La guerra en Ucrania entre Vérdun y Nuremberg

De Verdún a Nuremberg

Quid novi

Salvando las distancias, pareciere que los tiempos que estamos viviendo en relación a la guerra en Ucrania nos retrotraen a épocas y momentos pasados. La aparente estabilización del frente y la solicitud de juzgar a los responsables de este conflicto guardan muchas similitudes con acontecimientos históricos pasados. Aunque los medios occidentales insistan en un relato propagandístico y no informativo, corresponsables en buena medida de la continuidad de esta guerra, sigan sosteniendo la superioridad de las fuerzas ucranianas y su próxima victoria, la realidad sobre el terreno es distinta.

La reciente visita del Presidente Putin al Estado Mayor del Ejército ruso para informarse sobre el desarrollo de las operaciones militares y su visita a su homologo bielorruso, Lukachenko, las visitas del ministro de defensa Shoigu y de su segundo el General Guerasimov al frente, deja entrever que en los próximos días habrá algún acontecimiento relevante en la evolución del conflicto.  Según las declaraciones del portavoz de la oficina presidencial, Putin visitó la línea de frente en el Donbass. Si lo hizo, algo que está por confirmar, lo haría con las características que corresponden a su antigua función en el pasado, con total discreción. Nada que ver con la visita propagandística de Zelinsky que ha sido portada de todos los medios.

El general invierno ya ha hecho su aparición en el frente ucraniano. El frío está endureciendo la tierra hasta ahora embarrada por las numerosas lluvias otoñales y las bajas temperaturas empiezan a hacer mella en soldados y material. Sin embargo, pese a ello, la guerra sigue su lento progresar.

La situación en los frentes

Una línea de frente de más de 1.200 km desde Kharkov a Jersón en la que destacan principalmente dos frentes, Adviika en la región de Donetsk y Artyomovsk (Bakhmut) en donde se están desarrollando los combates más feroces entre las tropas rusas que llevan la ofensiva y la resistencia y contraofensiva de un ejército ucraniano en el que destacan cada vez más mercenarios de numerosos países con los que se intenta suplir las bajas de soldados ucranianos. Aunque tanto rusos como ucranianos están acostumbrados a unas condiciones climáticas extremas, los mercenarios extranjeros que combaten con los ucranianos no lo están tanto, y carecen en muchos casos de los equipamientos adecuados para afrontar temperaturas tan bajas.

Desde la llegada del General Surovikin, en el frente de Jerson se ha fortificado la zona, creándose una línea defensiva en la que destacan una vasta línea de trincheras y dispositivos que imposibilitan un desembarco y el acceso de vehículos blindados, manteniendo una nutrida disposición artillera. Hasta cuatro líneas defensivas se han establecido en esa zona, en la orilla izquierda del Dniéper lo que hace prácticamente imposible una ofensiva ucraniana.  Los rusos se limitan a seguir bombardeando desde la otra orilla una ciudad desierta de sus habitantes donde los servicios del SBU se dedican a perseguir a los denominados colaboradores de los rusos denunciados previamente por sus conciudadanos, algunos de los cuales han sido asesinados impunemente sin que la prensa occidental se haya hecho eco de ello.

En esa parte, el frente se ha estabilizado y está en calma, y por ahora es improbable que los rusos vayan a lanzar una ofensiva para recuperar la ciudad y es más factible es que de hacerlo lo hagan bajando desde el norte por el margen derecho una vez resuelto el asunto del frente del Donbass. Porque una cosa es clara, y es que los rusos no van a renunciar al Oblast de Jersón ni al de Zaparoje que ya forman parte del territorio de la Federación Rusa, bien porque lo recuperen por las armas o por un acuerdo. Nunca Rusia volverá a las fronteras previas al 24 de febrero de este año.

En los frentes del Donbass, donde la progresión por parte del Ejército ruso se está realizando lentamente, una vez alcanzados los objetivos rápidamente se establece una línea de defensa aprovechando los baluartes ganados al enemigo. La similitud con el frente de Verdún en la Primera Guerra Mundial es notoria. Trincheras y fortificaciones a ambos lados, ofensivas y contraofensivas en pequeñas porciones de terreno, duelos de artillería mortíferos y pésimas condiciones ambientales. Tenacidad, resistencia y determinación en cada uno de los bandos, pero sobre todo la inmolación de muchos ucranianos sólo porque se haya decidido llevar una guerra contra Rusia por procuración. Basta recordar las palabras de los infames promotores de esta guerra, ¡resistan hasta el último ucraniano!

