El "filantrópico" Bill Gates y la vacuna del Covid19 de Pfizer (Reuters)

LEVIATHANDEMIA (III) – La Solución Final o el Ogro Filantrópico

“(…) e hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se les imprimiese una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca con el nombre de la Bestia o el número de su nombre.

Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la Bestia, que es un número de hombre. Su número es 666”.

Apocalipsis 13, 16-18


¿Cuántas veces hemos oído la misma cantinela?: “No habrá normalidad hasta que no haya una vacuna contra el coronavirus”. Así lo dijo Bill Gates, el protagonista de esta nueva entrega, ya por los meses de Marzo y Abril, y así lo han repetido, por activa y pasiva, los nuevos Leviathanes, los políticos y mandatarios que nos han precipitado en este oscuro túnel donde se debate la Humanidad. Sin ir más lejos, el Leviathán Minor (Pedro Sánchez) que nos ha tocado sufrir, actor de reparto secundario -no por eso menos letal- en el (des)concierto de las naciones, se expresó en Abril en la tribuna del Congreso en similares términos a los Gates, del que come en la mano, en comandita con George Soros: “Una nueva normalidad que solo será plena cuando el mundo disponga de una vacuna eficaz contra el Covid-19”.

¿Y eso por qué? ¿Porque Ustedes, en su potestad incontestable, así lo determinan? Indudablemente, por esa, y no por otra, razón.

Pues bien, como los escolásticos -los que más lejos llevaron la Lógica aristotélica, oponiéndose a la falsedad de las premisas falsas- diremos bien alto: “Nego suppositum”. Negamos el supuesto: la normalidad no llegará nunca cuando haya una vacuna que, por el enunciado -y por los hechos, como veremos- se ve claramente que quieren poner a 7.000 millones de habitantes del planeta. Todo lo contrario. Cuando llegue, y nos la pongan, se habrá consumado la mayor ANORMALIDAD que haya sufrido la humanidad en toda su historia, de la que nunca más saldrá.

En primer lugar, ¿por qué se necesita vacunar a toda la humanidad para inmunizar de un virus que afecta casi exclusivamente a las personas de riesgo, mayores de 70 años con morbideces?, y en unas proporciones ligeramente superiores a la gripe común?¿Por qué hay que vacunar al 99,98% de la población mundial que no se ha visto afectada por este virus, en unas proporciones ligeramente superiores a la gripe? Es más, se puede afirmar que el virus del Covid es mucho menos letal que el de la gripe, por una sencilla razón. La gripe común es tratada todos los años mediante campañas masivas de vacunación de las personas con riesgo (65+). Si no hubiera vacuna contra la gripe, como todavía no la hay para el Covid, ¿cuántos muertes se producirían al año? Con seguridad, no las 650.000 que se registraron el año pasado, sino que habría que contarlas en millones o decenas de millones. Pues bien, El Covid, sin vacunas, presenta algo más del doble de fallecimientos que la gripe con vacuna, hasta ahora 1.500.000. Y esto si hemos de dar por buenas las cifras oficiales. Pero, ¿es este el caso?

Pues es muy probable que no. En un reciente estudio de la profesora e investigadora Genevieve Briand, de la John Hopkins University, sobre las muertes en EEUU desde Marzo a Septiembre de 2020, se encontró con que “el Covid-19 no sólo no había tenido efecto en el porcentaje de muertes de gente mayor, sino que, además, no había incrementado el número total de fallecimientos” (trad. propia). Es más, comparando con datos de años anteriores, vio que se produjeron en ese periodo “un descenso en las muertes por otras causas igual al incremento de muertes atribuidas al Covid-19”, lo cual le hacía inducir que “muertes debidas a ataques de corazón, enfermedades respiratorias, gripe y neumonía podían estar siendo re-categorizadas como muertes por Covid-19”. Este estudio tiene especial relevancia; primero porque parte de los datos oficiales proporcionados en la web de la CDC (Agencia Federal para el Control y Prevención de enfermedades de EEUU); y segundo porque la John Hopkins University es una de las más reputadas instituciones investigadoras mundiales, muy ligada al Establishment Globalista, (OMS, World Economic Forum, Bill Gates, etc), lo que la hace no “sospechosa” (recordemos cómo la calamidad bíblica que nos “gobierna”, basándose en su prestigio le atribuyó falsamente un estudio que ponía a España en los primeros puestos de los países en elaboración de tests PCR). Es de suponer que si se realizaran los mismos estudios en la mayoría de los países los resultados no iban a ser muy diferentes, lo que daría al popular proverbio de “dar gato por liebre” un alcance planetario…

En cualquier caso, no hay ninguna razón para esa descabellada pretensión de vacunar a toda la población mundial ¿Por qué no obligamos, entonces, a vacunarse a todo el mundo de la gripe, dado que es mucho más letal? No tiene ningún sentido. Se vacuna de la gripe solo a la población de riesgo, y a quien quiere ser vacunado. Eso es lo “normal”. Lo que ocurre, es que nada de lo que se ha hecho con el Covid -confinamientos, distancia social, mascarillas, trazabilidad, falsos test PCR- entra dentro de los parámetros de la sensatez. Lo que se pretende, por tanto, no es recuperar una supuesta normalidad perdida por medio de una vacuna, sino de sumirnos en la más ABSOLUTA y GLOBAL ANORMALIDAD, para ponérnosla.

