La América profunda contra el Estado profundo

La América profunda vs Estado profundo

He abordado el problema en diversos ensayos publicados en las revistas digitales La Crítica y Libertad Digital. Siendo éste un asunto complejo sobre el que en España existen pocas informaciones serias ofrezco aquí algunos temas para reflexión de nuestros lectores:

Primero.- En una correcta comprensión del conflicto actual entre la sociedad civil y el Estado en EEUU, conviene recapitular algunos primeros momentos clave, no aclarados, del melodrama político anti-Trump que sigue desarrollándose, comenzando por una misteriosa cena en 2014 en Cambridge (UK), organizada por algunos miembros del Establishment de la inteligencia británica.

El famoso espía Kim Philby, miembro del infame “Cambridge Ring”, creía firmemente, y tenía razón, que “es un contrasentido decir que cierto conocimiento sobre asuntos de la inteligencia esté caducado con el tiempo”.

Inevitablemente he recordado la excelente obra de John Costello, Mask of Treachery (1988), un profundo estudio sobre Sir Anthony Blunt y su tiempo (Blunt fue un pariente lejano de la reina Elizabeth II, experto en arte empleado por la Casa Real, y secreto agente soviético), sobre la extendida proclividad de los espías británicos a traicionar a su país y a los intereses de sus aliados occidentales, en particular los de EEUU, por un no disimulado e irracional antiamericanismo.

Un conocido y prolífico autor, el profesor de la Universidad de Cambridge Christopher Andrew, al que Costello se había referido irónicamente como un “self-appointed ‘official’ historian of British intelligence” al servicio del Establishment, publicó un falaz y miserable artículo (en The Sunday Times, London, Feb. 29, 2017) insinuando que la joven historiadora ruso-británica y alumna doctoranda suya, Svetlana Lokhova, era una agente del Kremlin con la misión de captar mediante un “honey-trap” al general Michael Flynn, entonces director de la estadounidense DIA-Agencia de Inteligencia para la Defensa (Flynn, Andrew y la Lokhova asistieron a la mencionada cena en Cambridge en 2014).  

Se trataba de crear una falsa leyenda en 2017 para descalificar como agente ruso al general Flynn, que recientemente había sido nombrado Consejero de Seguridad Nacional por el presidente electo Donald Trump. La propia Svetlana Lokhova, además de su libro Spygate Exposed en 2020, publicaría en un tweet (@RealSLokhova, Jan. 3, 2021):

“Documentos desclasificados en 2020 muestran que el grupo Crossfire Hurricane del FBI, coordinado con el senador (John)McCain, Chris (topher) Steele y Stef(an) Halper divulgaron falsas alegaciones de que yo era una espía rusa que sedujo al Consejero Nacional de Seguridad (general Flynn). El objetivo último era Donald Trump.” (Steele es un ex espía británico, y Halper un profesor-espía o informador americano en Cambridge al servicio del FBI y la CIA).

Como ya es sabido, Hillary Clinton financió el falso Steele Dossier, que avalaron James Comey (director del FBI) y John Brennan (director de la CIA), con el beneplácito del presidente Obama y el vicepresidente Biden para continuar espiando a Trump, incluso después de ser elegido presidente (cábala del 5 de Enero de 2017 en el Despacho Oval, con Susan Rice, Samantha Power y otros en una auténtica conspiración golpista).

Segundo.- Algo que para mi resulta incomprensible –y evitando pensar mal-, siendo Trump un firme simpatizante del sionismo e impulsor de los históricos Acuerdos de Abraham para Oriente Medio (apoyando también el establecimiento de la embajada americana en Jerusalén), es la obsesión anti-Trump de un gran número de personajes destacados de la vida social y política estadounidense pertenecientes a la comunidad judía-americana.