Los rusos mantienen la estrategia implementada por el actual Comandante en Jefe, Surovikin, y ceden terreno a cambio de preservar soldados. La incorporación de una parte de los movilizados del Ejército ruso, ya debidamente formados y entrenados, han integrado esos puestos de trincheras, lo que permite que las fuerzas operativas prosigan sus ofensivas. De los 150.000 movilizados enviados ya a los frentes, 80.000 están integrados en las unidades operativas estando los demás en las unidades de defensa próxima. Quedan todavía otros 150.000 movilizados que prosiguen su formación y entrenamiento y que probablemente se incorporarán en este mes por lo que posiblemente se aproveche para lanzar una ofensiva de mayor envergadura.

Como sostienen los mandos rusos, cuanto mayor sea el entrenamiento mayor son las posibilidades de supervivencia, aspecto éste desdeñado por los ucranianos con sus movilizados lo que está produciendo el terrible aumento de muertes y heridos entre sus filas. Apenas reciben una instrucción básica que son enviados al frente. Por cierto, el ministro de Defensa ucraniano Oleskiy Reznikov ya ha anunciado una nueva ola de movilización para primeros de año para cubrir las bajas y facilitar la rotación de las tropas destacadas en el frente, aunque no cesa la caza de los sujetos en edad militar para entregarles las convocatorias a filas en los más recónditos rincones de las ciudades. Tampoco considera posible la desmovilización de los que ya están en armas después de un año de servicio, aunque estime que hay cerca de un millón de personas en armas en estos momentos.

No habrá tregua navideña

Según las últimas informaciones, Rusia no va facilitar una tregua navideña, ya que podría ser utilizada por el Ejercito ucraniano para reforzar sus efectivos y reorganizarse. Para los rusos no es necesaria. Como ha reconocido el propio Presidente ruso, la guerra va a alargarse y por lo tanto no puede detenerse en este momento. La prioridad actual, está en la liberación del territorio del Donbass, objetivo marcado por el propio Presidente con el fin de evitar el sufrimiento que están padeciendo los ciudadanos de Donetsk con los bombardeos indiscriminados que han causado la muerte de más de 80 civiles desde primeros de mes, y de los que vergonzosamente no se hacen eco los medios de comunicación occidentales. Algo que vienen sucediendo desde el 2014.

Las armas que sirven los países de la OTAN, en concreto los HIMARS, están siendo utilizados para matar civiles entre los que hay niños, porque no hay objetivos militares en el centro de la ciudad. Hace escasamente un día un hospital ha sido bombardeado alcanzando la parte infantil y la oncológica, matando a una persona sin que nadie lo haya comentado. Hasta 40 misiles en menos de 10 minutos se han disparado contra el centro de la ciudad donde no existen instalaciones militares desde antes del inicio del conflicto porque están todas en las líneas de frente.

Por su parte el Ejército ucraniano justifica el bombardeo de la ciudad de Donetsk porque ¡está ocupada por tropas rusas! Nadie se estremece por ello, sin embargo, cuando los rusos bombardean algún centro estratégico y se produce alguna victima civil, la noticia en los medios occidentales es portada y abre todos los telediarios. Cualquier muerte en ambos bandos es una tragedia, pero no puede aceptarse un tratamiento mediático distinto en cada caso o claramente su ocultación. La cobardía predomina y sirve los intereses de algunos.

Resulta curioso, sino indecente, la información sobre los bombardeos rusos a los objetivos que constituyen blancos estratégicos para debilitar al Ejército ucraniano. La mayoría lo constituyen las centrales eléctricas o depósitos de combustible, lo que conlleva efectos colaterales sobre el funcionamiento de determinadas infraestructuras civiles como puede ser el abastecimiento en luz y agua para las poblaciones o el funcionamiento de las calefacciones. Nadie se ha acordado de que el Gobierno ucraniano cortó el agua y la luz desde hace 8 años a las regiones de Donetsk y Lugansk , y a la península de Crimea desde que declaró ésta última su adhesión a la Federación de Rusia. Todavía la ciudad de Donetsk sufre cortes de agua y muchas partes de la ciudad carecen de calefacción y nadie lo comenta y sin embargo sus ciudadanos lo sufren a diario. En este caso, el Ejército ruso busca debilitar al ucraniano y el bombardeo de las infraestructuras es un elemento primordial para alcanzar su objetivo igual que lo son los bombardeos de instalaciones y puestos de mando militares o centros de producción y reparación de material militar.  

El entonces cómico, hoy presidente se mofaba en la televisión, de los habitantes de Crimea porque no tenían agua y así han estado hasta que Rusia construyera depuradoras de agua salada, y se consiguiera reabrir el canal de Crimea saboteado por los ucranianos.