Este es el principal objetivo a corto plazo perseguido por los que han determinado la gestión de esta “oportuna” crisis sanitaria. Para ello era necesario mantener viva la amenaza del virus, y como es una evidencia que han descendido drásticamente el número de muertes por el mejor tratamiento facultativo de la enfermedad (incluso con los boicots oficiales a fármacos como la Hidroxicloroquina, el dióxido de cloro o la Ivermectina), en un ejercicio de taumaturgia todos los gobiernos han dejado de poner el énfasis en las muertes, lo que más debería importar, para alarmar con los “casos”, y para eso se ha utilizado el expediente de forzar a casi todo el mundo a pasar por el Gran Fraude de los test PCR, dando un aluvión masivo de casos positivos que son, en su inmensa mayoría, falsos indicadores de ser portadores de ninguna infección. El prestigioso virólogo Roger Hodkinson, que es además Presidente ejecutivo de una de las principales empresas biotecnológicas fabricantes de test PCR, ha descrito el coronavirus y la espuria utilización de los Test PCR como “la mayor patraña que jamás se haya perpetrado sobre un público desprevenido”.

Muy recientemente, como se puede ver en un artículo de Zero Hedge (un portal indispensable para enterarse de lo que pasa en el mundo),  el estado de Florida ha obligado a los laboratorios que proporcionen el dato fundamental -ocultado intencionadamente- del “Umbral del ciclo” (Tc: cicle thresold), que indica, cuando el resultado es positivo, cuál es la carga viral del test; como ha demostrado la “Infectious Diseases Society of America” (ver ídem), “el PCR no está comprobando una enfermedad sino un patrón específico de RNA. Por encima de 25 ciclos el 70% de los test “positivos” no son “casos” ya que el virus no puede ser cultivado, está muerto…. no son positivos reales en ningún sentido clínico, ya que no pueden hacerte enfermar ni contagiar a nadie. El citado artículo cita la investigación del Dr. Pascal Sarré: “El test PCR: Cómo engañar a la Humanidad por medio de un test para confinar a la Sociedad”, en el que recogía los datos de un estudio del New York Times que compilaba los datos oficiales de PCR en los estados de Massachusetts, Nueva York y Nevada, en los que sí se aporta el dato del Tc, y la conclusión no podía ser más elocuente: “El 90% de las personas que dieron positivo no eran portadoras del virus”. Pero no hay que ir muy lejos. ¿Cuántas personas cercanas conocemos que han dado positivo, que han guardado la obligatoria cuarentena, y que no han desarrollado ningún síntoma de la infección, o lo han superado con facilidad? Pues mucho me temo que la gran mayoría.

Esta es la Gran Farsa, la tremenda y burda manipulación a que estamos siendo sometidos por los Gobiernos de todo el mundo para que puedan seguir implementando, como fieros Leviathanes, sus políticas de Terror, disponiendo a su antojo de todos los derechos y libertades de sus antaño ciudadanos, hoy súbditos, rebajando el nivel de vida de toda la población mundial y arrojando a una gran parte de ella al paro y a perder sus medios de sustento, sumiéndoles en la angustia, la depresión y la desesperanza. Es evidente que sin ese ataque brutal a las defensas y la resistencia del cuerpo social no podrían imponer la obligatoriedad de la vacuna, que se ofrece como la falsa salida del falso túnel en que nos han metido.

Digo imponer, pero es mucho peor, porque un día sí, otro también, no dejan de salir autoridades sanitarias y mandatarios enseñándonos la zanahoria y el palo, en el más abyecto y obsceno chantaje que haya sufrido la Humanidad, diciéndonos, por ej. Boris Johnson, que no va a ser obligatoria, para, acto seguido, poner en boca de su ministro que si no te la pones la vida “normal” (ir al futbol, conciertos, teatros, viajar, incluso trabajar…) “podía ser denegada”. Y así en todos los países, y en todas las Administraciones. Y que nadie piense que se va a poder librar. Sin ir más lejos del que esto escribe, el presidente de la Junta de Andalucía, el “popular” Juanma Moreno, con un tonillo digno del Tartufo nos anuncia que «evidentemente no se va a obligar a nadie a vacunarse, pero si alguien va a querer ir a eventos deportivos o culturales o si va a querer viajar, va a tener que estar vacunado», para lo cual a partir del 27 de Diciembre va a empezar a impartir carnets de vacunación.

En definitiva, vivas donde vivas, si no te avienes atente a las consecuencias. Puro TERRORISMO DE ESTADO, con connotaciones bíblicas apocalípticas: “… y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca con el nombre de la Bestia o el número de su nombre”.

Pero sigamos con la vacuna, aunque primero voy a hacer dos incisos. El primero, aunque solo sea para conjurar el mal de ojo progresista y no ser lanzado al averno del “negacionismo” (aunque nada me afecta el que lo hagan), les confieso que no soy ningún detractor de las vacunas, en general. De hecho, hace escasos días me puse la vacuna de la gripe, como hago habitualmente desde hace más de diez años.