Mencionaré, por ejemplo, al ya fallecido profesor de literatura en Yale, Harold Bloom (uno de los primeros en intentar descalificar al Trumpismo como “fascismo americano”), y al especulador financiero George Soros, al parecer patrón de fiscales generales progresistas (anti-Trump) y de grupos radicales como Antifa y BLM (anti-Republicanos). Asimismo en la lista del dudoso honor de odiadores de Trump deben figurar el profesor de derecho constitucional en Harvard Laurence Tribe, el senador y líder en la Cámara Alta Chuck Schumer, y los congresistas más significados y repetitivos en los dos “impeachments” contra Trump: Adam Schift, Jerrold Nadler, Jamie Raskin, Richard Blumenthal, etc. (hay 30 judíos congresistas Demócratas que apoyaron unánimamente los “impeachments”, frente a solo 3 Republicanos en el Congreso actual), el Attorney General y jefe administrativo del FBI Merrick Garland, y otros miembros del gobierno como el Secretario de Estado Tony Blinken, y el de Seguridad Nacional Alejandro Mayorkas.

La primera periodista en alentar un “impeachment” contra Trump recién elegido y precisamente en el día de su toma de posesión, Matea Gold del Washington Post (WaPo, 20 de Enero de 2017 !!!); la ridícula obsesa con el asunto fake de la “Russia Collusion”, Rachel Maddow en la cadena MSNBC; y asimismo muchos periodistas en la prensa escrita (incluidos NYT y WaPo) y en la televisión (especialmente de CNN y MSNBC) .

Ciertamente un gran número de políticos israelíes y judíos americanos –empezando por su yerno y consejero en la presidencia, Jared Kusher (esposo de Ivanka Trump, convertida ésta al judaísmo)- han sido fans y activos colaboradores de Trump, quien siempre ha mostrado como dije una firme empatía/simpatía por el Estado de Israel.

Tercero.- Como es lógico y tradicional en la democracia americana, la sociedad civil, lo que entendemos popularmente como la “América profunda”, va a reaccionar en las elecciones Midterm del próximo 8 de Noviembre. Mi único temor es que se produzca de nuevo un fraude (con el concurso del “Estado profundo”, como en 2020, con el siniestro papel del FBI en la protesta del 6 de Enero de 2021), pero es muy probable que el partido Republicano obtenga esta vez el control del Congreso, en un virtual referéndum sobre la presidencia de Joe Biden y la degeneración izquierdista del partido Demócrata.

En el mejor de los casos convertirá a Biden en un presidente “lame duck”, impotente, en la mitad de su mandato. En el peor, se podría crear un escenario  plausible de “impeachment” contra el presidente o contra algunos miembros de su gobierno (posibles razones: la innoble retirada en Afganistán, la crisis en la frontera sur, el asalto a la residencia en Mar-a-Lago…).  

Un factor importante y novedoso que puede resultar clave, según las encuestas, va a ser el voto de la sociedad civil hispana, lo que ya se llama en algunos medios la imparable “Hispanic Red Wave” (“Ola Roja Hispánica”: el rojo es en EEUU el color del partido Republicano), cuya orientación hacia las políticas derechistas del liberal-conservadurismo, y el consiguiente distanciamiento del partido Demócrata, viene siendo destacado por múltiples sociólogos y analistas políticos.

Recientemente el candidato Demócrata a gobernador en Texas, el patético Beto O’Rouke, ante la grave crisis inmigratoria, reprochaba al presidente Joe Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris no haber visitado la frontera sur con Méjico, alienando así en gran medida el voto hispano.

Acerca de Manuel Pastor

Catedrático de Teoría del Estado y Derecho Constitucional (Ciencia Política) de la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido director del Departamento de Ciencia Política en la misma universidad durante casi dos décadas, y, de nuevo, entre 2010- 2014. Asimismo ha sido director del Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard (1998-2000), y profesor visitante en varias universidades de los Estados Unidos. Fundador y primer presidente del grupo-red Floridablanca (2012-2019)