Tampoco nadie quiere recordar las palabras del entonces portavoz de la OTAN, Jamie Shea el 25 de mayo de 1999, justificando el bombardeo de las centrales eléctricas, privando a más del 70% de la población serbia de agua y electricidad, alegando que eran objetivos militares porque alimentaban en electricidad los sistemas de control y mando del Ejército serbio.

¿Verdún o el Álamo?

Una vez más los medios de comunicación omiten facilitar la enormidad de las bajas que se están produciendo en las filas del Ejército ucraniano, cerca de 400 muertos al día y entre 2.000 y 3.000 heridos según datos facilitados por analistas y especialistas, americanos en su mayoría, algo que confirma las declaraciones del General Mike Miller Jefe de Estado Mayor del Ejército americano cuando recientemente dijo que los ucranianos llevaban  más de 100.000 muertos desde el inicio del conflicto aunque luego ante la enormidad del dato y críticas quisiera rectificar y dijo que eran perdidas en las que estarían incluidos muertos y heridos. La propia Presidenta de la Comisión, Ursula Van Der Layen, también reconoció ese mismo dato aunque rápidamente retirara el comentario de las redes sociales por el mismo motivo.

Los mandos ucranianos abandonan a sus muertos en el campo de batalla, dándolos por desaparecidos, y son los rusos los que tienen, previamente su identificación, que enterrarlos cristianamente como ocurrió en Izum en verano, aunque luego sean acusados de genocidio. De esta forma los familiares nunca cobrarán las indemnizaciones correspondientes, simplemente figuran como desaparecidos. Un aspecto más de la corrupción que prevalece en el Gobierno ucraniano. Más de 35.000 militares constan como desaparecidos en los ficheros del Ejército ucraniano a los que no se les considera caídos en combate según se ha sabido recientemente por el hackeo de estos archivos.

El número de muertos que están sufriendo las tropas ucranianas es realmente importante. El número de heridos también lo es. La mayoría de ellos lo son por las explosiones de la artillería y menos por enfrentamientos directos. Los hospitales próximos al frente no dan abasto y ya no caben más heridos. Muchos combatientes mueren en la misma línea de frente porque no pueden ser trasladados a retaguardia debido al bombardeo incesante al que están sometidos, por lo que en muchos casos los torniquetes que se hacen para evitar hemorragias se convierten en un instrumento letal o se desangran allí mismo. En algunas unidades, hasta el 70% de sus efectivos han sido baja y no han sido retirados del frente resistiendo las embestidas de los rusos. Para hacernos una idea, el criterio OTAN por el que el que se considera que una unidad debe ser reemplazada es del 10% a lo máximo el 15%.

La situación en Artyomovsk (Bakhmut) según los propios mandos ucranianos es dantesca, y, ya es conocida entre los rusos la zona, como “la picadora de carne” por la cantidad de bajas que se están produciendo entre las tropas ucranianas como consecuencia de los bombardeos que sufren por los tiros de morteros y granadas en las primeras líneas y la artillería cuando intentan aproximar refuerzos. Sin embargo, los medios occidentales se refieren de la misma forma a la misma zona, porque en ella se encuentran las tropas rusas que son enviadas para desalojar de sus trincheras a los ucranianos sin mencionar que son muchísimas menos bajas las que se producen en sus filas.

Hay que tener en cuenta, que mientras la artillería ucraniana abastecida por la OTAN, es una artillería más de precisión y menor en proporción, la rusa es más abundante y se utiliza más en masa cubriendo más extensión de terreno, aunque se insista en que los rusos han agotado prácticamente sus existencias en munición.

 Pese a ser conscientes de la situación en la que están, los mandos ucranianos asesorados por oficiales OTAN siguen enviando refuerzos, impidiendo una retirada que salvaría vidas. Esta situación está provocando que la moral de las tropas ucranianas se desvanezca poco a poco, pero también que empiece a hacer mella entre los mercenarios alemanes y polacos (algo más de 15.000 alemanes pertenecientes a una empresa privada) que se niegan a realizar ofensivas ante el riesgo extremo al que se les quiere someter. Las últimas declaraciones del Jefe de la Fuerzas Armadas ucranianas, Valerii Zaluzhnyi, ha solicitado que se apruebe una ley que endurezca el castigo a los desertores incluso con la pena máxima si están en la línea de frente.

Soldados de fortuna

Tanto en Artyomovsk (Bakhmut) como en Avdiivka el peso de las ofensivas lo llevan las tropas de la sociedad privada Wagner y las tropas especiales chechenas, apoyadas por las milicias (hoy ya integradas en el Ejército ruso). Les hacen frente las tropas ucranianas mayoritariamente constituidas en estos momentos por mercenarios de diversos países, pero fundamentalmente, polacos, angloamericanos, algunos hispanoamericanos y alemanes. Las fuerzas rusas dan testimonio de cada vez más cadáveres de personas de raza negra cuando toman algún bastión, así como de las conversaciones por radio en inglés, polaco o alemán.