El segundo trata de Gates. Si le hacemos protagonista de esta entrega no es por ninguna obsesión o afán “conspirativo”, sino por méritos propios. Bill Gates, por sí mismo, por su mujer Melinda, y por la Fundación que patrocinan -y poseen- ambos, es el primer actor internacional desde que se desató la crisis del coronavirus. Y también antes, como se verá. Sus apariciones en todos los Medios de Comunicación ha sido abrumadora, invasiva, anunciando acontecimientos y dictando medidas, que, desgraciadamente, siempre se cumplen. Y no es de extrañar. Su Fundación “filantrópica”, a la que donó 36.000 millones de dólares, hoy valorada en cerca de 50.000, extiende sus tentáculos por todo el tejido institucional y corporativo sanitario mundial, energético, medios de comunicación (Le Monde, Guardian, NBC, NPR, Al-Jazeehra, BBC…), corporaciones alimenticias (Monsanto la de los transgénicos…), etc, etc. Es el principal donante privado -y más que la gran mayoría de los estados- de la OMS (4.300 millones $), de la Alianza para la Vacunación y la Inmunización (GAVI), con 3.000 millones $, de la John Hopkins University (870 millones), del Imperial College of London, con 280 millones $, de la NIH (del Dr. Fauci) y la CDC de EEUU, y de tantas otras. Asimismo, es uno de los grandes accionistas de todas las Big Pharma involucradas en la obtención de la vacuna.

Con lo expuesto es fácilmente entendible la influencia de Gates en la política sanitaria internacional y su papel -autoimpuesto y aceptado por todos Mass Media, Gobiernos y autoridades sanitarias- como principal agente y portavoz de la Política Oficial sobre la pandemia (abogando por los confinamientos drásticos y demás medidas represivas), y, especialmente, sobre la Vacunación Universal.     

Y no cabe duda que no se le puede negar ser la persona más preparada para manejarse -y manejar- en estos procelosos terrenos. Sobre las pandemias víricas lleva años advirtiéndonos de su inminente amenaza y la falta de preparación de los gobiernos para combatirla (véase de sus populares Ted Talks, el video -con subtítulos- de 2015). Más impresionante fue la ya famosa simulación de una pandemia, en Octubre de 2019, con el nombre de “Event 201” (ver aquí el resumen del video con subtítulos) que copatrocinó la Fundación Bill y Melinda Gates, la John Hopkins University y el World Economic Forum, el órgano más influyente de la élite mundial que se reúne anualmente en Davos (que será el principal protagonista de próximos capítulos). En la simulación, se originaba en Brasil una epidemia de un coronavirus (sí, de todos lo virus posibles un coronavirus…) que se expandía por todo el mundo provocando 65 millones de muertos y el caos económico y sanitario en todo el planeta.

Es impresionante la similitud y la proximidad (Octubre de 2019) del “Evento” con lo que vino poco después, con la salvedad de los millones de muertos que, afortunadamente, no se han producido. La Universidad John Hopkins, el 24 de Enero de 2020 negó que la simulación fuera una “predicción”, ¡faltaría más! Pero qué casualidad que coincidiera, además, con los las Olimpiadas militares de Octubre de 2019 en Wuhan, en la que con toda seguridad se produjeron varios casos del coronavirus, entre otros de un militar español, y que dio pie a los chinos a culpar a los EEUU de haberlo traído, como ya hizo con la mal llamada gripe española [ver Leviathandemia (I)].

En cualquier caso, no deja de producir una gran perplejidad que Neil Fergusson, el gurú estrella del Imperial College of London -al que la Fundación Gates ha regado con una generosa aportación de 280 millones $- fuera quien lanzara el pasado 16 de Marzo el falso vaticinio de ¡¡¡200 millones de muertos!!!, dando el pistoletazo de salida al confinamiento Global en perfecta sintonía y simultaneidad con su mentor Gates, lo cual sitúa al ilustre filántropo en el centro de toda la trama de inspiración, preparación, intoxicación y ejecución de la crisis de ANORMALIDAD subvenida con el señuelo del mal llamado Covid-19. 

Todo ello, como decíamos, con un único objetivo: LA VACUNACIÓN UNIVERSAL, la gran obsesión de Gates, que queda bien patente en un artículo imprescindible de su blog, Gates Notes, de 30 de Abril, que lleva un título suficientemente elocuente: “What you need to know about Covid-19 vaccine”. Lo que necesitamos saber, pobres y vulgares legos, en el que nos advierte que no habrá normalidad hasta que “casi todo el mundo del planeta se haya vacunado contra el coronavirus”, para lo cual será necesario fabricar “7.000 mil millones de dosis (o 14.000 porque es necesaria una doble dosis)”. ¿Podemos imaginarnos lo que va a suponer esto en cuanto a beneficios y revalorización patrimonial de las Big Pharma, de las que el filántropo Bill Gates es de los mayores accionistas? Pero no nos fijemos en los efectos colaterales…

Lo que más llama la atención en su artículo es la URGENCIA, las prisas, la necesidad de disponer con la mayor celeridad posible de la vacuna. Gates reconoce que hasta ahora las vacunas, por motivos de seguridad y eficacia, habían tardado no menos de 5 años en ponerse en circulación, pero nos dice que ese proceso puede reducirse hasta los 18 meses, aunque dejaba abierta la horquilla entre los 9 meses y dos años. ¿Cómo? Pues no se ve muy claro, sobre todo en su incidencia en la seguridad y en la eficacia.

