que “no se hallaron alteraciones patológicas ni efectos adversos a corto plazo por exposición al CO2 en sangre, añadiendo que “todos los valores medidos se hallaban dentro de los márgenes”. Adicionalmente, no hallaron “evidencias de ningún efecto apreciable sobre la función pulmonar de la exposición a altos niveles de CO2 en los mineros de potasa, ni alteraciones pulmonares comparando las situaciones anteriores y posteriores a la prestación de trabajo en la mina y su exposición a altos niveles de CO2.”.

[76] Los EE. UU. intentan mantener los niveles de CO2 en el interior de los submarinos por debajo de las 8.000 ppm, casi 20 veces la concentración en la atmósfera terrestre.

[77] Puesto que multiplica por 10 las 1.500 ppm, límite que solo se alcanzaría en el caso de quemar TODAS las reservas de combustibles fósiles conocidas. Imaginen 10 veces eso.

[78] Como afirma Anton Watts, miembro relevante de The Heartland Institute; meteorólogo y comunicador desde 1978. Dirige la página web más vista del mundo, wattsupwiththat.com. “Si la Marina piensa que es seguro para los marinos que tienen las manos en las llaves que lanzan misiles nucleares, entonces es suficiente para mí”.

[79] William Happer, profesor de Física en Princeton University, fue director del Departen of Energy’s Office of Science en la administración de George H.W. Bush.

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Acerca de José Ramón Ferrandis

Nació en Valencia (1951). Licenciado en Ciencias Políticas (UCM). Técnico Comercial y Economista del Estado desde 1979, actualmente jubilado. Ha trabajado en la Secretaría de Estado de Comercio (2015-2022). Como Consejero Económico y Comercial ha estado en las embajadas de España en Moscú (URSS), Washington DC (EEUU), Moscú (Rusia) y Riad (Arabia Saudita), lo que le ha permitido conocer directamente esos mercados y países, y las Instituciones Financieras Internacionales como director por España en MIGA (Grupo Banco Mundial). Ha sido director del Centro Diego de Covarrubias. Como especialista imparte clases en Análisis Riesgo-País, Análisis de Mercados Internacionales (incluida la Unión Europea), Inversiones Extranjeras, Globalización, Instituciones Financieras Multilaterales, URSS /Rusia. Países de África Negra, los EE. UU. y Arabia Saudita. Es experto en asuntos medioambientales y energéticos asociados al cambio climático. Es autor de: “Globalización y Generación de Riqueza”, “África es así”, “Crimen de Estado” y “Cartas de los martes de 2020”. Escribe habitualmente en los blogs https://joseramonferrandis.es/ y https://www.confluenciaue.com/