 Según testimonios de estos mercenarios extranjeros, aparecidos en las redes sociales ucranianas, empieza a existir un fuerte descontento sobre la conducta de las operaciones y quejas sobre la escasez del apoyo de la artillería y de la aviación, dándose el caso incluso de negarse a realizar los golpes de mano programados por el mando por considerar que se les envía a una carnicería. Los salarios de estos mercenarios son muy elevados, entre 1.000 y 2.000 $ al día lo que resulta atractivo para muchos aventureros, aunque el tipo de guerra al que se han visto confrontados en tierras ucranianas difiere mucho de los teatros de operaciones donde han estado prestando sus servicios hasta ahora. Son escenarios y adversarios distintos.

Del lado ruso están los hombres de la sociedad privada Wagner, cuyo número se desconoce pero que podría estar en torno a los 10.000 hombres. Ex soldados profesionales procedentes de las unidades especiales del Ejército ruso contratados con salarios superiores a los que se les paga en el Ejército y con primas adicionales, están perfectamente pertrechadas y disponen a su vez de sus propios vehículos blindados de acompañamiento, artillería móvil, helicópteros e incluso aviación, lo que les permite maniobrar de forma autónoma, aunque en coordinación con el alto mando ruso. Esta unidad, al estar formada en su mayoría por personal ruso, aunque se ha comentado la existencia de una unidad americana mandada por un ex general del Ejército americano, tiene un fuerte sentimiento patriótico lo que les hace si cabe ser más combativos.   

Últimamente también ingresaron en la misma, presos con condenas superiores a los 15 años con el consentimiento de la Fiscalía rusa, alrededor de uno o dos centenares, a los que se les ofreció la posibilidad de redimir sus penas obteniendo la libertad al finalizar el conflicto si se alistaban. Después de un intensivo y duro entrenamiento militar, al que están obligados todos los integrantes de la unidad sin distinción de su procedencia, se han incorporado al frente. Algunos de ellos ya han pagado el precio de la sangre y otros han sido distinguidos por sus heroicidades.

 Actualmente los wagnerianos como se les llama, llevan el peso de la conquista de la ciudad de Bakhmut, objetivo que les fue asignado ya en su momento y del que no lograron apoderarse, aunque ahora parece estén logrando.

Artyomovsk o Bakhmut según queramos llamarlo, es en estos momentos el nuevo Mariupol. En él se están desarrollando los combates más encarnizados resistiendo los ucranianos con especial coraje. La toma de la ciudad puede suponer un cambio radical en el devenir de la guerra. Aunque desde la parte ucraniana y OTAN se intente minimizar los efectos que puede suponer su pérdida, desde la parte rusa se entiende que su conquista puede ser la llave para un avance significativo, teniendo en cuenta que las siguientes líneas de defensa ucranianas se encuentran a una distancia considerable, y que permitiría envolver una parte numerosa de las fuerzas ucranianas presentes en la zona. 

El mercado de las armas

Mientras que del lado ruso el abastecimiento logístico está asegurado, del lado ucraniano empieza a escasear debido a la dificultad de hacerlo llegar al frente y a que los países suministradores ya están en ruptura de stocks y ponen en riesgo su propia defensa. Respecto a esto último, la OTAN está reactivando viejas fábricas de fabricación de municiones y armamento de la época soviética en Chequia y Bulgaria. Mientras los ucranianos disparan entre 2.000 y 3.000 proyectiles al día los rusos disparan entre 30.000 y 40.000 proyectiles al día en todos los frentes. Hay que recordar que los famosos M777 americanos tienen una utilización estándar OTAN de 400 proyectiles al día por lo que cerca de un 30% de estas piezas están averiadas por el uso intensivo al que están sometidas, con la problemática que conlleva su reparación fuera del territorio ucraniano principalmente en Polonia, Países Bálticos o Chequia.

Aún en esta situación en la que se encuentra su Ejército, el Gobierno ucraniano vende a países africanos armas (hay un catálogo con más de 970 páginas que circula en el dark net) entre ellas algunas procedentes de los envíos de Estados Unidos manteniendo su posición en el mercado del tráfico de armas iniciado al momento de su independencia de la URSS en 1991. Por su parte, los angloamericanos le recuerdan periódicamente a los ucranianos que los envíos de armamentos que les hacen tienen un precio y que tendrán que devolver esos préstamos.¡Business is business!¿Cómo podrá hacerlo la economía ucraniana en la situación en la que está? El precio a pagar es altísimo ahora y en un futuro.