Hoy se entienden mejor esas prisas, de todo punto temerarias, para sacarlas masivamente a la calle. La razón es sencilla: a medida que ha pasado el tiempo el virus se ha manifestado mucho menos letal de lo que nos anunciaron. Ha sido necesario crear una nueva segunda ola de terror, con el aluvión de falsos casos PCR, para que la URGENCIA no perdiera fuerza, y aprovechar ese nuevo impulso para sacar la vacuna, como han hecho en el tiempo record de ¡¡¡8 meses!!!, superando en un mes la mejor predicción de Gates. ¿Cómo iban a poder asegurar que seguirían engañándonos 10 meses más hasta Octubre de 2021 para lanzar en ese momento la vacuna? ¿Iba a aceptar la población nuevos confinamientos que terminarían de asestar un golpe definitivo a la economía mundial y a sus vidas, sobre todo a la luz de un virus cuyo vehículo de expansión primordial son los Medios de Comunicación de Masas? ¿Se podría mantener por tanto tiempo ese fraude? Difícilmente. Por eso ha salido ahora, cuando tenía que salir, en plena efervescencia, a medida de las necesidades del momento…

Estamos asistiendo a un verdadero asalto a la libertad y a la propiedad más intrínseca de las personas, que no solo se ven condenadas a no poder ganarse el pan con el sudor de su frente, sino que se ven forzadas a expropiar su propio cuerpo para mutar su condición de ciudadanos en la de cobayas. Y esto reviste mucha más gravedad si tenemos en cuenta el tipo de vacuna que nos quieren inocular, las del tipo “mensajero de Acido Ribonucleico”  (mRNA) y DNA, que en vez de inyectar un patógeno muerto o debilitado para que nuestro sistema inmunitario cree los anticuerpos que los combata, como hacían las vacunas tradicionales, lo que hacen (en concreto las de mRNA) “es proporcionar a tu cuerpo el código genético necesario para producir él mismo el antígeno… Básicamente, conviertes a tu cuerpo en su propia fábrica de vacunas” (ver Gates Notes). En este caso, siguiendo al Jerusalem Post, el mensajero de RNA producido en laboratorio “invade nuestras células y secuestra la maquinaria de producción de proteínas celular llamadas ribosomas para producir los componentes virales que entrenarán a nuestro sistema inmunitario a combatir el virus… el mensajero de RNA está programado para que nuestras células produzcan la infame proteína de picos que le da al virus la apariencia de “corona” por la que es conocido”.

Quizás al leer esta descripción al lector le haya recorrido un escalofrío por el espinazo: ¡¡¡Nuestras células produciendo ex novo el virus coronado con un mensaje para que aprendan a combatirlo!!! Resulta difícil no pensar en la película ALIEN… Y en cierto modo no cabe duda de que es una sustancia extraña, como lo son todas las vacunas, solo que en este caso el centro de control ya no reside en nuestro sistema inmunitario, que deja de ser amo y señor para convertirse en servidor, en instrumento, de las órdenes del código genético del virus inoculado.

¿Qué consecuencias puede tener este tipo de vacunas a medio y largo plazo? ¿Cómo puede interactuar con nuestro propio código genético? ¿No puede considerarse este experimento como la puerta de entrada para convertir nuestro cuerpo en la “fábrica” de cualquier otro mensajero “genético” que nos quieran inocular? ¿Qué efectos puede tener sobre nuestro “secuestrado” sistema inmunitario a la hora de poder combatir otros patógenos? Son muchas las preguntas y dudas que se acumulan, con toda la razón, principalmente porque se tratan de unas vacunas nuevas, que nunca han sido puestas en circulación, que actúan directamente sobre nuestro sistema genético de lo que no hay la menor experiencia previa, y que, de la noche a la mañana con solo dos o tres meses de ensayos se quiere inocular a toda la población mundial. Y todo ello sin ni siquiera haber sido previamente ensayado con animales, por lo que podemos afirmar que por primera vez en la historia la especie humana va a tener el dudoso honor de convertirse en una Gran Cobaya.