Hasta ahora los HIMARS suponían una dificultad para las defensas rusas, pero fruto de la incautación de este material durante los combates o por la venta del mismo por militares ucranianos corruptos, los técnicos rusos han podido examinar el funcionamiento del sistema (GPS) y en consecuencia han desarrollado toda una serie de contramedidas que han disminuido considerablemente su eficacia y cuyo resultado se está viendo en el campo de batalla.

El arte de la guerra

La guerra que se está desarrollando en Ucrania, es una guerra de alta intensidad en la que intervienen conjuntamente en gran proporción la infantería, los blindados, la artillería y la aviación en una gran extensión de terreno. Algo que en Occidente se había apartado en la configuración de sus ejércitos, por lo que se apostó más por un ejército reducido con unidades más pequeñas, pero más ligeras.

El Ejercito ucraniano instruido por americanos, ingleses y canadienses principalmente han adoptado en sus ofensivas sobre el terreno por la denominada táctica COIN (Counter Insurgency Operations), que consiste en unidades reducidas que se desplazan en vehículos ligeros, en mayor medida pick ups en los que se adaptan morteros, y que penetran a gran velocidad en las líneas rusas, sin preparación de artillería previa para favorecer el factor sorpresa ni tampoco con el apoyo de blindados inicialmente. Mientras el terreno lo ha permitido ha tenido un buen resultado, cuando las condiciones climatológicas han cambiado ya ha sido otro cantar.

 Esta táctica empleada a mediados y final del verano sorprendió inicialmente a las fuerzas rusas lo que favoreció las ofensivas ucranianas que reconquistaron grandes extensiones de terreno, adentrándose en profundidad en la zona controlada por los rusos que retrocedían para no verse rodeados. Esta maniobra, sin embargo, dejaba a las fuerzas ucranianas a descubierto al no seguirles blindados y artillería, aprovechando los rusos para reducirlos con intenso fuego de artillería causando un considerable número de bajas. El factor sorpresa ha desaparecido y los rusos saben ya cómo proceder cuando se encuentran con este tipo de operaciones. Las fuerzas ucranianas entrenadas en países de la OTAN, se quejan por su parte del nivel de instrucción de los formadores extranjeros a los que en muchos casos superan por experiencia de combate, sobre todo en zona urbana.

Por su parte, el Ejército ruso sigue maniobrando de forma conservadora. Preparación artillera y aérea previa, asalto con vehículos blindados con cañones de 30mm y vehículos blindados pesados, y una infantería que hace uso de las armas antitanque para desalojar al enemigo en las zonas urbanas.

El uso de drones de observación está jugando un papel fundamental en el devenir de esta guerra. Si al principio del conflicto, los ucranianos disponían de un número netamente superior a los rusos, la situación ahora es inversa. Las tropas rusas disponen de un número considerable de estos drones, y los utilizan para localizar la concentración de tropas enemigas, examinar sus líneas de defensa, fijar sus posiciones o la situación de su artillería y en consecuencia batir con artillería sus posiciones antes de realizar el asalto.

Por otro lado, en un momento en que la artillería se caracteriza por su movilidad sobre el terreno para evitar ser detectada, resulta imprescindible tenerla localizada en el menor plazo posible para poderla destruir y ese trabajo lo hacen los drones de observación. Esta labor hasta nuestros tiempos la realizaba principalmente la aviación o las unidades de vanguardia de infantería con el riesgo que ello entrañaba.

Del mismo modo, el Ejército ruso está incorporando equipos de guerra electrónica para neutralizar los drones ucranianos con buenos resultados, aunque las milicias todavía no los tienen en dotación en sus filas.

La segunda etapa

Las fuerzas rusas han iniciado una segunda etapa en sus bombardeos para desmilitarizar Ucrania. El bombardeo con misiles tácticos a centrales eléctricas, depósitos de combustibles, fábricas y depósitos de municiones se está llevando con bastante efectividad. Para ello, previamente los rusos lanzan drones de fabricación iraní de bajo coste en enjambres, lo que provoca que los radares de defensa aérea ucranianos se iluminen y sean detectados por los sistemas rusos que inmediatamente son destruidos por misiles tácticos. Una vez suprimida la defensa aérea en la zona lanzan ya los misiles tácticos estratégicos de última generación.

La logística

En cuanto al aspecto logístico, se están dando grandes diferencias. En el Ejército ruso se han corregido las deficiencias en el suministro de municiones y material, lo que favorece el abastecimiento a las líneas de frente de forma fluida y permanente. No ocurre lo mismo del lado ucraniano. El bombardeo de las infraestructuras de energía eléctrica dificulta grandemente el transporte desde las zonas fronterizas a la vez que la destrucción de fábricas de producción o reparación de material impiden una reposición rápida en la línea de frente.