¿Y qué nos dicen sobre los ensayos las Big Pharma que las han producido? Pues bien, Moderna y Pfizer -con el aliento de la Fundación Gates-, apenas han dado ninguna información de ningún tipo sobre la naturaleza y resultados de sus ensayos. Lo único que han hecho es anunciarnos, con todo el aparato difusor de los Mass Media, que han tenido un gran éxito, por encima del 90%, y provocar las consabidas subidas especulativas de bolsa, lo cual han aprovechado sus ejecutivos para vender gran cantidad de sus acciones y hacer caja con unos pingües beneficios (ver aquí). Estas obscenidades, por sí solas, ponen en entredicho la poca confianza que nos pudieran reportar estas vacunas. Pero mucho más si atendemos al hecho, inaudito hasta ahora, que se les ha eximido a las Big Pharma de ninguna responsabilidad, civil o penal, por los efectos que pudieran producir sus vacunas, incluida la muerte (ver p.ej.- España). Como se pregunta Kit Nightly en un artículo incontestable, 5 Burning Questions About the New Covid Vaccine: ¿comprarías un coche de nueva tecnología si el fabricante te pusiera como condición firmar un contrato que le eximiera de responsabilidades en caso de que explotase? Es bastante presumible que no. Pues bien. Con la vacuna del Covid el 100% de la población mundial se tiene que subir a ese coche potencialmente inflamable sin posibilidad de apearse… Reparen, además, que ni siquiera han hablado los gobiernos de eximir de la vacunación a los que ya se han contagiado del virus y están inmunizados, como se demuestra por los escasísimos casos de re-contagiados de los que se ha dado noticia (yo recuerdo ¡¡¡tres o cuatro casos!!! bien aireados en los Mass Media). Pues también a los que facilitan lo más efectivo para parar el virus: la “inmunidad del rebaño”, les quieren pinchar, lo cual pone en evidencia las verdaderas intenciones de estos sátrapas…  

La escasa información sobre los resultados facilitada por las Big Pharma, por otro lado, plantean muchos interrogantes. En el caso de Pfizer (los de Moderna son similares), se hizo un ensayo con cerca de 40.000 participantes con PCRs negativos. De ellos, después de administrarse la segunda dosis, 162 dieron positivo entre 18.325 participantes del grupo de control, y 8 entre los 18.198 de los vacunados. Conclusión de Pfizer: 162-8=154 positivos menos de los vacunados, ergo 154:162×100= 95% de efectividad. Tal cual. La chusquería es obvia: ¿Cómo saben que la diferencia positiva a favor de los vacunados sobre el grupo control, 136, se debe a que les protegió la vacuna, y no a que simplemente no tuvieron contacto con el virus? Hay que tener en cuenta que todos los vacunados hicieron vida normal, como los del grupo de control, y no se les puso en contacto directo con el virus, única forma de saber si la vacuna era efectiva o no.

Pero más llamativo aún es que del grupo de control sólo dieron positivo 162, es decir, el 0,8% de los participantes, o lo que es lo mismo, el 99,2% no se contagió. Y aún más, la gran mayoría de los 162 casos fueron asintomáticos o con síntomas suaves. Solo se dieron 3 casos “severos” (uno en los vacunados), como resalta el prestigioso Dr. Gilbert Berdine, lo cual supone un 0,02% de los participantes, y solo dos casos tuvieron que ser hospitalizados, el 0,01%. Con esta cifras, que no hacen sino confirmar las cifras globales de esta “pandemia”, ¿dónde está la “urgencia”, la “necesidad” de obligar y coaccionar a 7.000 millones de personas “sanas” a ponerse la vacuna? Hay que tener en cuenta, además, que el 45% de los participantes -que recibieron dos dosis de la vacuna- “necesitaron medicación para tratar efectos secundarios sistémicos” (ver artículo), lo cual inducía al Dr. Berdine, aplicando el sentido común, a preferir “asumir cierto riego con el virus en vez de arriesgarse a contraer los efectos secundarios conocidos y desconocidos de la vacuna”. Y como él, con toda seguridad, la mayoría de los facultativos del mundo, como el de un importante hospital de Chicago en el que el 40% de su personal sanitario se han negado a ponérsela, con una objeción difícilmente censurable: “¿Quién quiere ser un cerdo de guinea?”.  

Lo efectos secundarios “desconocidos”: la incógnita cuya mera formulación sitúa al que la hace en el campo de los “teóricos de la conspiración”, porque la Horda Globalista: los gobiernos, las Agencias Internacionales (ONU, OMS…), los Mass Media y las Grandes Tecnológicas (véase Twitter como muestra), en la más brutal campaña contra la ciencia y la libertad que se haya sufrido en la historia del antaño mundo libre, han decidido que no los hay. ¿Y cómo pueden pretender imponer algo de lo que no hay la menor evidencia, ya que se trata de unas vacunas de las que no nos han dado ninguna información de lo que contienen (ver art. citado de Kit Knightly) y que nunca se habían probado en el género humano?¿Qué consecuencias puede producir a medio y largo plazo la introducción de un código genético extraño en nuestras células, secuestrando el funcionamiento normal de nuestro sistema inmunitario, mucho más cuando nos anuncian que habrá que repetir las vacunas cada seis meses (¡Qué chollo para las Big Pharma!)?

Muchas son las cuestiones que se plantean, y muchísimas las advertencias que nos hacen reputados científicos que son sistemáticamente censurados y denigrados por la Horda Globalista, como es el caso, ni más ni menos, de Michael Yeadon, que fue hace diez años Vicepresidente y Director Científico de Pfizer, la primera farmacéutica autorizada para el Covid. Yeadon consideraba que los ensayos con personas eran éticamente reprobables y  deberían paralizarse por los siguientes motivos:

  • La formación de “anticuerpos no neutralizantes” podría dar lugar a una exagerada reacción inmunológica, sobre todo cuando la persona vacunado se enfrente al virus real.
  • Las proteínas “coronadas” que reproducirán nuestra células contienen también las proteínas “syncitin” esenciales para la formación de las placentas mamarias, que podrían ser atacadas por la respuesta inmunitaria con riesgo de producir infertilidad de duración indefinida en las mujeres vacunadas.
  • Reacciones alérgicas potencialmente fatales al componente de la vacuna Glicol Polietileno (PEG).

La pregunta es: si la ciencia está basada en la exposición, confrontación y refutación de ideas y experimentos, ¿por qué se elimina brutalmente del debate público todo aquello que contradice el relato oficial?¿No estamos legitimados para pensar que la totalitaria coacción ejercida sobre la población mundial para vacunarla, sin derecho a rechistar, esconde algo muy oscuro?

Por supuesto que sí. Y no tenemos más que ir al protagonista principal de esta distopía que estamos viviendo, al “filántropo” Gates. De todos es conocido ese famoso pasaje en sus populares “Ted Talks”, en el que hacía profesión de sus incontrolables instintos eugenésicos: “En cuanto a la población… si hacemos un verdaderamente gran gran trabajo (“great great job”) en nuevas vacunas, cuidados de salud y servicios de salud reproductivos, podríamos disminuir esa cifra en un 10 ó 15%(ver min. 4:33 con subtítulos en español). Es decir, entre 700 y 1.200 millones de personas menos. No está mal… La Horda Global, con su legión de fact-checkers (censores de la verdad), se ha dedicado a tratar de convencernos que Gates no había dicho lo que dijo, pero está claro de todo el contexto de su charla que es literalmente eso. Y en ese desiderátum eugenésico-darwiniano-malthusiano de reducir la población, el énfasis en las “nuevas” vacunas es elocuente. Y estamos en el año 2010, justo en el comienzo de su experimentación con vacunas de tipo genético: “Nuestra Fundación ha estado apoyando el desarrollo de una vacuna mRNA desde hace una década” (ver Gates Notes). Reducción de la población, vacunas mRNA, infertilidad… ¿A qué nos suena esto?¿Van descaminadas las advertencias de múltiples científicos sobre los efectos devastadores que pueden tener estas vacunas en la reproducción de la especie? (ver p.ej.- el video censurado por youtube de la catedrática Martínez Albarracín).

Por si fuera poco, la fama que precede al que han moteado por méritos propios como “Dr. Syringe” es de película de terror. Robert F Kennedy Jr, hijo de Bob y sobrino de J.F.K, denunció el pasado 9 de Abril a través de la Asociación para la Defensa de la Salud de los Niños, que preside, las prácticas “crueles e inmorales” de Bill Gates en sus campañas de vacunación en el tercer mundo. En La India, su campaña de erradicación de la polio provocó la parálisis de cerca de 490.000 niños entre 2000 y 2017, año en que el Gobierno indio le invitó a no pisar más el país.

En 2010, en el mismo año de su famosa declaración eugenésica en “Ted Talks”, declaró que “había que convertir esa década en la de las vacunas”, y comprometió 10.000 millones de dólares de su Fundación con la OMS para tal fin. En 2014, la Asociación de Doctores Católicos de Kenia denunció la esterilización química de millones de mujeres con la campaña del tétano. “La OMS, aunque lo negó, terminó admitiendo que llevaba una década experimentando con vacunas esterilizantes” (véase articulo citado de R.F. Kennedy). 

Es decir:

  1. Bill Gates cree que haciendo un “gran gran trabajo” con las vacunas (Ted Talks 2010 min. 4:33) se podría reducir la población mundial entre 700 y 1.200 millones de personas
  2. Hace una donación a la OMS de 10.000 millones de dólares para vacunar a todo lo que se ponga por delante y la OMS lo dedica a experimentar con vacunas esterilizantes.
  3. Se aprueban las vacunas por las corruptas Agencias sanitarias de EEUU (íntimamente ligadas al lobby de las Big Pharma y a Bill Gates) en un tiempo récord, sin haber experimentado con animales, y haciéndolo solo con personas en un ensayo de no más de 3 meses, cuando anteriormente todas las vacunas por motivos de seguridad y para ver los efectos a medio y largo plazo necesitaban 5 años.
  4. Cientos de científicos nos advierten de los posibles efectos adversos de unas vacunas desconocidas y nuevas -entre otros la posibilidad de provocar la esterilización humana-, teniendo en cuenta que no sabemos cuales serán sus efectos a medio y largo plazo sobre nuestro funcionamiento genético.
  5. Se pretende que se ponga la vacuna de mRNA contra el Covid a 7.000 millones de personas, como de hecho se está empezando a ejecutar por todos los gobiernos, cuando no hay ninguna necesidad para ello ya que no afecta gravemente al 99,98% de la población mundial (0,02% de fallecimientos; el 0,35% de las muertes por cualquier causa del mundo). 