 A todo ello hay que sumarle, que cada vez más disminuye la entrega de material por parte de los aliados de la OTAN, por el agotamiento de sus stocks heredaros de la época soviética, como por la necesidad de mantener sus propias reservas estratégicas. Tampoco los aliados OTAN quieren transferir armento de última tecnología por la desconfianza de que pueda ser vendido a los rusos dado el altísimo nivel de corrupción existente en las fuerzas armadas ucranianas, y en consecuencia se desvelen sus secretos.

Aunque son muchos los países que se están beneficiando de esta situación, el principal beneficiario no deja de ser la industria armamentística americana, aunque curiosamente Corea del Sur está posicionándose bastante bien.

En cuanto al funcionamiento y uso del material en ambos bandos, la cosa también difiere. El material ruso, aunque menos avanzado tecnológicamente, se caracteriza por su robustez, fácil mantenimiento y uso reiterado, pero sobre todo por su probada resistencia a temperaturas extremadamente bajas. Por su parte el material OTAN sufre del frío, sus fluidos resisten mal y agarrotan los mecanismos de vehículos y piezas de artillería, no están preparados para la intensidad de uso a los que les someten los ucranianos, y a menudo requieren un manejo muy especializado que difícilmente se obtiene en un mes de instrucción. Las baterías de los stinger o javelin se descargan rápidamente con bajas temperaturas lo que se hace inutilizables en este periodo. A fin de cuentas, el viejo RPG resulta más efectivo en el campo de batalla.

Una guerra de larga duración

Si habrá una ofensiva invernal o varias ofensivas distintas, por donde y en qué proporción lo veremos probablemente pronto, Significativo es que Putin haya pospuesto su discurso anual a la Asamblea para después de Año nuevo y haya visitado a su Estado Mayor y a su vecino bielorruso. Tal vez quiera anunciar el propósito de esa ofensiva esperada, el inicio de unas negociaciones, o simplemente confirmar la prolongación del conflicto con las consecuencias sociales y económicas que ello supone. En todo caso hay pocas probabilidades de que haya una tregua durante estos meses de invierno.

¿UN NUEVO PROCESO DE NUREMBER?

Quienes deberían sentarse en el banquillo

Hace unos días, el Presidente de Ucrania el señor Zelinsky, nuevamente en campaña mediática después de obtener del Presidente francés Macron 1.000 millones de euros, ha solicitado a los distintos lideres occidentales, que prevean la constitución de un tribunal penal internacional especial para juzgar por crímenes de guerra a los responsables políticos y militares rusos. Previamente el Presidente francés ya se había pronunciado sobre lo que definió como un genocidio, a saber los bombardeos rusos sobre las infraestructuras energéticas que conllevan los cortes de electricidad para los civiles. Algo nada novedoso, por cuanto ya la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE) había solicitado la constitución de ese tipo de tribunal esta primavera. La coral de políticos e instituciones occidentales que demandan la constitución de este tipo de tribunal se parece más ya a un orfeón. El propio Biden ya abrió la veda justo al inicio del conflicto diciendo que Putín era un asesino y que pagaría el precio por ello.

El nivel de cinismo de los dirigentes de los países de la OTAN reclamando este tribunal es inaudito y pasmoso. No ya por los antecedentes que tienen muchos de ellos por sus intervenciones sin ningún tipo de legitimidad sino también por las terribles consecuencias que han acarreado, desestabilizando vastas zonas en distintos continentes, arruinando economías enteras, provocando conflictos étnicos y religiosos, persecuciones y genocidios. Que sean ellos los que ahora demandan estos tribunales resulta repulsivo. Han perdido toda decencia y carecen de moral.

La desvergüenza con la que Merkel ha reconocido que no había ninguna intención de negociar nada sino sólo ganar tiempo para que Ucrania se integrara en la OTAN la convierte en cómplice de provocación del conflicto. Porochenko negando desde el primer día después de la firma el cumplimiento de los acuerdos de Minsk y fomentando los bombardeos de civiles en las repúblicas del Donbass, Macrón instando al cese de hostilidades sin haberse previamente leído los acuerdos en los que Francia era garante de su cumplimiento, Holande faltando a su palabra de hacer cumplir los acuerdos firmados en Minsk todos ellos son responsables de esta guerra como autores o cómplices. Acuerdos que por su incumplimiento generaron más de 14.000 muertos, entre ellos 110 niños y 80.000 heridos desde el 2014.

La única intención, confesada ya sin remordimiento alguno, era ganar tiempo para armar al Ejército ucraniano, para integrar a Ucrania en la OTAN, y de esta forma imponer sus condiciones a una Rusia aislada y debilitada social y económicamente como resultado de la imposición de sanciones a cada cual más insensatas e incoherentes como observamos según va pasando el tiempo.