Y con todos estos antecedentes no nos está permitido siquiera pensar que la reducción de la población pueda ser uno de los objetivos que se persigue con esta totalitaria, dictatorial y represiva campaña mundial de ataque masivo a la libertad y a la propiedad de lo más íntimo y privado de las personas, como es su propio cuerpo. Y no nos está permitido porque como decía Marco Antonio de Bruto en el Julio César de Shakespeare, “Gates es un hombre honorable…”

Pero las miras de Gates, y de toda esta Horda de Sociópatas a los que representa, no se circunscriben a pincharnos sin derecho a queja. A las reses bravas, para someterlas y poseerlas definitivamente, hay también que marcarlas, no vayan a querer salirse del establo campando a sus anchas. Nos referimos, claro está, a la implantación de microchips subcutáneos, algo que no es ciencia ficción ni fruto de las “teorías de la conspiración”, sino hechos consumados. La tecnología de los microchips está plenamente desarrollada, desde 2014, y lista para ser aplicada masivamente… cuando llegue el momento, es decir, cuando los habitantes del globo estén suficientemente macerados para imponérselo, como ya parece evidente viéndolos todo enmascarados como si fueran sumisas huríes islámicas, y haciendo cola sin levantar el dedo para que les inyecten una pócima de-generativa o peor, trans-generativa. 

El impulso fundamental de esta tecnología tiene detrás a uno de los pilares fundamentales del llamado “Estado Profundo” (Deep State), el Pentágono de Washington, por medio de la  Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de la Defensa (DARPA). Se trata de tecnología de nanopartículas, el hidrogel, que se implanta con un inyector especial bajo la piel, que transmite señales digitales luminosas que pueden ser leídas por un smartphone conectado a la red 5G” (ver artículo de Raul Diego). Con este tecnología se puede “controlar” si alguien se ha puesto la vacuna, pero también cualquier otra cosa, desde la identidad personal hasta la cuenta bancaria, lo que quieran quienes suministren y controlen la información que, en un futuro muy cercano, si no inmediato, nos implantarán bajo la piel.

Precisamente, la identidad, es el caballo de Troya con el que se va a dar carta de naturaleza al microchip universal, con la pretensión de suministrar una identidad digital a los cientos de millones de sin papeles que pululan por el mundo, y a las decenas de millones de refugiados, como se aduce como justificación en el proyecto (2016) de Bill Gates ID2020, en los que colaboran pilares del New World Order como Microsoft, la Fundación Rockefeller o Accenture. De ahí al resto del mundo solo un paso…

En cuanto a las vacunas, Bill Gates, como revela uno de los diarios que patrocina, Le Monde, ha puesto en marcha en Septiembre de 2019 por medio de su Fundación una campaña de vacunación con implantación de carnets digitales mediante nanopartículas, en países cobayas del tercer mundo como Kenya y Malawi.

Todo lo tenía listo y ensayado para el Covid, el virus que muy probablemente vaticinó en Octubre 2019 (Event 201). Y cuando ya se produjo el advenimiento, el 26 Marzo de 2020 Gates toma la delantera patentando por medio de Microsoft su propio microchip subcutáneo, al que registra con el número WO2020060606, “un sistema de criptomoneda utilizando datos de la actividad corporal”, cuyo funcionamiento describe la propia patente: “El sistema de criptomonedas comunicativamente acoplado al dispositivo del usuario (léase: chip subcutáneo) puede verificar si los datos de actividad corporal satisfacen una o más condiciones establecidas por el sistema de criptomonedas, y otorgar criptomonedas al usuario cuyos datos de la actividad corporal se verifican”.

El sentido de la anticipación de Gates es asombroso. El lector estará ya probablemente enterado del proyecto del Poder Global, cada vez más inminente, de suprimir el dinero en efectivo (cash), y esto pasa, como veremos en artículos posteriores, por la supresión de la moneda fiduciaria (el dólar, el euro, etc) y la creación por parte de los Bancos Centrales de criptomonedas (lo que supondría la desaparición de los Bitcoin), con las que podrán controlar hasta el último resquicio de la actividad económica de las personas, o suprimirla, si la persona en cuestión lo mereciera… Es lo que describe con exactitud la patente de Gates: otorgar criptomonedas si la actividad corporal del sujeto satisface las condiciones que ha establecido el sistema que le controla.

Para que se entienda mejor con un ejemplo. En el proyecto Globalista, los Bancos Centrales serán los que paguen directamente por el sistema de criptomonedas el anunciado Ingreso Básico Universal, el cual puede estar condicionado a haberse vacunado contra el coronavirus (o cualquier otro cosa), una condición que “los datos de actividad corporal” del sujeto deberá satisfacer.

La profecía del Apocalipsis de San Juan cumplida: “… y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca con el nombre de la Bestia o el número de su nombre”. ¿Es por eso que el número de la patente termina con el número de la Bestia: 060606? La jactancia, la arrogancia satánica de los Filántropos de la Elite Global no tiene límites.