Culpables lo son, el propio Zelensky elegido porque se comprometió a negociar con las repúblicas secesionistas, Boris Jonhson impidiendo la celebración de negociaciones de paz cuando todavía se podía parar la guerra, la señora Ursula Van del Layen corrupta total censurando medios y disponiendo de la tarjeta de crédito europea para entregar cantidades millonarias para comprar armas que acaban en círculos mafiosos, Borrel promoviendo y aplicando sanciones a la economía rusa que acabaremos pagando todos; todos son responsables directos de esta guerra.

Y no hablemos ya de los dirigentes de los Países Bálticos y Polonia, cuya rusofobia visceral aprovechan para discriminar a la población de origen rusa privándola de todos sus derechos y censurando sus medios de comunicación, sin que se cuestione en modo alguno el derecho a la libertad de expresión o la violación de derechos humanos cuando se priva a los ciudadanos de origen ruso de los más elementales derechos de acceso a los servicios públicos. No aparece, por cierto, en los medios occidentales ninguna información al respecto y se supone que Europa es la garante de los derechos humanos y ellos están integrados en ella.

Mención aparte merece el clan Obama, Clinton, Biden promotores de revoluciones naranjas y de los sucesos del Maidan, instalando gobiernos corruptos y promoviendo grupos xenófobos de ideología explícitamente nazi causantes de torturas y genocidios entre la población del este de Ucrania e imponiendo una cultura de odio no sólo ya hacia el pueblo ruso sino incluso hacia otras minorías étnicas, húngaras o rumanas. Instalando laboratorios de investigación para la guerra bacteriológica de forma clandestina al estilo de los médicos asesinos nazis en los campos de concentración, aunque reconociendo posteriormente su existencia sin pudor alguno, pero sin decir a que tipo de experimento se dedicaban. A saber, si no se llevaron experimentos letales entre la población para probar su eficacia.

Otros, sin embargo, han adoptado un perfil de lado; callando, han aceptado y avalado cobardemente todas esas situaciones. No han elevado la voz para parar y denunciar una deriva que nos ha conducido a los sucesos a los que estamos asistiendo no fuera a ser que perdieran sus prebendas.

Ninguno ha impedido que se llegara a este conflicto, del mismo modo que ninguno se ha pronunciado para que ambas partes se sentaran a una mesa de negociación, sino todo lo contrario solo se les ha oído ultimátums  y amenazas de sanciones, a la vez que promovían el envió de armas y dinero para su compra en cantidades exorbitantes. Con su posicionamiento lo único que están causando es una prolongación de una guerra que está sangrando un país, provocando el exterminio de varias generaciones y una ruina económica de la que Ucrania difícilmente se recuperará si es que antes, sus vecinos hoy complacientes aliados no se han apropiado cada uno su parte.

Todos ellos son los verdaderos culpables de esta guerra, y son a los que habría que sentar en el banquillo para juzgarlos por crímenes de guerra y por las muertes que se están produciendo. Si nuestras sociedades occidentales tuvieran la suficiente información, sin censura, no fueran desinformadas por la continua propaganda mediática fomentada por dirigentes incompetentes, y supieran lo que realmente está sucediendo con el pueblo ucraniano, saldrían a la calle para parar esta sangría. Tantos muertos son inadmisibles, tanto sufrimiento para la población es insoportable, aunque claro, no son los nuestros. Llama la atención la situación de beligerancia en la que se han posicionado todas las fuerzas progresistas, en otras horas desfilando con un no a la guerra abriendo paso.  

Lazos rotos

Cuando acabará esta guerra, no lo sabemos. Deberíamos ser conscientes que los rusos no van a negociar, van a imponer sus condiciones y cuanto más dure este conflicto más duras serán esas condiciones. No van a renunciar a los territorios recientemente anexionados a la Federación rusa, y quien sabe si tampoco a los territorios que puedan ir conquistando. En todo caso, no volveremos a ver la Ucrania con las fronteras de 1991.

Un hecho que ha pasado totalmente desapercibido en los medios occidentales, ha sido el termino en el que recientemente el Presidente Putin en su discurso justificando los ataques a infraestructuras energéticas se ha referido a Ucrania; lo nombró como “el país vecino”, no dijo cercano o fraterno como hasta ahora. Fue un cambio de actitud radical resultado tal vez de su hartazgo ante la insistencia por parte de Zelinsky y sus aliados de la OTAN de proseguir una guerra que no van a ganar. Sin embargo, ha vuelto a retomar los términos de lazos fraternos en un reciente discurso al referirse a los vínculos que unen a rusos y ucranianos responsabilizando de su deterioro a Occidente, resistiéndose a que se olviden siglos de historia, cultura y religión comunes.

Pero pese a la existencia histórica de esos lazos fraternos, culturales, religiosos, la realidad que están descubriendo los rusos es que ya esos lazos no están tan claros, y que una parte de la población ucraniana durante esta última década ha sucumbido al adoctrinamiento cultural e ideológico promovido por los gobiernos sucesivos y sus secuaces, los grupos paramilitares de ideología nazi, y que el odio hacia Rusia y los rusos se ha instalado en su interior. Un ejemplo más de esa persecución a todo lo ruso, es la prohibición de la Iglesia Ortodoxa dependiente del Patriarcado de Moscú. Los monasterios e iglesias están siendo asaltados y sus clérigos detenidos por colaboración, y la situación recuerda mucho a la época de la ocupación nazi cuando los seguidores de Bandera imponían el terror al resto de la población. Basta con releer la historia para ver que estamos en la misma situación. Tampoco se dice nada al respecto.

 Aunque los rusos no tienen ese mismo sentimiento de odio hacia los ucranianos no contemplan ya esa fraternidad que venían teniendo hacia el pueblo ucraniano. El distanciamiento es cada vez más visible y no está nada claro si algún día podría revertir, tanto por unos como por otros. Lo más probable es que nunca se pueda curar esta fractura.

Los servicios rusos de inteligencia cometieron un grave error creyendo que en el Ejercito ucraniano encontrarían a antiguos colegas de la época soviética y que se entenderían para llegar a un acuerdo rápido. La realidad era totalmente distinta desde el 2014, es un Ejército enteramente otanizado, en el que se ha producido una simbiosis entre los elementos de las fuerzas paramilitares de grupos declarados abiertamente nazis y el resto del Ejército. Su comportamiento en las zonas a las que han accedido es la de un ejército extranjero de ocupación, utilizando a la población civil como rehenes para defender sus posiciones impidiendo su evacuación como sucedió en Mariupol.

No habrá concesiones

Tal vez, los americanos estén pensando ya en que han logrado ya sus objetivos, frenar a Europa y mantener su cortijo económico, aunque no hayan derrotado a Rusia económicamente, y vayan pensando en sentar a Zelinsky en una mesa de negociaciones, aunque se resista por ahora.  

Si no de qué los recientes viajes de la señora Nuland a Kiev, o la insistencia de Macrón en hablar con Putin, que por cierto no le coge el teléfono, o la recomendación de Xi Jinping de que debe haber una mesa de negociaciones. Los rusos han dicho ya que están dispuestos a negociar, pero eso sí, en las condiciones actuales lo que significa que como premisa debe reconocerse la incorporación de los territorios que votaron su anexión a la Federación de Rusia. Las condiciones las impondrán los rusos, porque ya no se fían de mentirosos y ladrones, como tampoco lo harán ya asiáticos, africanos, sudamericanos o de Medio Oriente que han comprobado como Occidente no cumple su palabra y se apropia de los bienes ajenos sin vergüenza alguna. Nadie querrá ser la próxima víctima.

Un armisticio podría ser lo que se podría llegar a firmar, aunque a diferencia de la Paz de Panmunjom entre las dos Coreas, en este caso habrán de reconocerse las nuevas fronteras con los territorios anexionados a la Federación Rusa y la creación de una zona desmilitarizada de un centenar de kilómetros, y por supuesto un compromiso de neutralidad sin posibilidad de incorporación a organismos supranacionales como la OTAN o la Unión Europea.

De imponerse una negociación, Zelinsky lo tiene difícil porque sus cachorros nazis le han prometido una bala en la cabeza si cedía a unas negociaciones como les ocurrió a los primeros negociadores al inicio del conflicto, y sus mentores americanos no se caracterizan por una lealtad a toda prueba. Al final, tal vez los rusos podrían ser los únicos que le salvarían la vida, eso sí, probablemente en una colonia penal en la lejana Siberia.

En conclusión: ¿A quiénes se debería juzgar y condenar? 

Acerca de Eugenio de Dobrynine

Oficial de la Marina Francesa (r). Abogado. Miembro de la Unión de la Noblesse Russe. Общество Памяти Императорской Гвардии (Association du Souvenir de la Garde Imperiale Russe. Diploma de Estudios Universitarios Generales en Derecho (D.E.U.G.), por la Universidad de París-Nanterre. Licenciado en Derecho (UCM). Diplomado en Derecho de las Comunidades Europeas (UCM). Diplomado en Asesoría de Empresas (UCM). Técnico Superior en Comercio Exterior (ICADE). Diplomado en Prevención y Seguridad Vial (Instituto MAPFRE de Seguridad). Aticulista y conferenciante.