Es hora de dejar ya a este “benefactor” de la Humanidad, que justamente debería llevar el apodo de “Ogro Filantrópico”, el apelativo con que Octavio Paz describió a los Estados modernos que, bajo la excusa del bienestar social y el bien común, convierten las vidas de los ciudadanos en un infierno, en lo cual, como en tantas cosas, el genial poeta fue un visionario.

Desgraciadamente, el que no nos va a dejar en paz es él, ya que nos ha anunciado que no basta con las vacunas actualmente en marcha, que “la única forma en la que volveremos a la normalidad completamente es teniendo, no la primera generación de vacunas, sino una segunda”. Será difícil de calcular a cuanto ascenderá su fortuna personal después de inyectar 14.000 millones de dosis de la primera generación y otras tantas de las venideras. Pero esto, aunque no baladí, no es el principal motor de la acción del magnate. Su interés por pinchar a todo lo que se mueve parece rebasar las barreras del lucro, o incluso de la ciencia, para adentrarse en el mundo obsesivo de las oscuras pasiones, como se puede adivinar en su blog en Abril de 2020 cuando refiriéndose a las vacunas de MRNA y DNA confesaba “que le entusiasmaban/excitaban particularmente” (“particularly excited”). Es lo que ya reconoció en sus Ted Talks de 2010 (min. 17:28), cuando hablando de la vacuna confesaba “que es algo que amo. Esas conversaciones en las que confiaba que si hacían un “gran gran trabajo” en ese campo podrían reducir un 10 o un 15 % la población mundial…

Pues no, volviendo al comienzo del artículo, con los escolásticos, negamos el supuesto: Nego suppositum. La normalidad no llegará con la vacunación universal, que a lo que más se parece es a “la solución final” del III Reich. Todo lo contrario. La normalidad sólo se podrá recuperar cuando esta Horda de Sociópatas sea desenmascarada y cuando sus gobernantes a sueldo, auto-coronados por mor del virus en devastadores Leviathanes, abandonen sus cargos a perpetuidad. 

Difícil tarea, pero no menos ineludible para la salvación de la Humanidad.

Hasta el próximo capítulo.

P.D.1.- Más arriba citábamos el estudio de 22 de Noviembre de la investigadora Genevieve Briand de la John Hopkins University, una institución muy ligada al New World Order y a Bill Gates, de quien ha recibido donaciones por valor de 870 millones de dólares. Briand afirmaba comparando datos históricos anuales de Marzo a Octubre que el Covid “no había tenido efecto sobre el porcentajes de muertes en gente mayor” y que “tampoco había incrementado el número total de fallecimientos”. Pues bien, cinco días después, como era de esperar, la Universidad retractó y censuró el artículo publicado previamente por ellos. Con las cosas de comer no se juega…

P.D.2.- Siguiendo con la acometida del Ministerio de la Verdad Covidiano-orwelliano contra cualquier disidencia, Twitter ha bloqueado y suprimido la cuenta del Dr. Zev Zelenko, el creador del “protocolo Zelenko” (Hidroxicloroquina + Azitromicina + sulfato de zinc) que ha salvado tantas vidas y curado a tanta gente (ver Leviathandemia II).

P.D.3.- No todo son malas noticias. En el anterior artículo citábamos por encima la Ivermectina, un antiparasitario, como uno de los fármacos contra el Covid. Hoy se puede afirmar que es uno de los más eficaces para frenar su reproducción de raíz, en 72 horas. Aquí puedes ver la intervención del Dr. Pierre Kory en el Comité de Salud del Senado de los EEUU, y aquí una descripción en español de su protocolo.

P.D.4.- Agradezco a mi amigo Juan el haberme facilitado la información anterior. Uno de los mantras con que nos bombardean continuamente es que “estamos en esto juntos”. ¡¡¡Falso!!! En esto no estamos juntos. En esto está una poderosa minoría sometiendo a un régimen dictatorial castrense a una amaestrada y dócil mayoría de la población mundial, de la que se escapa una muy importante minoría a la que se quiere silenciar, bloquear y suprimir por todos los medios. Mi agradecimiento va también por su colaboración a Adolfo, a Federico, a  Mylen, a Jesús, a Javier, a Pilar, a Macarena, a Cinta y a tantos otros amigos que, en esto sí, sí estamos juntos, aunque, como en el Ana Karenina de Tolstoy, cada uno a su manera (“Todas las familias felices se parecen entre sí. Las infelices cada una lo son a su manera”).

Acerca de Ignacio López Bru

Málaga, 1954. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Comercial de Deusto. Estudió Sociología en la misma Universidad. Diplomado Comercial del Estado del Ministerio de Economía y Hacienda, en excedencia desde 1986, en que pasó a dedicarse a la actividad privada empresarial. Actualmente compagina las labores de empresario con diversas actividades relaciona-das con la sociedad civil. Es Secretario de la “Asociación 11-M, Verdad y Justicia”. Ha escrito diversos artículos periodísticos y participa en diversos foros y tertulias, entre ellas en el programa Sin Complejos de Luís del Pino, en esRadio. Autor de “Las Cloacas del 11-M”, una auditoría crítica de la Versión Oficial del 11-M. Blog: “las Cloacas del 11-M”